Daily Cannon
·1. Dezember 2025
¿La ruptura en el vestuario del Arsenal femenino y la sucesión frenan su temporada?

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·1. Dezember 2025


Foto de Julian Finney/Getty Images
La semana pasada, The Athletic publicó un informe bien fundamentado que detallaba problemas dentro del Arsenal Women. Se identificaron tres cuestiones centrales: la estructura por encima de la entrenadora, la planificación de sucesión y un vestuario que se dice está fracturado.
En términos estructurales, persiste la incertidumbre sobre los roles respectivos de Clare Wheatley y Jodie Taylor. ¿Qué supervisan, en términos prácticos, la Directora de Fútbol Femenino y la Ejecutiva de Servicios de Fútbol? Su cometido exacto no está claro, especialmente en relación con el reclutamiento, donde siguen surgiendo preguntas sobre la toma de decisiones y la rendición de cuentas.
La planificación de sucesión sigue siendo una preocupación recurrente. Entre los aficionados hay una sensación persistente de que el timing no siempre ha sido el correcto. Al menos, el verano pasado trajo dos incorporaciones sólidas en Olivia Smith y Taylor Hinds, junto con una portera suplente en Anneke Borbe.

Foto de Naomi Baker/Getty Images
El problema mayor ahora es la magnitud del posible recambio el próximo verano. Con varias jugadoras sin contrato y otras que o bien declinan o ya no son del agrado de la entrenadora, podrían producirse hasta seis o siete salidas del primer equipo. Eso plantea preguntas obvias sobre el volumen y la calidad del reclutamiento. ¿Cuántas jugadoras tendrían que llegar, qué nivel puede aspirarse a alcanzar de forma realista y qué perfiles representarían?
Es evidente que ciertas jugadoras no se adaptan a los roles requeridos por el plan de juego de la entrenadora. Cualquier nueva incorporación debe ajustarse a esas exigencias de inmediato. De lo contrario, el club corre el riesgo de repetir errores del pasado, fichando jugadoras que no son realmente necesarias, algo que ha ocurrido varias veces en los últimos cinco años.
En verdad, el Arsenal tiene necesidades en casi todas las posiciones del campo, ya sea para nuevas titulares o para una profundidad fiable. La única posible excepción es la posición de número nueve, donde deberían estar disponibles tres opciones la próxima temporada: Alessia Russo, Stina Blackstenius y Michelle Agyemang. Si una de esas tres se marcha en verano, esa posición requeriría una reevaluación, a menos que se considere que Jessie Gale está lista para dar el salto como delantera de tercera elección.

Foto de Julian Finney/Getty Images
Ocho jugadoras fueron cedidas esta temporada. Una, Michelle Agyemang, ya ha regresado por una lesión de larga duración. Junto a ella, quizás dos o tres más podrían, de forma realista, formar parte de la plantilla la próxima temporada. El camino desde el fútbol de academia hasta la pugna por un puesto en el primer equipo sigue siendo extremadamente estrecho. Esa realidad se ha reflejado en las salidas de Teyah Goldie y Freya Godfrey al London City Lionesses en busca de minutos regulares y desarrollo.
El elemento más preocupante del informe de The Athletic, sin embargo, se refiere al vestuario. Numerosas fuentes cercanas al equipo describen un entorno que lleva muchos años fragmentado, con falta de unidad y tensión subyacente. Se dice que un grupo reducido ejerce una influencia significativa en la dinámica del vestuario y en la toma de decisiones.
Existe un grupo de liderazgo claramente definido bajo Renee Slegers, compuesto por la capitana, la vicecapitana y las jugadoras veteranas. Esa estructura es normal en cualquier plantilla de fútbol. La pregunta es si esa autoridad se ha estirado en exceso.

Foto de James Fearn/Getty Images
Algunos vincularon la dinámica de poder centrada en las jugadoras con el crecimiento acelerado del propio fútbol femenino. El aumento de la exposición y la atención ha coincidido con un incremento de la influencia de las jugadoras. Un pasaje del informe dice: “En el vacío, el vestuario se ha convertido en un lugar difícil para que algunas jugadoras se sientan cómodas. Una fuente indicó que nunca había conocido un entorno ‘tan competitivo y a la vez tan irrespetuoso’.”
Esa observación es profundamente inquietante. Cualquiera con experiencia en un vestuario profesional entiende lo corrosiva que puede ser una atmósfera envenenada. La historia, tanto en el fútbol masculino como en el femenino, muestra lo rápido que un entorno insalubre puede descarrilar a un equipo.
The Athletic también informó de que algunas jugadoras comenzaron la temporada pasada y la pretemporada con la impresión de que recibirían más minutos de los que finalmente han tenido. Otras, descritas como trabajadoras en los entrenamientos, se sienten no recompensadas, lo que llevó a un agente a observar que “algunas jugadoras son intocables”.
En cierta medida, la jerarquía dentro de una plantilla es inevitable. Las jugadoras establecidas a menudo conservan el derecho a ser titulares por delante de las suplentes y las opciones periféricas. Ese es un proceso normal en el fútbol de élite.

Foto de Julian Finney/Getty Images
Los propios patrones de Slegers reflejan ese conservadurismo. A lo largo de su mandato ha promediado 2,75 cambios en el once inicial por partido, mientras que realiza una media de 4,85 sustituciones. Su enfoque es confiar en jugadoras probadas. Esa metodología conlleva riesgos cuando se acumulan las cargas de trabajo y llegan las lesiones, como ocurre actualmente.
Las decisiones de selección están en el corazón del rol de una entrenadora, junto con la preparación táctica. Las entrenadoras viven y mueren por los resultados. También es relevante que Slegers trabaja con un contrato de 18 meses.
Si el club decide que no es la persona adecuada, podría tomarse una decisión tan pronto como en junio. Eso, sin embargo, no abordaría los problemas estructurales más profundos ahora expuestos.
Este artículo fue traducido al español por inteligencia artificial. Puedes leer la versión original en 🏴 en este enlace.









































