Rincón del Turco: Lo que tu silencio otorga | OneFootball

«Lo que tu silencio otorga, lo que nunca se hace aliento, lo que en tu temblar me dice, tú vida la traiciona. Lo que escapa a tus mentiras, lo que se queda entre líneas, lo que tu silencio otorga…. nada más.»  Lo que tú silencio otorga – Juan Fernando Velasco

No fue un domingo sencillo. Una extraña entrega de boletines, escenario por demás curioso para un encuentro familiar dominical, hizo decaer el ánimo de los Puertas. La cara desencaja de mi viejo y de mi hermana, y un sobrino sobrellevado por la situación, eran la muestra fehaciente del desasosiego colectivo.

A las pocas horas, recibo una llamada de ese mismo núcleo, en el que, entre risas, y algo de burla, me decían que ni las caras apesadumbradas de la tarde, se podían comparar con las de la afición americana al final del clásico vallecaucano más aburrido de la historia.

Y tienen razón. El rostro de aquellos valientes que entraron al Pascual, de aquellos que, aún con el corazón lleno de deseo de ingresar no lo hicieron, y de cualquier americano en el mundo, no puede ser otra. Ah tristeza da, ver a uno de los otrora grandes clásicos del fútbol del país, devenido en un partidillo cualquiera, con un marco paupérrimo en la tribuna y con dos equipos restregándose la dignidad del que fuera el derbi regional para «no hacerse más daño»

Un espectáculo famélico, anodino, descafeinado, con dos equipos que se pararon en el gramado del Pascual Guerrero a dar pena ajena. Con muy poca propuesta futbolística, y con el colofón de un central que, al ver la escasez de protagonismo de los futbolistas, quiso tomar la posta para que las cámaras recayeran en él.

Un encuentro que no hizo más que develar el paupérrimo presente de los dos equipos, y del poco o nada se hablará con el peso de la historia. Una muestra del pavor a perder, y del temor a ganar, con dos equipos desvencijados en sus desgracias, y que reducen al gran clásico del Valle a un compromiso potreril por la gaseosa y el pancacho.

En cuanto a la protesta respeto a quienes decidieron ingresar al olímpico y se fumaron tal espectáculo lamentable, pero también a los que no lo hicieron, porque sé la razón por la que los mueve. En realidad, todos queremos lo mismo, un América digno y respetable, a la altura de su estirpe y de su historia, y no este cascajo que hoy porta el escudo.

No soy adalid de la moral para pregonar desde la falsa palestra qué debe hacer cada hincha o qué no, creo en el libre albedrío, y apelo a que cada uno se forja su criterio desde el ejercicio de reflexión personal, pensando en su economía, y en su paz emocional, pero sé que el objetivo y el deseo desde el corazón es mancomunado.

Por ahora, este dantesco «clásico» solo queda para el anecdotario familiar, y la risa después del drama. Tal vez, entre mi sobrino y América tienen algo en común, y es tendrán que salvar en dos meses lo que en ocho les quedó grande.

Cualquier sugerencia, queja, o lo que quieran manifestarme, pueden hacerla a través de mi cuenta de Twitter @UnMequetrefeMas; nos leemos en una próxima oportunidad en este “Rincón del Turco”. Un abrazo para todos.