El engaño de Mingueza | OneFootball

El VAR ha cambiado muchas cosas en el fútbol, y una de ellas es el tiempo que transcurre entre la señalización de un penalti y su lanzamiento. Las revisiones obligatorias alargan ese lapso, lo que multiplica los segundos de reflexión para el ejecutor y también las oportunidades de recibir presiones de defensores y porteros rivales.

Ante esa nueva realidad, los futbolistas van ideando estrategias para combatirla. Ayer, frente al Girona, tras señalar Adrián Cordero el punto de penalti, fue Mingueza quien tomó el balón con gesto decidido de lanzador, después de unos instantes en los que Bryan Zaragoza también parecía postularse.

La elección sorprendía, más aún con Borja Iglesias sobre el césped. Sin embargo, muchos ya intuían que todo formaba parte de una maniobra para liberar de presión al delantero compostelano. Con el balón en las manos, Mingueza soportó las provocaciones verbales de Gazzaniga, que aprovechaba esos minutos extra concedidos por el VAR para intentar desestabilizar al supuesto ejecutor.

Solo cuando el árbitro dio por finalizada la revisión y autorizó el lanzamiento, Mingueza entregó el balón a Borja Iglesias, desatando una ovación atronadora en Balaídos. El “Panda” no falló: ejecutó con la seguridad que le caracteriza, imposible para el guardameta, y rescató un punto en el descuento para el Celta.

No era la primera vez que se veía esta estratagema. La recuerdo en la final del antiguo Mundial de Clubes, en un Chelsea–Palmeiras, cuando Azpilicueta asumió el rol de lanzador para luego ceder la responsabilidad a Havertz. Tal vez alguien lo hiciera antes, pero fue en aquel escenario donde el navarro popularizó esta estrategia, hoy cada vez más habitual.