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·30 November 2024
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El 25 de mayo de 2005, el Estadio Olímpico Atatürk de Estambul se convirtió en el escenario de una de las remontadas más impresionantes de la historia del fútbol. En la final de la UEFA Champions League, el AC Milan y el Liverpool protagonizaron un partido que quedaría grabado en la memoria de todos los aficionados al deporte.
Aquel Milan, dirigido por Carlo Ancelotti, era considerado el gran favorito. Con jugadores como Kaká, Pirlo, Maldini y Alessandro Nesta, el equipo parecía imparable. En el primer tiempo, el Milan no dejó dudas de su superioridad. A los 1 minutos, Paolo Maldini abrió el marcador con un golazo de volea tras un centro de Pirlo. El dominio del Milan siguió y, al 39’, Hernán Crespo anotó el segundo gol tras una gran asistencia de Kaká. Poco antes del descanso, en el minuto 44, Crespo volvió a marcar, esta vez aprovechando un pase largo de Pirlo para dejar el marcador 3-0 y poner al Milan con un pie y medio en la gloria.
Con un 3-0 en contra al inicio de la segunda mitad, el Liverpool, dirigido por Rafael Benítez, parecía tener pocas opciones de volver al partido. Sin embargo, algo increíble ocurrió. El equipo inglés, liderado por su capitán Steven Gerrard, comenzó una remontada épica que nadie esperaba.
A los 54 minutos, Gerrard anotó un gol de cabeza, tras un centro desde la derecha de John Arne Riise, y puso el 3-1. Con el gol, el Liverpool comenzó a creer en lo impensable. Tan solo 2 minutos después, en el 56’, Vladimir Smicer disparó desde fuera del área, y con la ayuda de un desvío en un defensor del Milan, el balón se coló en la portería de Dida. El marcador estaba ahora 3-2 y el Liverpool había logrado recortar la diferencia a solo un gol.
Pero la verdadera sorpresa llegó en el minuto 60, cuando Luis García fue derribado dentro del área por Alessandro Nesta. El árbitro sancionó el penalti y, aunque Xabi Alonso falló su primer disparo, tuvo la oportunidad de rematar el rebote y anotó el gol del empate, dejando el marcador 3-3.
La remontada fue total. El Milan, que parecía tener la final en sus manos, ahora veía cómo el Liverpool lo igualaba de manera increíble. Tras 90 minutos intensos y con el 3-3 en el marcador, el partido pasó a tiempo extra. A pesar de los esfuerzos de ambos equipos, no hubo goles en los 30 minutos adicionales, y la final se decidió en los penales.
Fue allí donde el portero del Liverpool, Jerzy Dudek, se convirtió en el héroe. Dudek detuvo los penales de Serginho y Andriy Shevchenko, mientras que el Liverpool convirtió todos sus disparos. Finalmente, Antonio Núñez anotó el penalti decisivo, y el Liverpool se coronó campeón de Europa por quinta vez, ganando 3-2 en la tanda de penales.