El Blog Íntimo
·11. August 2025
LA PATRAÑA DE LA CONDONACIÓN DE DEUDA: la investigación que desmonta el mito de un perdón estatal a Alianza Lima [INVESTIGACIÓN]
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·11. August 2025
Por años, ciertos sectores han afirmado que el Club Alianza Lima se favoreció de una condonación de deuda del Estado peruano por la construcción del estadio Alejandro Villanueva. Esta investigación exclusiva desmonta minuciosamente esa versión, basándose en datos, documentos y registros oficiales ignorados convenientemente por sus interlocutores. Porque frente a la posverdad instalada, los hinchas informados tenemos la palabra —y los hechos, y las pruebas—.
Un artículo de Eduardo Salcedo, abogado y escritor aliancista,
elaborado en investigación conjunta con El Blog Íntimo. Favor de citar si replica este trabajo.
En diciembre del año pasado, nuestro templo cumplió 50 años. Foto: Alianza Lima
Todos los aficionados al fútbol contamos tardes o noches memorables en el estadio de nuestro club. Así como tardes o noches dignas de olvido, por supuesto. Victorias y derrotas en casa forman parte especial de nuestro acervo como hinchas, del vínculo con nuestra institución, de nuestra pertenencia a su masa de seguidores. De allí que al escenario propio de nuestro club solamos llamarlo nuestro templo, atribuyéndole, orgullosos, la exclusividad del apelativo.
En el caso de los doce millones de aliancistas del mundo, nuestro templo es el Alejandro Villanueva del populoso distrito de La Victoria, en Lima, Perú. Coloquialmente conocido, por el barrio en el que se asienta, como el estadio de Matute. En él hemos presenciado bellísimas gestas, celebrado triunfos históricos y gozado con logros inolvidables, pero, como no podía ser de otra forma, también hemos sido parte de tristes experiencias, dolorosas derrotas y penosas determinaciones. Eso sí, siempre con la blanquiazul empapada de sudor, la voz ronca de tanto alentar y el corazón acelerado al límite.
Como de todos los estadios populares del mundo, se dice mucho del nuestro, para bien y para mal. Nosotros lo queremos y los rivales lo aborrecen, una obviedad. Los grones exaltamos sus no pocas virtudes y los rivales exageran sus pretendidos defectos, como es lógico. Nosotros lo llamamos “la caldera”, evocando el merecido calificativo ganado aquel épico 18 de febrero de 2010, mientras que los contrarios lo insultan y menosprecian. Lo más normal en el mundo del fútbol. Parte de su folclore, de hecho.
Pero cuando el folclore se entremezcla con la burda mentira, cuando pasa de la joda a la virulencia y logra instalar posverdades sin correlato en la realidad, apoyado en la dejadez periodística y política o, peor aún, en su direccionado ejercicio, los hinchas debemos ponerle un alto. Debemos informarnos y divulgar a propios y extraños, a laxos y malintencionados, a los adversarios y sus portátiles. En esta ocasión, para eso estamos.
Una mentira que parece ser consigna
En los últimos años se ha hecho recurrente que ciertos sectores deslicen, con más o menos aspaviento, que Alianza Lima se habría beneficiado con una supuesta condonación de una deuda económica contraída con el Estado, pretendidamente para la construcción de su estadio.
Así de fácil lo espetan: “El Estado le condonó a Alianza su deuda por la construcción de Matute”, de lo que hace eco, desde luego, la siempre imaginativa y conveniente red social rival, particularmente la merengue, que como ninguna sabe desviar oportunamente la atención de sus entuertos.
Y cómo no, si fue su antiguo presidente, Alfredo González Salazar, quien dio nacimiento a la patraña. Corría la primera década del siglo y su club ya se sumía en deudas, la Sunat había dispuesto el embargo y la tasación de Campomar – U y al cuestionado personaje no se le ocurrió mejor idea que exigir una condonación, reclamando un trato similar al supuestamente prodigado a Alianza en los ochenta y amenazando con denuncias y consecuencias, por supuesto.
