
La Galerna
·6 June 2025
Barçaña y el pregón de Lamine

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·6 June 2025
Buenos días, amigos. Por la presente se hace saber que Dios es uno y trino, como proclamaba el pregonero de aquella película de Cuerda, pero sobre todo que Lamine Yamal será el próximo Balón de Oro.
No el de dentro de dos años, ni el del momento en que conquiste con su club algún gran entorchado internacional, como se supone que debe hacer un Balón de Oro. No, no hace falta esperar tanto, tenemos prisa.
Lamine Yamal va a ser el próximo Balón de Oro, pues no en vano ganó ayer nada más y nada menos que toda una semifinal ¡de la Nations League! al otro candidato balonizable, es decir, Dembélé. El francés acaba de ganar un triplete con su club, incluida la sobrevalorada Champions League, y es la gran estrella del PSG, pero eso a quién le importa. Lo que cuenta es ¡la Nations League! (fanfarrias, música de Wagner, carros blindados por el pasillo, patrullas acrobáticas en el firmamento) que Esparça podría ganar si derrota en la final a Portugal tras eliminar ayer a los galos tras un inenarrable 5-4.
Lo hemos llamado Esparça (o, por el mismo precio, Barçaña) porque todo va encaminado a la simbiosis total entre la Roja, aka España, y el club cliente de Negreira. El fenómeno es mediático y también sociológico (no había más que atestiguar la cantidad de camisetas blaugranas ayer entre el público) y no es nuevo: la paradójica identificación entre el club que constituye el brazo propagandístico de la sedición catalana con el equipo que se supone representa al conjunto de España. Por supuesto, es fenómeno que viene de lejos (diríamos que de la España triunfadora 2008-2012), pero que ahora se ve reforzado por el pasaporte español de la gran estrella culé, dicho sea esto con permiso del CTA.
Al coincidir bajo el mismo flequillo de Yatekomo el nuevo ídolo azulgrana y el nuevo ídolo español (cosas veredes), todo el mundo rema en la misma dirección, no solo la prensa catalana como acabáis de ver (“Vale Oro”, “Lamine de Oro”), sino también el conjunto de los medios que no quieran ser cancelados. Es así como la victoria de ayer de los de De la Fuente queda convertida en mera excusa para que el joven héroe sea oficialmente nombrado el futbolista más grande del planeta fútbol.
Es un galardón que se le ha negado al doble ganador de la Champions League (con participación decisiva en ambas instancias) Vinícius Jr., so pretexto de… Bueno, mirad so pretexto de qué y reíd con nosotros, sobre todo cuando comparéis la inconsistencia de estas razones con las que presuntamente han de desembocar ahora en el Balón de Oro para el hijo de Hustle Hard.
Ya lo veis, amigos. Vinícius no merecía el máximo galardón individual del fútbol porque no marcaba 30 goles ni era decisivo todas las semanas ni… ni… ¿Que tampoco eso lo cumple Lamine, decís? ¿Que Lamine lleva menos goles que 571 (sí: 571) jugadores de las ligas europeas? ¿Que no ha jugado ninguna final de Champions, de esas que reclama David Bernabéu, de esas que Vinícius ya ha ganado en número de dos? Pero almas de cántaro: ¿aún no os habéis enterado de que no es el qué sino el quién, y que el quién en este momento se llama Lamine Yamal?
No se ha visto una campaña de marketing como esta, amigos, no ya en la historia del balompié, sino tal vez en la historia del género humano. Hablamos de un extraordinario jugador, pero de uno que tiene todo el futuro por delante para demostrar ser digno de cosas que aún no ha demostrado ni de lejos. De poco sirve en este amplio y trascendente esquema de las cosas una Nations League, pero se infla el prestigio de la competición al alimón con el que parece destinado a ganarla, que no es España, sino el equipo de Lamine.
Se va a comenzar a jugar en menos de diez días el Mundial, la mejor competición de clubes jamás urdida por el ser humano, en su primera edición. Sucede que el equipo de Lamine, el cliente de Negreira, no se ha clasificado para dicho torneo al haber hecho el ridículo en Europa en tres de los últimos cuatro años, y por tanto ese torneo, el Mundial, tampoco cuenta en absoluto para merecer o desmerecer el Balón de Oro. No. Todo es cosa de la Nations League. ¿Por qué? Porque es el título que con toda probabilidad va a ganar el equipo de Lamine, o sea Esparça, o sea Barçaña, tanto da. Y siendo que Lamine ha de coronarse con el citado Balón, sean considerados los principales títulos aquellos que Lamine gane, y no otros.
Y este es el estado de las cosas, amigos. España es un país políticamente entregado a quien menos lo quiere. Ni siquiera quienes esto critican parecen comprender que estamos viviendo la traslación al mundo del fútbol de este curioso y desalentador fenómeno, y abrazan con fervor esta traslación.
Ved las portadas de los medios madrileños como máxima manifestación del asunto, y quedad tranquilos por hoy. Quedan unos días de brasa nacionliguera, tras los cuales será oficiosamente proclamada la ascensión a los cielos del nuevo ídolo culé, pero luego llegará el Mundial de Clubes, torneo que nada contará para señalar los méritos de los mejores futbolistas del orbe, pero al cual prestaremos alguna atención porque somos así de caprichosos.
Pasad un buen día.