El Real Madrid y Florentino preparan el fichaje del nuevo Toni Kroos: este será su precio | OneFootball

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·8 September 2025

El Real Madrid y Florentino preparan el fichaje del nuevo Toni Kroos: este será su precio

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El mercado de fichajes apenas ha cerrado que ya los rumores para el próximo verano vuelan. Según el periodista Fabrizio Romano, el Real Madrid está interesado en Adam Wharton, el sucesor de Toni Kroos. El centrocampista del Crystal Palace estaría en las papeletas del club de Chamartín y una oferta de cara al próximo verano se podría perfilar. Durante la pasada ventana, los rumores de llegada a Valdebebas sobre el inglés de 21 años volaban. Aunque en la capital española, nunca se planteó realmente su fichaje, parece ser que de cara a 2026, podría cambiar.

🚨 CONFIRMED: Real Madrid are interested in Adam Wharton.


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Other clubs are also monitoring him, it could be a topic in 2026. @FabrizioRomano pic.twitter.com/ahN3VP0HXo

— Madrid Xtra (@MadridXtra) September 8, 2025

El Madrid necesitaría vender para traer a Wharton

Eso sí, Adam Wharton tiene un precio. Valorado en 45 millones de euros por la página web Transfermarkt, los ‘Eagles’ quieren, como mínimo 90 ‘kilos’ por su pupilo. Con contrato hasta 2029, Adam es una pieza fundamental del sistema de Oliver Glasner y su pérdida supondría un varapalo enorme para el cuadro londinense. Además, Wharton trae un amplio bagaje en la Premier League por la edad que tiene y desde junio es internacional con Inglaterra.

Entonces, para traerlo al Real Madrid, tocará vender. Sí o sí. Además, en el centro del campo, hay ‘overbooking’. Si traen alguien más, se colapsa. Durante el verano pasado, todo dependía de la salida de Dani Ceballos al Marsella o al Betis. Aunque los últimos días fueron intensos, el utrerano decidió quedarse finalmente en Valdebebas. Pero el año que viene, muchas cosas podrían cambiar. Lo claro es que por 90 millones de euros, Florentino Pérez deberá realizar alguna venta.

Así juega Adam Wharton

Adam Wharton es un pivote que sabe emplearse en toda la medular. Juega como un acelerador silencioso: recibe perfilado, escanea antes del contacto y decide en dos toques si conviene clavar un pase que rompe la primera presión o reciclar para atraer y abrir el siguiente ángulo. Su fútbol tiene algo de economía quirúrgica: pocos adornos, mucha intención. No interpreta la base del mediocampo como una estación de paso, sino como un panel de control desde el que cambia la geografía del ataque. Orienta el cuerpo para invitar al rival, fija con la mirada un pase corto y suelta el verdadero destino a la espalda, o gira la jugada con un cambio de orientación que libera al carrilero del lado débil.

Esa mezcla de serenidad y filo le permite convivir con el riesgo: su porcentaje de acierto puede resentirse frente a un circulador puro, pero cada intento lleva una utilidad clara y por eso su impacto se nota más en cómo avanza el equipo que en la estética de la posesión. Sin balón, añade una intensidad sobria: presiona hacia adelante con sentido, cierra líneas de pase interiores y está listo para robar y jugar de primera, encadenando recuperación y progresión como un único gesto. El resultado es un mediocampista que no monopoliza la pelota, la dirige. La toma cuando hace falta, la suelta cuando conviene, y acelera cuando ve que la estructura rival ha quedado desordenada.

El nuevo Kroos

Ahí es donde se encuentran los puentes con Toni Kroos. No porque Wharton sea una copia, sino porque comparten el oficio de gobernar el ritmo y redibujar el mapa con el pase. Kroos ha sido el metrónomo que dicta el «cuándo»: pausa para atraer, diagonal para estirar, pase interior para encender al mediapunta entre líneas. Wharton persigue esa misma lógica desde un registro más defensivo: también controla tiempos, limpia la salida bajo presión y cambia de orientación con naturalidad, pero suele elegir la línea que empuja la jugada al siguiente escalón antes de que el rival pueda reajustar. La diferencia está en el carácter del trazo: Kroos escribía con pluma fina y continuidad, Wharton dibuja con líneas más incisivas que buscan abrir la puerta en el menor número de toques posible. Por eso su parecido no es de espejo, sino de función: dos directores que entienden que el control no es retener, sino decidir.

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