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La Galerna

·16. Dezember 2025

Resistir es vencer

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El Madrid es agonía, que para los griegos tenía que ver con la lucha. Es decir que se podría decir que el Madrid es una lucha permanente por la vida, parafraseando a Pío Baroja, que era guipuzcoano como Xabi Alonso y que algo, de esto, entendía. Como dice Hughes el Madrid de Alonso es, ya, puritito agón y en eso empieza a conectar de alguna manera con la tradición madridista, pues Zidane, el mejor entrenador de la Historia si se ponen al peso todos los títulos conseguidos, definió el carácter ganador en el fútbol con dos verbos: saber sufrir.

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Yo no sé si el Madrid de Alonso sabe sufrir pero indudablemente, lo está aprendiendo. Y nosotros, con él, con ellos, con jugador y entrenador fundidos en una comunión eucarística en el tormento, estamos, como aficionados, refrescándonos la memoria. Entre la videodesfachatez del corrupto CTA y el laberinto del entrenador, el madridista promedio está echando las muelas de juicio. Sentarse a ver un partido es una experiencia inmersiva en la idea conradiana del horror. El último mes está siendo terrorífico y Alonso ha salvado in extremis la cabeza a base de pírricas victorias que, de momento, lo único que le garantizan es vivir para morir otro día.


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Y sin embargo, no es poca cosa. Capello, en sus tiempos, pedía a sus jugadores que, si un partido no se puede ganar, al menos no lo perdieran. Por el mismo camino, Di Stéfano decía que un portero no tiene que parar las que van dentro sino, aunque sea, no meterse las que van fuera. Puede parecer de perogrullo pero si el Madrid de Alonso salva lo que queda de año a la misma distancia que está ahora mismo del Barcelona y vivo en la Copa del Rey, habrá ganado algo más que tiempo.

Porque el tiempo, ¿qué es? Nada más que una convención humana. Hubo días, no lejanos, en los que los madridistas, embriagados, definíamos el tiempo igual que los enamorados: tiempo es cuando juega el Madrid. Ahora sin embargo ya conozco a más de dos que piensan en el siguiente partido del Madrid como si de una cita con el dentista se tratara.

Esa alegría es lo que hemos perdido y, lo que son las cosas, los aficionados podemos recuperar por la senda tortuosa e incierta del sufrimiento.

De Alonso esperábamos rock and roll y fútbol moderno, y de momento nos podemos dar con un canto en los dientes con este camachismo resucitado

Si el Madrid de Alonso es La Sufridera al menos no es aburrido ni produce indiferencia y, por ese lado, hay algo ganado. Me cuesta encontrar brotes verdes como a Hughes pero el Madrid, a base de los vulgares cojones, sacó adelante el partido del Alavés. Hubo lo que antes se conocía como casta, que no da títulos pero se puede considerar la base de algo, indicios de que un cuerpo sigue vivo. Los jugadores corrieron y pelearon como contra el City. Y si bien no se pasó de ser un equipo vulgar y frágil, como digo al menos parecieron con vida, con fuerza y un poquitito de hambre. Y como decía mi abuelo de los enfermos, si hay hambre, hay tío.

De Alonso esperábamos rock and roll y fútbol moderno, y de momento nos podemos dar con un canto en los dientes con este camachismo resucitado. Se ha re-españolizado de golpe. El sufrir es muy castizo y la generación zoomer, esa que ha crecido pensando que las Copas de Europa las regalan por fascículos cada temporada, no está acostumbrada. Del gegenpressing hemos pasado al por cojones, que al final es la última ratio de todo esfuerzo español y por el que hay que dar gracias, ¡pues al menos es algo!

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El día del Barcelona me pareció atisbar un neomourinhismo y así lo dejé escrito pero, ¡cuánto puede cambiar la historia en cuatro semanas! Hay una cierta idea de juego en torno al 442 atortugado, blindado no en torno al músculo, porque no hay, el único que sigue en pie es Tchouameni del nefando modelo de eneryía, pero sí una cierta congregación en torno al pase. Güler y Bellingham, juntos en torno a Aurelio y con un par de alas abiertas, dan una sensación de verticalidad al equipo y no esa cosa estancada y pútrida que vimos en Vallecas, Elche y Gerona. No son Xaviniesta ni la CMK del Madrid de Zidane pero algo es algo. Al menos en base a este precario orden se pueden sacar partidos adelante, mal que bien y apretando los dientes. Sólo la victoria encadenada salvará el proyecto, que aquí no se trata de Alonso pues, si lo echan, ¿quién vendría después y para qué? ¿Qué podría hacer con un equipo que parece imposible táctica, técnica y humanamente?

Desde luego que resistir es vencer y el Madrid de Alonso se acoge al sufrimiento como vía de expiación a la espera de ir recuperando jugadores. La nómina de los que faltan tiene la suficiente entidad como para pensar que por sí sola pueden cambiar la inercia de la temporada: Carvajal, Trent, Militao, Camavinga…

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