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La Galerna

·15. Oktober 2025

El culerío de Ed Sheeran

Artikelbild:El culerío de Ed Sheeran

Buenos días, amigos. Quizá todos sepáis ya que el principal patrocinador del club cliente de Negreira es la plataforma musical Spotify. A buen seguro la utiliza un alto porcentaje de vosotros. Otros usaréis otras plataformas, ya sea porque funcionen mejor o por la legítima tentación de sucumbir al discreto encanto del boicot. No estamos ni a favor ni en contra, pero nos parece una opción legítima bloquear comercialmente, aunque sea de manera atomizada, a todo aquel que tenga algo que ver con el club deportivo más corrupto de la historia. Hay otros spotifys que no son Spotify.

Al albur de esa esponsorización suelen comprometer a un artista para cada mal llamado Clásico. Nos dolió ver a los Rolling Stones presumiendo de culerío en el palco de Montjuic, aunque más dolería a Jagger y Wood ver resquebrajarse su nueva afición negreiresca a pies de Bellingham y su doblete majestuoso. Pero no fue fácil. Aunque sea por simple estrategia comercial, ver a nuestros ídolos beber los vientos por el Mal es siempre decepcionante.


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El artista elegido en esta ocasión, sin embargo, no nos produce decepción alguna. Consideramos de hecho que este artista y el club cliente de Negreira están hechos el uno para el otro, no porque Ed Sheeran pague al jurado de los Grammy para obtener sus galardones, aunque vete a saber, sino porque sus méritos artísticos reales se nos antojan similares a los que adornarían al equipo catalán en caso de que se hiciera justicia y le fueran retirados, uno a uno, los títulos ganados durante el negreirato.

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Ahí los tenéis tan contentos, en todo caso. Es un montaje fotográfico bastante cutre, pero eso no es óbice para que Sheeran sea ya un culé más. El cantautor inglés ha alargado hasta el infinito la misma melodía cansina, ha usado la tijera y la ha convertido en cientos de canciones. Por cierto, algunas de ellas demuestran bien a las claras que estamos ante una unión que, al revés de lo que sucedía con los Stones, está plena de sentido y armonía.

En The hills Of Aberfeldy, por ejemplo, canta lo siguiente el bardo de Halifax.

Allá donde voy / siempre encuentro un extraño / con quien compartir / el peso de mis crímenes

Parece claro que, si lo que quiere Sheeran es un extraño con quien compartir crímenes, se encuentra en el sitio adecuado. Si la letra se refiere a la propia entidad blaugrana, todo encaja mejor aún, pues se trata de una institución que se apoya en otras personas y entidades colaboracionistas para compartir (y perpetuar) el peso de sus iniquidades. No queremos mirar a nadie, ni a la Liga, ni a la RFEF, ni a la práctica totalidad de la prensa patria… A nadie en absoluto.

En Shivers, un tema de 2021, declara Sheeran lo siguiente:

Quiero ser ese tipo / Quiero besar tus ojos / Quiero beberme tu sonrisa / Quiero sentir que estoy robando todo el tiempo

Nuevamente, si se trata de robar, concluimos que hay pocos sitios en los que Sheeran encajaría como un guante más ajustado. Si el bueno de Ed quiere “sentir que está robando todo el tiempo”, ha ido a caer en un lugar pintiparado para ello.

Continuando un somero repaso de su discografía, hallamos el gran éxito Bad Habits, donde el pelirrojo, habitualmente más empalagoso que un higo en almíbar, se descuelga esta vez con una confesión descarnada:

Mis malos hábitos me conducen a noches de soledad / Jurando que esta será la última, pero sé que no / (…) / Cada intención pura muere cuando empiezan los buenos tiempos

Al club cliente de Negreira le sucede algo muy parecido, con la salvedad de que se desconoce, por el momento, la existencia de “intenciones puras” por esos lares. Tal vez las tuvieran en su momento, en algún punto del siglo pasado, pero enseguida cayeron en la tentación de la deshonestidad en el modo que la canción describe, y se despeñaron por el precipicio de los “malos hábitos” (ya sabéis: comprarse el sistema arbitral, inscribir jugadores fraudulentamente con la protección del gobierno, comprar hígados en el mercado negro, contratar a tipos con largos historiales de pederastia para trabajar en La Masía y, en definitiva, atentar contra la práctica totalidad del Código Penal de manera sistemática).

Pensándolo bien, y aunque no seamos acérrimos seguidores de Sheeran, su música no es tan mala como para merecer que se la relacione con ese club del que usted me habla. A ese club del que usted me habla le pega más bien un fondo electrónico ominoso y sórdido, una música de esas que huelen a meaos de baños negros iluminados por bombillas chisporroteantes, una música de rave oscura, como la que se escucha en la película Sirat, por ejemplo.

Ahí dejamos la idea, y ahí dejamos también  el resto de portadas del día.

Ciao.

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