Alfredo González, uno de los responsables de este bulo. Foto: El Comercio
Sin embargo, tal supuesta condonación no es cierta. Es más, las pretendidas características de la deuda misma no son ciertas. Muy por el contrario, son completamente falsas. Alianza no se benefició de condonación alguna, señores, ni siquiera contrajo deudas para la construcción de su estadio. A diferencia de otros, Alianza financia sus proyectos y sus deudas las paga.
Periodistas, políticos e hinchas rivales se encargaron de levantar el bulo. Vicente Cisneros, por ejemplo, quien, en su programa en radio nacional, aludió a un incierto anuncio de condonación, emitido supuestamente en un clásico de inicios de los ochenta, por un ministro belaundista. O Víctor ‘Vitocho’ García Belaunde, quien, en un programa de actualidad política, mencionó que colaboró para una condonación, supuestamente en la misma época. Y así, otras personalidades se sumaron al cargamontón.
Pero nadie, ni con el mayor de sus esfuerzos, pudo acreditar semejante información. “El Estado le condonó a Alianza su deuda por la construcción de Matute”, esbozan, pero no pueden probarlo.
La verdad documentada
Lo primero que muy convenientemente omiten quienes levantan rumores sobre la construcción del Alejandro Villanueva es que el terreno donde hoy se yergue era ocupado por el Club Alianza Lima, legítima y legalmente, al menos dos décadas antes, siendo de público conocimiento que en él construiría su recinto.
Tan es así que, por gestiones del entonces presidente de la institución General EP José Francisco Vásquez Benavides, la simbólica primera piedra del coloso victoriano se colocó en 1951, conmemorándose el primer cincuentenario de la institución.
Y tan es así que, después de una serie de vaivenes dirigenciales, financieros y deportivos, lamentablemente recurrentes en nuestra historia, y de las gestiones del arquitecto oriental y después dirigente Walter Lavalleja Sarries Cabrera, las obras empezaron a mediados de 1966.
La prensa escrita de la época, a la que acudimos para esta investigación, informó prolíficamente a este respecto.
Inspección de la primera etapa de las obras por socios e hinchas. Archivo: Arkiv
Ello nos lleva a la segunda inadvertencia de los interlocutores del bulo. Que la modalidad utilizada para la construcción del recinto blanquiazul fue la venta de asientos vitalicios, una gestión cooperativa, como fue llamada.
Así, el club y la empresa Brasilar del Perú, que dirigía el mencionado profesional uruguayo y que se encargaría de la ejecución de la obra, para lograr financiarla convinieron en dicha figura jurídica, que incluso brindaba facilidades de pago ante el Banco Internacional del Perú a los socios e hinchas interesados.
Como sabemos, el proyecto contemplaba una arena de 60,000 asientos (sueño que aún hoy resguardamos los aliancistas), de los que, se preveía, 18,000 serían vitalicios (para quienes los compraran y, consecuentemente, financiaran la obra) y 42,000 quedarían libres para taquilla.
Publicidad de la venta de asientos del proyectado coloso. Archivo: Arkiv
El monto finalmente recaudado, sin embargo, impuso una obra más modesta. Se habían proyectado dos bandejas, pero se terminaría una. Se contaba con la continuación de la segunda, pero hasta hoy la esperamos. De una u otra forma, eso sí, nos dieron un hogar entrañable.
Esta información también es abundante en la prensa escrita de la época, solo tuvimos que acudir a ella.
Lo que nos lleva a la tercera conveniente omisión. Según la mayoría de fuentes consultadas, la primera etapa del templo blanquiazul (donde se levantarían el anillo inferior, los camarines, la posta médica, la fosa perimetral y la cancha) estuvo lista alrededor de julio de 1969 y su segunda etapa (el anillo superior, los halls, las cabinas) se concluyó a fines de 1972.
En el interín, desde luego, la obra experimentó inconvenientes financieros (son varias las anécdotas acerca de esporádicas carencias), complicaciones técnicas (que siempre encontraron solución) y rémoras administrativas (con el costo en tiempo, esfuerzo y recursos que siempre implican), pero fueron sorteados con tesón dirigencial, competencia profesional y voluntad pública. Sin favores de por medio, sin préstamos ni condonaciones.
