Rondo Blaugrana
·13. Januar 2025
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·13. Januar 2025
Lo de menos ya es el fútbol con el Barça de Flick. Este equipo ha explotado de tal manera que de él se extrapola una forma de vida, o incluso de gobierno. El poder colectivo, la juventud, la destrucción del miedo, el desafío al Rey, el poder de una idea o la irrelevancia del dinero son conceptos que el Barça está transmitiendo a través del fútbol y que pueden llegar a impactar en la moral del espectador. Un club pobrísimo está haciendo feliz a la gente y humillando al más rico de todos. Los hechos son ferozmente reveladores. Todavía nos seguirán preguntando, en la escuela, en los bares, en la oficina, si el dinero hace la felicidad. El Barça nos demuestra que no. Y lo hace, además, en el escenario más ostentoso posible, Arabia, allí donde el fútbol se transformó en un puñado de acciones, donde los clásicos se presentan al mundo como ‘bolos’ de factura estratosférica. Jugaba el Barça cómo visitante, en “el Bernabéu del desierto”, como bien señala Josep Català. Porque, en términos futbolísticos, en Oriente no cuaja la cultura del esfuerzo, ni siquiera la del sentimiento de pertenencia, tan sólo la adoración de las superestrellas; Vinicius, Mbappé, Bellingham, tres monstruos que fueron ridiculizados por un grupo de trabajadores revolucionarios que, juntos, atacan, defienden, lloran y ríen. Obedecen las consignas que dicta su líder, Hansi Flick, el gran instigador de la idea colectiva. El Barça se descubrió a sí mismo en el clásico del Bernabéu -el de Madrid- el pasado mes de octubre, pero fue anoche, en Jiddah, cuando se descubrió al mundo. La paliza alcanzó un tono evangelizador, anunciándose en tierras lejanas la buena nueva: existe otra forma de plantear el fútbol, más democrática, menos monetizada, sujeta al desarrollo y la solidaridad. Se asistió, además, a la aparición del Mesías de la nueva era, Lamine Yamal, y a la merecida celebración de Joan Laporta, que sale una vez más triunfador pese a luchar contra todo y contra todos. El escenario que parecía ser el preámbulo de una moción de censura, terminó siendo el que mayor crédito concedió a un presidente censurado por una butifarra profética. Él la cocinó, sabiendo que iba a remover muchos estómagos.
/© Fotografía de Reuters/