IAM Noticias
·25. August 2025
Mbappé da tiempo a Xabi

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Otros dos goles del francés, de nuevo en versión galáctica, le dan el triunfo a un Madrid de más a menos. Vinicius fue suplente y dio una asistencia y marcó.
Mientras alcanza velocidad de crucero, el Madrid ha encontrado a qué agarrase: Mbappé, que el año pasado ofreció goles y en este da goles y aura. Cuatro cambios metió Xabi Alonso para que cambiara poco: el equipo vive de la pelota, recupera pronto y no concede casi nada, pero pasa del sobresaliente al aprobado según gana metros. Arriba se oscurece. Al menos ante equipos que esperan mucho y proponen poco como el Oviedo. Y es entonces cuando aparece un verso suelto, quizá el mejor del mundo, Mbappé, para que el proyecto gane tiempo. Otro duende, Vinicius, tuvo terapia de banquillo. De él salió desatado: dio un gol, marcó otro y fue a la guerra con la grada en menos de media hora. Un genio con demasiado genio.
Podría establecerse en el Tartiere el verdadero comienzo de la nueva era del Madrid, en la noche en que el ojo de Xabi Alonso coincidió con el de la hinchada y pegó el volantazo. Trent, Brahim y Vinicius, insípidos durante el Mundial de Clubes y en el estreno ante Osasuna, perdieron el sitio. El brasileño no era suplente desde el último partido de Liga de la campaña pasada y la decisión quedaba más que justificada: salía de una baja de dos semanas por un esguince de tobillo. Aquel jugador que parecía inmune a la melancolía se detuvo el pasado invierno, perdió la rebeldía y perdió el regate. Uno completó ante Osasuna. A Xabi le pareció que era el momento de cambiar su puesto, de la banda al rincón de pensar, y metió a Rodrygo, que no era titular desde el primer choque del Mundial de Clubes, ante el Al Hilal, que no jugó un minuto ante Osasuna y que tendía a cero. Tuvo más chispa que el último Vinicius.
En el once también se coló Mastantuono, a la espera de que la fe mueva la montaña. Curioso su caso, aunque no tanto en el mundo del fútbol, muy inclinado a creer en lo que no se ha visto. Y en la misma banda volvió Carvajal, un chute de adrenalina. Estuvo impecable.
A Paunovic, en cualquier caso, el ataque del Madrid le pareció igual de demoledor con Vinicius que sin él y metió un tercer central a la espalda de Sibo y Dendoncker, fichado esta misma semana y lanzado a la primera línea de combate. El plan no resultó.
Y es que el comienzo del encuentro fue casi idéntico. El balón, abusivamente de un Madrid tan ordenado como poco emotivo y un Oviedo encastillado, pero sin entrar en pánico. El asedio lo daba por descontado. Diríase que la afición blanca está poco acostumbrada a este juego tan académico, sin sobresaltos en un área ni en la otra.
El juego del equipo de Xabi no tenía tanta simetría como figuraba en el once. Rodrygo era un verdadero extremo; Mastantuono, según las ocasiones. Le tira la mediapunta, el puesto que le llevó al primer equipo de River, aunque la vida y Gallardo le inclinaran a la derecha.
Lo cierto es que el Madrid no encontraba por dónde salvar la muralla. A los 3’ Rodrygo, muy emprendedor y desbordante, intentó una rosca mordida que rechazó con el meñique izquierdo Escandell. A partir de ahí se abrió un larguísimo paréntesis en el ataque blanco. Empacho de pases, falta de velocidad y de ideas. En teoría, las mejores debe traerlas Arda Güler, un ingenioso al que Xabi Alonso quiere de ingeniero, pero aún le falta dominar el oficio. Especialmente el cambio de juego, una llave que abre casi todas las cajas fuertes. Así que el Madrid volvió al plan B, el remate desde fuera del área. Lo inauguró Valverde y le siguieron Mastantuono y Arda Güler, todos poco certeros.
Más espaciadas aún eran las salidas del Oviedo. Lo más cercano a una ocasión fue un intento de vaselina de Dendoncker que acabó siendo un caramelo para Courtois. Arriba solo andaba Salomón Rondón, viejo guerrero, leyenda venezolana, condenado a una misión imposible.
Cerca del descanso cambió de marcha el Madrid. Pudieron marcar Rodrygo y Arda Güler, pero lo hizo del de siempre, Mbappé, que recibió del turco. El control, con giro de 180 grados sobre la marcha, lo fue todo, le puso ante Escandell y no perdonó. El Oviedo protestó falta de Tchouameni a Dendoncker en la recuperación. No quedó claro y el VAR guardó respetuoso silencio. El Madrid se iba al descanso con un 73% de posesión, 17 disparos y un gol. Mucha pólvora para tan poca conquista.
Con todo perdido, Paunovic quitó un central, Luengo, para apretar más arriba con Hassan, extremo diabólico que le dio la noche a Carreras. El Oviedo llevaba 24 años, que son siete vidas en el fútbol, esperando el momento y estaba obligado a quedar bien con esa gente que llenó el Carlos Tartiere. Así que se sacudió el complejo y sacó los colmillos. El Madrid, con más espacios y en contra de lo esperado, empequeñeció. Lo advirtió pronto Xabi, que cambió sus bandas. Llegó al partido la segunda oleada, Brahim más Vinicius.
Sin embargo, la dinámica había cambiado . El Oviedo había dejado de ser un equipo sometido y pisaba ya el área del Madrid sin disimulo. Le faltaba claridad, pero le sobraba empuje. Aun así, Valverde tuvo el 0-2 y se lo quitó Escandell. Paunovic se animó a meter más fichajes (Ejaria, Brekalo) y Xabi Alonso tiró de Gonzalo, lo que dejó a Mbappé como segundo punta. Nada despertaba al Madrid, que vio como Sibo mandó un disparo colocado al palo, hasta que Vinicius salió a escena a toda mecha. Picado con la grada, robó un balón en medio campo y le regaló el doblete a Mbappé. Tuvo el francés el 0-3 y se lo quitó Escandell. No le hizo falta para redondear su noche. Sí la abrochó Vinicius, que cerró la cuenta. Se lo debía.
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