La Galerna
·4. Dezember 2025
Mbappé y Camavinga, los dos mosqueteros

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·4. Dezember 2025

Buenos días a todos. En un partido espectacular, tal vez el mejor en lo que llevamos de campaña, el Real Madrid goleó en su propio feudo al Athletic Club (0-3). Aún vibra en nuestra retina la belleza de los goles conseguidos, muy diferentes entre sí pero todos de hermosísima ejecución. Aún nos dura la satisfacción por el general buen funcionamiento de nuestra escuadra.
Si bien la excelencia lograda ayer por los de Xabi tiene el marchamo edificante de lo colectivo (ver jugada completa del segundo gol), es obligatorio destacar al incomparable Mbappé, y en este sentido no hay nada que reprochar a la canallesca, que hoy encumbra con toda justifica al francés. No solo lo merece por el partido de ayer. Es todo lo que llevamos de escandalosa temporada. Una pequeña muestra estadística: de los últimos 9 goles blancos, 7 han sido marcados por Kylian. Los otros 2 los marcaron Bellingham y Camavinga… a pase de Mbappé.
Sí, estamos pensando lo mismo que vosotros: que no se constipe.

Marca habla de un SuperMbappé (nada que objetar) y de un Madrid que fue “por fin un buen Madrid”. Está tirado con mala leche, por cuanto induce a pensar que es la primera vez que juega bien, cuando lo cierto es que el Madrid ya lo ha hecho (entre bien y muy bien) algunos partidos este año. Lo exasperante han sido las subidas y bajadas, las inconsistencias, la montaña rusa, el rompepiernas. De hecho, y en virtud de este pasado reciente, lo más sensato tras esta gran victoria será tener los pies en el suelo y no descartar un pronto nuevo tropiezo, por ejemplo ante el Celta. No es ser aguafiestas, es ser realistas. La línea errática de este año aconseja prudencia y pies en el suelo, la receta opuesta a la euforia.
La portada de Marca trae a Mbappé y Camavinga en graciosa celebración de uno de los tantos. Es una especie de minué o duelo entre espadachines. Fueron los dos mosqueteros (su condición de francés debería convertir a Tchouaméni en el tercero, con Vinícius como D’Artagnan aunque no sea galo) en un partido vibrante. Lástima que el gran encuentro de Eduardo se viera lastrado por su lesión, que esperemos no sea grave. Otro tanto puede decirse de Trent, que tuvo que ir camino de los vestuarios precipitadamente por una nueva lesión muscular, justo cuando estaba jugando, tal vez, su mejor partido con el Madrid hasta la fecha.

Coincide As con Marca (y con cualquiera) en subrayar la “infinitud” de Mbappé, pero no es de justicia que se ignoren otros méritos. Lo podéis leer con más detenimiento en la crónica de Genaro Desailly, así como en sus notas en La Galerna. Tchouaméni, ya decíamos, en plan tercer mosquetero. Trent y Camavinga, soberbios. Courtois hubo de milagrear tres veces (una de ellas épica a los pies de Berenguer), lo que constituye al mismo tiempo la buena noticia de constatar que sigues tenido bajo palos al mejor y la mala de sentirte acogotado por el rival cada vez que se produce una de esas desconexiones que cada poco afectan al equipo y desazonan al aficionado (ayer las hubo también, no dejemos que nos ciegue el resultado). Y Vinícius no siempre tomó las mejores decisiones, pero fue un peligro constante para la portería de Unai Simón.
Usemos la prudencia para no agrandarnos en exceso, pues ya antes nos caímos del guindo y aún sentimos el impacto en las posaderas. En definitiva, en un día como hoy procede traer a colación al recordado Manolo Preciado, aquel técnico del Sporting de Gijón que, tras una victoria prometedora después de una mala racha, sentenció: “Ni hoy somos el Bayer Leverkusen ni ayer éramos la última mierda que cagó Pilatos”. No deja de tener su gracia que Preciado usara al Leverkusen, anterior club de nuestro entrenador, como epítome de la máxima calidad balompédica. Todos sabemos que ese epítome es el Real Madrid, aunque deseemos comprobar que el Leverkusen puede ser su antesala.
Os dejamos con las cositas cataculés. Pasad un buen día.









