A la postre, el coloso aliancista fue un milagro de la fe. Así fue calificado por los protagonistas de su construcción, por la prensa y por la propia hinchada blanquiazul, que en apenas dos años, el 27 de diciembre de 1974, lo llenaría por vez primera.
La escuadra íntima en su primera visita al recinto concluido, en diciembre de 1972. Archivo: Arkiv
Con ello, lo clamorosamente cierto es que el estadio de Matute empezó y terminó de edificarse SIN DEUDA ALGUNA CON EL ESTADO, comenzó a construirse y se irguió finalmente CON FINANCIACIÓN PROPIA.
Pero sigamos, porque la verdad se cuenta completa. El Club Alianza Lima adquirió formalmente la propiedad del terreno de Matute recién en junio de 1972, es decir cuando las obras de su estadio estaban casi concluidas, como ya vimos. Lo hizo mediante la escritura pública de adjudicación dispuesta por el conocido Decreto Ley N° 19434, del 6 del mes y año citados, que aquí reproducimos:
Con el decreto de adjudicación el Estado formalizó la transferencia de propiedad
Pues bien, resulta que solo después de formalizada dicha transferencia propietaria y de concluidas las obras del recinto, a fines de 1972, como ya hemos mostrado, el club suscribió contratos de préstamo con el Estado. Sí, conforme a la documentación registral a la que tuvimos acceso, dichos préstamos se dieron recién a partir de septiembre de 1973.
Entonces, más allá de los móviles y los montos de dichos préstamos (en los que nos detendremos en breve), lo primero que salta a la vista, que está debidamente acreditado y que los interlocutores de nuestro medio pasan por alto es que EL CLUB NO SE ENDEUDÓ POR LA CONSTRUCCIÓN DE SU ESTADIO.
En este punto cabe detenernos brevemente en el mencionado Decreto Ley N° 19434. Porque el artículo 6 de dicha norma fue modificado en octubre del mismo año 1972 a fin de exonerar del pago de impuestos la operación de adjudicación, y esta modificación es usada por algunos mensajeros de humo como gran prueba de condonación. Veamos:
Decreto modificatorio del decreto de adjudicación, únicamente en materia tributaria
Pero sepan, ilustrados señores, que una exoneración tributaria no es lo mismo que una condonación de capital y/o intereses, eso primero. Y segundo, que en la época todas las donaciones / adjudicaciones gozaban del beneficio, como da cuenta la propia parte considerativa del decreto modificatorio.
Dicho de otra forma, exonerar de impuestos una operación como la que nos atañe correspondía según ley, no constituyó favor estatal alguno, ni fue jurídica ni moralmente cuestionable.
Los préstamos posteriores a la construcción
Zanjado lo anterior, hablemos ya de los préstamos posteriores a la construcción del estadio blanquiazul.
De acuerdo a los legajos y asientos registrales a los que El Blog Íntimo tuvo acceso, se trató de DOS OPERACIONES CREDITICIAS. UNA DEL 20 DE SEPTIEMBRE DE 1973 Y LA OTRA DEL 28 DE NOVIEMBRE DE 1974. Juntas alcanzaron los S/ 92’000,000.00 (noventa y dos millones de soles) de la época, más intereses y gastos.
Sobre los conceptos de estas operaciones de préstamo las fuentes consultadas no dan suficientes luces. No se tiene certeza de si ellas financiaron la postrera habilitación de la explanada del templo victoriano (a raíz de la tardía actuación estatal sobre los terrenos de Mendocita), los ajustes finales al escenario deportivo, los honorarios de los profesionales encargados de la obra, el mobiliario o similar. Incluso podrían haberse utilizado para cualquier otro fin institucional.
Nosotros, a diferencia de quienes murmuran, preferimos no especular y nos quedarnos con los datos y las fechas hasta aquí vertidos, aun a sabiendas de que este pequeño espacio obscuro podría usarse para instalar resquicios de duda. No lo tememos.
Porque lo único cabalmente cierto es que los préstamos, por sus fechas y sus montos, se dieron para fines posteriores y distintos a la construcción del estadio y se garantizaron plenamente (por montos superiores a la deuda, valga decir) con la correspondiente hipoteca (1) sobre el estadio ya construido. Ello consta en documentos inscritos en los Registros Públicos que hoy ponemos sobre la mesa.
