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·14 November 2024

El acierto y el síndrome del pensamiento acelerado

Article image:El acierto y el síndrome del pensamiento acelerado

"José Mourinho es un entrenador de hombres". Lo dijo Ander Herrera en su última entrevista para DAZN. Pero no hacía falta que lo reconociera el vasco, muchos ya lo teníamos claro. Las mentes infantilizadas que se ofenden porque les gritan delante del vestuario, no encajan en un equipo de Mourinho.

- Julián Calero y Morales durante un entrenamiento del Levante UD (@A. Benetó | LUD) -


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Cada vez predominan más esas mentes y menos las que funcionan como la del jugador del Athletic Club, que no lo entendía como algo personal, sino como parte fundamental de su privilegiado trabajo; y que, al día siguiente de una de esas broncas monumentales, acudía al entrenamiento con las mismas ganas de trabajar que siempre. Es por lo que cada vez Mourinho se encuentra más exiliado de la élite. Preso de presidentes que buscan contentar al socio trayendo al entrenador más mediático de su generación, sin después ser capaces de asumir las consecuencias y apoyarlo de manera incondicional.

Dijo Quique Sánchez Flores que "los vestuarios respiran distinto". Que un secreto para su dilatada carrera ha sido adaptarse a los nuevos tiempos. Hablaba, en gran medida, de lo mismo que mencionaba también Álvaro Benito en una entrevista reciente: los futbolistas perdían la atención con demasiada facilidad durante las charlas tácticas. Un argumento respaldado por Gerard Piqué, que apelaba en una entrevista a que uno de sus desencantos recientes como profesional venía por esas largas charlas y cómo se había impuesto tanta incidencia en lo táctico. Por eso han tenido que reducirse a la duración de un par de vídeos de TikTok.

Coto Matamoros comentaba, en su participación de 2021 para Jordi Wild en The Wild Project, que la tendencia intelectual de las generaciones más recientes y las venideras, era la del retroceso al peligroso abismo de la lentitud mental, en comparación con generaciones anteriores. El mediático personaje hacía referencia a la multitud de estudios realizados en países como Noruega, Dinamarca, Gran Bretaña, Francia, Holanda, Finlandia y Estonia. En ellos, se demostraba un decrecimiento en el CI desde 1975 hasta la actualidad. En contraste con el crecimiento que se experimentó en la primera mitad del siglo XX. Todo ello va enlazado, dicho de forma rápida y poco concreta, al desarrollo tecnológico y a la adaptación innata de la raza. Es sencillo: a mayor desarrollo tecnológico, menor necesidad de desarrollo intelectual.

El exceso de información y la intoxicación de contenido digital simple y de estimulación rápida, hace que la mente se convierta en la zona de paso de miles pensamientos -la mayoría inservibles- que entran y salen a una velocidad terrible. Este aceleramiento de pensamientos predispone a trastornos emocionales, baja tolerancia al estrés, repetición de errores, infantilización de las emociones, fatiga excesiva y aburrimiento atroz, entre otras. Se conoce como el síndrome del pensamiento acelerado. Sin ser yo doctor en nada, me atrevo a decir que todos lidiamos con ello en menor o mayor medida.

Quique Sánchez Flores, José Mourinho, Ancelotti, Pep Guardiola, Julián Calero y muchos otros entrenadores de la misma quinta hacen bien en adaptarse o dejar de hacerlo como bien consideren. En imponerse o en amoldarse. Seguramente el camino al éxito, dependiendo del contexto de las plantillas y los clubes, estará presente en ambas actitudes. Y, como pasa normalmente en el fútbol de élite, su paso por los clubes será igual de fugaz.

No tomar como pesimista este artículo, no es más que la explicación a muchos de los conflictos que se producen hoy día en los equipos de aquello que nos ocupa aquí: el fútbol. Pero nada de esto es relevante siempre que se tengan presentes los valores eternos de amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, gentileza y autocontrol. Puntos arriba o abajo en el cociente intelectual, nunca determinarán la calidad humana de nadie, ni el buen funcionamiento de ningún grupo de trabajo.

Cuando llega el "acierto", ese factor que tanto le gusta nombrar a Julián Calero como pata de la mesa de su trabajo antes y después del Levante, el camino siempre se allana. Y si el maldito acierto nunca llega o tarda en hacerlo, siempre quedará aquello que defendió Fernando Gago a su llegada a Boca Juniors: “correr es innegociable”.

- ¿A ti alguien te dice que no alguna vez? -preguntó Unai Emery un día a una de sus estrellas.

- No -le respondió.

- Pues ya estoy yo para hacerlo.

A Di Stéfano, que en paz descanse, tampoco había nadie que le tosiese en el Real Madrid durante la década que vistió la camiseta blanca. Hasta que perdió el pulso con Santiago Bernabéu, y este le mostró la puerta de salida. Las estrellas se han comportado siempre como estrellas, con los pros y contras que eso conlleva. Y eso es lo que las hace diferenciales y mantiene la llama del fútbol en los corazones de los aficionados. Evidentemente, existiendo y comportándose de manera distinta, rotando como veletas depende como azote en una u otra dirección el temporal de la época que les haya tocado vivir. Simplemente, los tiempos cambian.

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