
La Galerna
·26. August 2025
Vinícius es tan español como cualquiera

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El domingo por la noche, Vinícius salió al campo en Oviedo y en apenas media hora dio un pase y metió un gol. Hizo unos gestos de autoafirmación, que por supuesto no los ha inventado él: en la historia del fútbol sobran los ejemplos de jugadores que se señalan a sí mismos tras marcar un gol. Da lo mismo porque ese no es el cuento. Nunca lo fue.
En Vinícius se está repitiendo lo que pasaba con Cristiano Ronaldo. Es la estrella del Madrid y presume de ello. Eso España no lo perdona. La España ruin de las hormiguitas sólo tolera a los modosos en apariencia.
Vinícius s la estrella del Madrid y presume de ello. Eso España no lo perdona. La España ruin de las hormiguitas sólo tolera a los modosos en apariencia
Es la misma historia de Messi, Iniesta, Xavi o Casillas. Quizá sea la reminiscencia del peso del sacramento de la absolución en la conciencia colectiva, quizá sea la proyección contemporánea del niño, no destaques, santo y seña del franquismo sociológico. El caso es que aquí no gusta que uno tenga su propia fe: la exhibición sin complejos de la propia fuerza, de un cuerpo apolíneo y de una naturaleza desmesurada, causa inmediatamente la condena pública.
Como España es un país de cobardes, que como pueblo no levanta la testuz ni ante las humillaciones más flagrantes, parece que compensara sintiéndose agraviada por un joven brasileño que es consciente de su suerte y se muestra sin escrúpulos tal y como es. Vinícius es una estrella y se conduce como tal. Eso es inaceptable para Fulanito Fulanítez, quien desde el sofá de su casa siente como una ofensa en carne viva la constatación de que en el mundo hay individuos con orgullo que aún se defienden.
Escribía Miguel Hernández en un poema inmortal que España era una raza que no soportaba ni yugos ni trabas: jamás medraron los bueyes en los páramos de España, dijo el malhadado poeta, sin saber que sus versos, hoy, en 2025, no significarían nada. Vinícius es más español que cualquiera. Ante el escupitajo y el insulto es dinamita propagada y, como los toros, cuando muere, lo hace de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
España quiere monaguillos como ídolos aunque luego se sepa que son gente zafia, como Lamine; mezquina, como Messi; o mamarracha, como Piqué. Lo que importa no es la verdad sino su apariencia. Vinícius es Aníbal cruzando los Alpes en elefante: cuando está bien es el mejor, y cuando está mal, un loco arrojándose a un volcán. Demasiada verdad para una sociedad tan acostumbrada a la mentira. Demasiado Real Madrid para un país donde la existencia de este club resulta un auténtico milagro.
Vinícius es Aníbal cruzando los Alpes en elefante: cuando está bien es el mejor y cuando está mal, un loco arrojándose a un volcán. Demasiada verdad para una sociedad tan acostumbrada a la mentira
A todo esto, el que aún censure a Vinícius, como madridista, o es tonto o no sabe ni por dónde le sopla el viento. Es lo mismo que cuando Mourinho pero repetido como parodia. Un millón de moscas criticando al águila: Vinícius y el Madrid pertenecen a una especie muy distinta y el entendimiento, aquí, es imposible. Da igual Oviedo que Valencia, Mallorca que Sevilla, Villarreal que Salamanca: es una guerra donde sólo cabe el aplastamiento. La historia del Madrid prueba que cuando no gana usando su corona de martillo, el único perdón que encuentra es el de la condescendencia. Y ese es el ambiente ideal del Atlético de Madrid, pero el Real siempre ha sido otra cosa. Debe ser otra cosa.
Los españolitos quieren que Vinícius pida perdón y se comporte, es decir, que viva como todo el mundo, como si un tigre pudiera hacerse a comer acelgas o el sol tuviera que salir por el oeste. Pero Vinícius es el Madrid y el Madrid fue concebido para ganar a toda costa; existe sólo por la posibilidad de la victoria, y firmar una tregua, o sea, un empate, es la mayor traición posible a sí mismo.
Lo de Vinícius y España es algo muy cultural pero es lo mismo que con Cristiano. Él era el mejor, era guapo y era rico y con toda lógica no tuvo ningún problema en decirlo. Pero en España sólo el que va de víctima puede decir lo que se le antoje. El Madrid es la proyección del mal para las mentes enfermas, El Poder Absoluto y, por lo tanto, de partida, es el malo. Nunca tendrá la razón y sus mejores futbolistas, es decir, los más peligrosos para los contrarios, son su materialización humana. Vinícius no debe pedir perdón. Si yo pudiera decirle algo sería que celebrara con más ganas. Que no parara de bailar y que, como la Pantoja, enseñe los dientes cada vez que celebre un gol. Porque eso, eso es lo que les jode.
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