Además, DICHA DEUDA SE CANCELÓ EN SU INTEGRIDAD, el club pagó capital, intereses y gastos, tal como se había establecido contractualmente. De tal forma lo declaró el propio Banco de la Nación, en documento del 21 de diciembre de 1998, otorgado ante notario público y que también obra inscrito en los Registros Públicos. Veamos dicho instrumento:
El Banco de la Nación reconoce el pago de la deuda (página 1)
Como se aprecia, este acto jurídico fue emitido en papel membretado del Banco de la Nación, suscrito por sus representantes legales y legalizado notarialmente. En él, la institución estatal identifica la deuda de Alianza Lima (cláusula primera), de inmediato precisa las garantías hipotecarias constituidas en resguardo de su pago (cláusula segunda), por montos superiores a la deuda, tal como adelantamos líneas arriba, y concluye declarando lo siguiente:
“…las deudas descritas en la cláusula primera, han sido íntegramente canceladas por EL CLIENTE, motivo por el cual EL BANCO otorga el levantamiento de la garantía hipotecaria que se señala en la cláusula precedente así como de sus ampliaciones” (cláusula tercera).
En efecto, las deudas fueron íntegramente canceladas. Pagadas, honradas, sufragadas. Use usted, estimado lector, el sinónimo que guste. El Club Alianza Lima pagó íntegramente su deuda, la que no adquirió para construir su estadio, y así lo declaró su propio acreedor, en documento debidamente emanado, protocolizado e inscrito públicamente. A consecuencia de ello, como es legalmente mandatorio, también se levantó la hipoteca constituida sobre Matute. Fin.
Podríamos cuestionar el paso del tiempo entre el pago de los préstamos y los documentos que lo acreditan, podríamos criticar a las viejas dirigencias del club y su eterna dejadez para con los intereses de Alianza (realmente es inconcebible que, habiendo pagado sus deudas a tiempo, el club permitiera que las hipotecas correspondientes permanecieran inscritas cerca de veinte años), pero ello no corresponde a este artículo. Por ahora sigamos.
¿Desinformación o algo más?
¿¡Entonces, de dónde sacaron González y después Cisneros, García Belaunde y otros que Alianza fue favorecido con una supuesta condonación y que ella correspondió a la construcción del estadio del club!? ¿Apenas meros lapsus de la memoria? ¿Tal vez ingratas confusiones? ¿Acaso el mórbido levantamiento de un insustentado rumor?, ¿o, peor aún, alguna mala intención?
A ver, pensemos bien y presumamos alguna verdad en sus dichos.
Puede ser que en efecto un político como el aludido por González y Cisneros haya anunciado a los cuatro vientos una futura e incierta condonación, tal vez creyendo ganar aplausos para el régimen, acaso porque algún despistado dirigente o algún hincha bienintencionado se lo mencionaron o sugirieron, sabe Dios. Populismo siempre hubo en nuestro país y siempre con las mismas consecuencias, los encomios vacíos, la foto y la nada. Literalmente la nada, como demuestran las pruebas que alcanzamos.
Vicente Cisneros aludiendo al supuesto anuncio de condonación
Puede ser también que García Belaunde haya intervenido de alguna forma en la cuestión, probablemente gestionando alguna intermediación, quizás haciendo una llamada, podemos imaginar escenarios de refinanciación o similares, muy usuales en el ámbito bancario. Pero, en vista de las pruebas que sostienen esta investigación, tal pretendida colaboración habría sido inocua, la deuda se pagó sin condonación alguna.
Vitocho Belaunde invocando una incierta intervención
En la prensa escrita, para los años que nos congregan, no encontramos rastro de discurso alguno en el que un ministro de economía de Belaunde se refiriese a una condonación a favor de Alianza. Tampoco encontramos, ni en el Diario Oficial El Peruano, ni en el Sistema Peruano de Información Jurídica, ni en el archivo normativo electrónico del Congreso de la República, para el mismo periodo, norma alguna, ley, decreto o resolución de condonación con que ello necesariamente se hubiese formalizado.
