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·4 January 2025
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A diferencia del año pasado donde Jude Bellingham tuvo un inicio de temporada fulgurante, esta temporada no ha sido así. El jugador inglés hizo un gran partido en la final de la Supercopa de Europa, pero tras ello sufrió una pequeña lesión muscular que le alejó de los terrenos de juego prácticamente un mes, cortándole el ritmo totalmente. Volvió rápidamente a poder disputar minutos pero no fue hasta el mes de noviembre que el británico comenzó a mostrar su verdadero nivel. Y ayer fue una nueva muestra. El jugador inglés se redimió de su penalti fallado y anotó en los minutos finales para llevarse la victoria de Mestalla.
Aquel partido frente a Osasuna cambió radicalmente su cara en los partidos. Anteriormente parecía hasta frustrado en muchas ocasiones. Su celebración en el aquel gol en el Santiago Bernabéu mostró que parecía haberse quitado un peso de encima. Como que al fin había llegado el tan ansiado momento. Y desde ese día, Bellingham tuvo un acierto y unos datos muy parecidos a los del año pasado. Son ocho goles en los últimos once partidos, que han servido para llevar al Real Madrid, entre otras cosas, al liderato de la Liga.
Jude Bellingham celebrando con Mbappé el gol de la victoria (Photo by Denis Doyle/Getty Images)
A pesar de haber fallado un penalti, ayer de nuevo fue el jugador que más presionó. Por él y por el resto de sus compañeros. Y aunque la fortuna no le sonrió en la pena máxima lanzado, su personalidad le llevó a seguir intentándolo hasta el final, incluso hasta con diez. Provocó el error de Hugo Guillamón, robó y anotó ante Dimitrevski para que el Real Madrid remontara épicamente en Mestalla y toque la primera posición de la Liga por primera vez en la temporada.
El mediocentro británico es un líder. Ha aparecido cuando el conjunto blanco más lo ha necesitado: en ausencia de Vinicius y con un Mbappé que no había terminado de arrancar. Un jugador que por su carácter y entrega, ha nacido para jugar en el Real Madrid. Y así lo demuestra partido tras partido. Los goles han tardado en llegar, pero la realidad es que su compromiso ha sido innegable todos estos meses, y cuando el inglés se pone la camiseta blanca, lo último que hace es ensuciarla de vergüenza, la mancha de barro, sudor y sangre tal y como decía Santiago Bernabéu.
Artículo de Miguel Ángel Burgos (MigBurgos_)