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·29. April 2025
En los hombros del Rey del Metro Cuadrado (por @NachoJOsorio1)

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Por Ignacio Osorio
El pasado sábado 19 de abril llegó la tan esperada fecha: el Club Social y Deportivo Colo-Colo cumplió, finalmente, sus 100 años de vida. El equipo fundado por los hermanos Arellano (David, Alberto y Francisco), Juan Quiñones, entre otros, todos conocidos como Los Rebeldes del 25 llegó a su centenario en un escenario extraño, imprevisto que estuvo marcado por las ausencias, tanto humanas como de actividades masivas, como también por turbulento y poco estable contexto deportivo que atraviesan los albos. A pesar de ello, aquel día sábado, en las instalaciones del Estadio Monumental, pudo darse una sencilla, solemne y emotiva ceremonia en donde se reunieron socios, jugadores, emblemas, ídolos y personas ligadas al club, todos con el objetivo de conmemorar y honrar no tan solo a la institución futbolística y social más importante de Chile, sino la memoria de quienes partieron en el pasado como recientemente.
Es en este contexto que, a pesar la vicisitudes y vaivenes, en medio de tanta figura reconocible, ídolo entrañable, generaciones virtuosas y dirigentes destacables, hubo una figura en particular que se robó la pelota (como en sus tiempos de crack): Carlos Humberto Caszely Garrido.
El otrora rey del metro cuadrado, ídolo del club y la Selección Nacional tuvo un rol un rol especial, y es que durante todo el periplo centenario, Caszely actuó como un embajador y rostro de Colo-Colo, teniendo – en consecuencia- un rol público más activo que en años anteriores, siendo consultado y partícipe directo del devenir, al menos de los últimos meses y semanas, lo que ha sido el camino a transitar por el club. Ciertamente, no pudo haber nadie mejor para esto que él.
Siendo canterano, goleador, capitán e ídolo a ultranza de Colo-Colo, Carlos Caszely se consagró no solo como una figura histórica y mítica del club, sino además, se instala a la diestra de David Arellano en cuanto a la consecuencia y seguimiento de un legado colocolino. En Caszely descansa el ser colocolino, la colocolinidad más pura, los valores y mandamientos que el propio Arellano propuso en su momento
como paradigma valórico y filosófico del club que fundó y que – como el propio Cazsely dijo- por el que han pasado un sinnúmero de estrellas y jugadores importantes, pero, sin embargo, no existe nadie más importante que él después de Arellano. Nacido y criado en el club, forjador de la expansión de lo que en términos marketineros podría llamarse “marca”, la elección de Caszely lo consagró como el máximo ídolo vivo del club, una figura imperecedera, que ya no solo será alabada por quienes lo vieron jugar, sino también por los hijos y nietos de aquellos que pudieron verlo en cancha, transformándose en una especie de guía sobre qué es Colo-Colo, cómo debería actuar un colocolino y que mantiene – también por su edad- una conexión entre el fútbol actual y de antaño, siendo a su vez un resquicio de otro mundo y otro fútbol que hoy, en tiempos de comercialización, se han perdido.
En los hombros del Rey del Metro cuadrado descansa el legado de David Arellano, la colocolonidad y la esencia de un club que nació grande y, de pronto, por mantener esa grandeza comete errores y acciones torpes que lo llevan a crisis o momentos equívocos en su historia, pero que siempre cuenta, así como en 1973 o para la Quiebra, con Carlos Humberto Caszely Garrido.