Mucho menos encontramos una “ley de interés social” (concepto per se inexistente en nuestro sistema jurídico), con la que otras personalidades y comunicadores refirieron falsas condonaciones.
En consecuencia queda claro que, aun pensando bien, los datos que alcanzan quienes levantan el rumor no tienen asidero.
Lo que sí es cierto es que ni González, ni Cisneros, ni García Belaunde, ni ningún otro interlocutor acudieron a la fuente directa natural de la materia, como mandarían el estricto apego al profesionalismo periodístico y la prudencia política mínima esperable. Entonces tuvimos que encargarnos y seguimos, pues, como ya ha debido quedar claro, más allá de hinchajes, profesiones o pretensiones, nosotros buscamos la verdad y la informamos completa.
Un embargo aparentemente efectivo
Sucede que, en algún momento, el club sí habría demorado con el pago de sus préstamos, tan es así que el Banco de la Nación, a consecuencia, INICIÓ UN PROCESO JUDICIAL EMPLAZÁNDOLO E INCLUSO TRABÓ UN EMBARGO PREVENTIVO, del que sabemos por las inscripciones del Registro Público, aunque estas no precisan cuotas vencidas, montos, ni plazos.
Sobre dicha operación cautelar, no podemos descartar y hasta es presumible que ella haya generado el pago pronto de la deuda del club. Es usual que un embargo descoloque y aperciba de tal forma, esa es precisamente su naturaleza y función.
Sin embargo, y esto es lo fundamental y consta también en el Registro Público, a la postre, ni el litigio prosperó, ni el club extendió su deuda. NO FUE NECESARIO UN PRONUNCIAMIENTO JUDICIAL DE FONDO pues, como ya vimos y probamos, Alianza pagó. La deuda, la relación comercial, el asunto mismo, concluyeron sin conflicto.
Consecuentemente, de nuevo, ¿¡de dónde sacaron González y después Cisneros, García Belaunde y sus cajas de resonancia que Alianza fue favorecido con una supuesta condonación de deuda y que ella se refirió pretendidamente a la construcción de Matute!? A estas alturas preferimos pensar que solo fueron presas fáciles de sus malas memorias y/o de sus egos personales.
Por ello, a fin de evitarles jaquecas y de cerrar completamente el círculo, como mandan el estricto apego al profesionalismo periodístico y la prudencia política, tenemos más información. Con ella los periodistas, los políticos y la red social rival que los replica (siempre propensa a la mentira, el trastoque y la posverdad sobre nuestro estadio y sobre todo aquello que atañe al mundo blanquiazul), deberían quedar servidos (y la última en silencio, además, aunque sea mucho pedir).
La última pieza del rompecabezas
Aquí vamos. Además de la primera deuda, que como ya vimos no se generó para construir el estadio Alejandro Villanueva y que, en cualquier caso, Alianza pagó íntegramente, EL CLUB CONTRAJO OTRA DEUDA con el Banco de la Nación para repatriar a nuestros ídolos nacionales Teófilo Cubillas y Hugo Sotil, en medio de una política estatal previa al Mundial de Argentina 1978.
Tal como acreditan los asientos y legajos registrales a los que El Blog Íntimo accedió, dicha deuda fue garantizada por el Instituto Peruano del Deporte – IPD (entonces Instituto Nacional de Recreación, Educación Física y Deportes – Inred) mediante cartas fianzas (2) y estas, a su vez, fueron garantizadas por el club mediante hipotecas constituidas sobre Matute entre el 14 de abril y el 14 de agosto de 1977.
¿Y qué creen, acuciosos señores, periodistas, políticos e hinchas rivales? Así es, ALIANZA LIMA TAMBIÉN PAGÓ ESTA DEUDA. Ello también obra en los Registros Públicos, que hasta aquí nadie se había dado el trabajo de revisar. El Club, precisamente para levantar las últimas hipotecas mencionadas, lo declaró en documento inscrito y el IPD lo refrendó en su respuesta, también inscrita. Veamos ambos instrumentos:
Carta del club al IPD (Inred) (página 1)
Nótese la claridad de las misivas, ambas legalizadas notarialmente y ambas, por ende, con pleno goce de fe pública. La de la institución blanquiazul, del 18 de mayo de 1999, reza lo siguiente:
“Como quiera que el Club Alianza Lima cumplió con cancelar las mencionadas obligaciones con el Banco de la Nación sin que se hicieran efectivas las fianzas otorgadas por el Inred dichas fianzas han caducado sin haberse ejecutado, por lo que en la actualidad no existe ninguna obligación pendiente”.
