Cernuda fue sevillista | OneFootball

Si me has leído hasta ahora, ya conocerás esta fabulación personal: Luis Cernuda era del Sevilla Fútbol Club. No tengo ningún dato para hacer esta afirmación, ni siquiera ningún indicio, más bien lo contrario. El poeta no dio muestra de ningún entusiasmo deportivo a lo largo de su vida, a pesar de los amores con aquel culturista mexicano que inspiró la desolación de la quimera. ¿Por qué sigo manteniendo esta intuición aparentemente tan estúpida?

Una posible explicación para nada descartable, es que yo mismo soy un tanto estúpido. Otra razón, que a mí me hace más ilusión, puede que por mi nada descartable estupidez, es que esta atribución supondría el cierre del arco de la santidad sacrílega del poeta de la calle Aire. Admiro y quiero tanto a Cernuda que si además hubiese sido del Sevilla Fútbol Club, sería perfecto.

Para Luis Cernuda, Andalucía era la ética de la alegría. Ser del Sevilla Fútbol Club es insobornablemente andaluz e íntimamente alegre. La intimidad política y radical de Cernuda, el pacto de sangre con la belleza, hacen del poeta un profeta desagradable e incómodo. ¿Le suena? Para ser sevillano, tuvo que salir y vivir fuera de Sevilla. En Escocia escribió el gran libro, el mejor de todos los relatos sobre nuestra ciudad, uno de los más bellos sobre cualquier lugar del mundo: Ocnos. ¿Les sigue sonando?

Dijo que el andaluz sueña siempre el paraíso detrás de un arco. ¿Le recuerda algo esta fascinación tan infantil y sevillana por las vísperas? Vigilia del jazmín le llamó Laffón. Huyó siempre de esa cultura farisea que hace de la ética una estética y por eso comprometió su vida con lo contrario: hacer de la estética una ética. Nunca fue un andaluz profesional, pero admiraba a los hermanos Álvarez Quintero. Sánchez Pizjuán murió muy cerca de donde él nació; compartieron más coincidencias. Todo esto me lo ha recordado una noticia que ha saltado esta semana: el Sevilla Fútbol Club ha tenido el enorme acierto de adherirse a la conmemoración del aniversario de aquella foto y encuentro de 1927.

Hasta tres socios del Sevilla Fútbol Club participaron en la convocatoria y organización de aquel encuentro estético y fundacional de la generación del 27, la réplica andaluza y republicana a la triste, norteña y melancólica generación del 98. El duelo por la pérdida del imperio del 98 contrasta con la esperanza del amanecer republicano en el horizonte del 27.

Luego volvería la España negra muchos años más tarde… Manuel Blasco Garzón, José María Romero Gutiérrez e Ignacio Sánchez-Mejías, más tarde presidente del Real Betis y expulsado del Sevilla Fútbol Club, como es lógico cuando aceptó la presidencia de los palmerines, fueron protagonistas principales de esta memorable reunión constituyente de la llamada generación del 27.

El acto reflejado en la famosa foto del Ateneo sevillano (que en realidad no era en el Ateneo, que entonces estaba en obras, sino en el salón de actos de la Sociedad Económica de Amigos del País) fue atribuido a Pepín Bello (ese artista sin obra, del que nadie dudaba ni de la carencia absoluta de obra ni de su calidad y naturaleza de artista). Fueron convocados para conmemorar el aniversario del inventor del castellano moderno, el genio cordobés Luis de Góngora, tan denostado por los tristes del 98 y tan elogiado por Juan Ramón.

El lunes, cuando este post se publique, llegará al Pizjuán un club tan auténtico como Osasuna, un club tan del 98 que parece sacado de alguna guerra carlista. No es el Atlético de Bilbao, pero es el club vasco que más se parece al Atlético de Bilbao entre Unamuno y Baroja, diga lo que digan los mapas administrativos. Ojalá el sevillista Luis Cernuda disfrute discretamente desde el panteón de sevillanos ilustres donde nunca estará. ¿Hay algo más sevillano que la presencia que consiste en la ausencia?

Un sevillista fino y frío como nos vio el noventayochista Unamuno, que como todos sabemos fue delantero del Real Betis; esto no es ninguna fabulación personal: repasen la alineación cuando las criaturitas ganaron la liga.