La de su par estatal, entidad fiadora de la operación de crédito, emitida el 27 de mayo de 1999 previa consulta con su Oficina de Asesoría jurídica, señala:
“…desde la fecha en que se suscribieron las escrituras públicas que nos indica, ha transcurrido más de diez años y consecuentemente ha operado la caducidad, por tanto, el levantamiento del gravamen no requiere de instrumento público ni de la intervención de esta institución”.
Queda claro nuevamente. Alianza pagó, canceló, sufragó, honró su deuda. No fue necesario hacer efectiva fianza alguna del Inred y mucho menos ejecutar las hipotecas inscritas a su favor. A consecuencia de ello, como dispone la ley, dichas fianzas caducaron de pleno derecho (sin necesidad de tan siquiera emitirse otro acto jurídico) y se levantó las hipotecas.
Ninguna deuda, ningún gravamen. Más claro solo el agua. Fin.
Como antes, podríamos reprochar a las antiguas dirigencias del club el paso del tiempo entre el pago oportuno de esta última deuda y el sencillo trámite para el levantamiento de su gravamen (lo dijimos ya, es lamentable que, habiendo pagado la deuda a tiempo, el club permitiera que la carga respectiva permaneciera inscrita por décadas, al punto que el IPD mismo se lo hiciera notar), pero ello, nuevamente, no corresponde a este artículo.
Conclusión: ni condonación ni favores
La información de primera mano y de fuente idónea: EL CLUB ALIANZA LIMA NO FUE FAVORECIDO CON NINGUNA CONDONACIÓN DE DEUDA, ni siquiera adquirió deuda alguna por la construcción de su estadio.
Alianza Lima financió las obras de su recinto y pagó todas sus obligaciones posteriormente contraídas, para ello no necesitó aprovecharse de discursos o intervenciones políticas, de regímenes especiales o de leyes con nombre propio. No era tan difícil enterarse, señores, ni difundirlo adecuadamente.
Estamos seguros de que el lector acucioso, el ciudadano razonable y el hincha sensato, de cualquier vereda, tendrán suficiente con este artículo para dar por cerrada la patraña. Alianza Lima no se endeudó para construir el Alejandro Villanueva y sus deudas posteriores las pagó.
Años más tarde llegarían las deudas tributarias del club, los embargos y los coactivos de Sunat que a la postre terminaron, como es sabido por todos, en el proceso concursal que hasta la fecha se tramita a expensas de Alianza. Pero esa es otra historia y tampoco atañe a este artículo.
Entonces, terminamos donde empezamos. Porque en lugar de los bulos, las mentiras y las posverdades sobre Matute, uno de ellos aquí suficientemente desbaratado, toca recordar las tardes o noches memorables en nuestro estadio y reflexionar sobre sus tardes o noches dignas de olvido.
Ahora que competimos internacionalmente, quedémonos con las recientes jornadas en la que Alianza Lima venció al Boca Juniors argentino o al Gremio brasilero en torneos continentales. Siempre frente a treinta mil íntimos enfervorizados, en casa, en la caldera, en nuestro templo entrañable.
Es todo por ahora. ¡Arriba Alianza! ¡Toda la vida!
P.D.: A los necios de siempre que, aun frente a las pruebas alcanzadas, nieguen la verdad e insistan con la mentira, los esperamos con las suyas (no las tendrán, pasa en varias materias, ya nos tienen acostumbrados).
1 Contrato por el cual el deudor garantiza el pago al acreedor, con un inmueble de su propiedad. Si el deudor no paga en tiempo y forma, el acreedor se hace cobro con el inmueble.
2 Instrumentos por los cuales el deudor garantiza el pago al acreedor, con el patrimonio de un tercero, el fiador. Si el deudor no paga en tiempo y forma, el acreedor se hace cobro con el patrimonio del fiador.