
La Galerna
·9 September 2025
Entrenadores del Real Madrid (X): Ipiña

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Juan Antonio Ipiña fue capitán del conjunto blanco durante más de un lustro en la década de los 40. Después de su retirada de los terrenos de juego en 1949, se pasó a los banquillos, y solo tres años más tarde de abandonar el Real Madrid como jugador regresó a la casa blanca como entrenador. Lo hizo en un momento peliagudo tras la dimisión del uruguayo Héctor Scarone, y con el objetivo de una buena participación en la Pequeña Copa del Mundo de Caracas, que daba comienzo días después de firmar su contrato.
Nacido en Ortuella (Vizcaya), el 23 de agosto de 1912, fue un jugador de reconocido prestigio en el fútbol español en los años 40. También practicó otros deportes como el atletismo y la pelota vasca, pero se decidió por el balompié cuando ingresó en el Abanto. Después pasaría por el Unión Sport de San Vicente de Baracaldo y el Erandio hasta llegar al Donostia. El vasco era un mediocentro de categoría, de gran técnica y una perfecta colocación que provocaba que tuviese imán y los balones le llegasen a él. A nivel de pase era eficiente en corto, mientras que en largo desplazaba con temple y precisión. En 1935 fichó por el Atlético de Madrid en el que estuvo solo una temporada después de pelear mucho por su contratación con el Athletic Club. Justo antes del inicio de la guerra civil cambió de acera y firmó por el Madrid FC, pero el estallido del conflicto bélico retrasó su debut hasta 1939.
Ipiña
En la guerra estuvo enrolado en el Regimiento de Artillería de San Sebastián y también tuvo como destino Burgos y Guadalajara. En el equipo blanco de los 40 fue ganando en importancia hasta ser un pilar básico para todos los entrenadores, y capitán muchos años. Una época muy complicada en la casa blanca tras la guerra y con solo dos títulos de importancia conquistados, las Copas de 1946 y 1947 que Ipiña se encargó de levantar. Con 36 años se retiró en 1949 y la sabiduría y maestría de la que hacía gala en el césped intentó trasladarla a los banquillos. Su primera experiencia fue en el Real Valladolid, que le ofreció el puesto en 1950 cumpliendo el objetivo de mantenerse con solvencia en Primera División.
El regreso a la casa blanca ya como entrenador se produjo en el mes de junio de 1952. Anteriormente, en la prensa se publicó que había rechazado una importante oferta del Sporting Clube portugués. El club madridista tras la fugaz marcha del uruguayo Scarone decidió contratar como nuevo entrenador a Ipiña. El vasco se encontraba libre tras haber finalizado su estancia en el Real Valladolid, avisando a la directiva pucelana que no continuaría con su contrato a partir del 30 de junio. Junto a él formaría parte del cuerpo técnico en el Real Madrid José Villalonga como preparador físico.
Ipiña habló en el diario Marca y primero quiso tener un recuerdo para el Valladolid: “Muy agradecido a todos: prensa, afición, directivos y jugadores”. Luego, hizo un balance general en sus dos primeros años como técnico afirmando que “estoy contento porque salvo esa vuelta y media que hemos tenido esta temporada, en la que nuestra clasificación no correspondía a la realidad, supimos reponernos y situarnos en el lugar que verdaderamente teníamos que estar”. Respecto al Real Madrid declaró que “tenía verdadera ilusión por volver. El Madrid sabía que contaba siempre conmigo y me tenía a su disposición”. Por último, explicó que pidieron a Gaínza para la gira, pero el Athletic se negó y de cara a la plantilla que iba a tener a su disposición la consideraba como “muy buena. Si ellos y yo trabajamos con fe, no cabe duda que el Madrid habrá de hacer un brillante papel”. En ese plantel, por cierto, coincidiría con antiguos compañeros como Muñoz, Cabrera, Adauto, Clemente, Molowny, Pahiño, Arsuaga, Montalvo y Narro.
El día 6 de junio se reanudaron los entrenamientos y Santiago Bernabéu en el vestuario presentó a los jugadores a la dupla técnica Ipiña-Villalonga. El mandatario blanco exhortó a los futbolistas a que imitasen al nuevo preparador en el aspecto de su total entrega al club en los tiempos en que defendió sus colores. La plantilla se puso manos a la obra para preparar la gira por América en la que visitarían Colombia, Venezuela y Cuba. A finales de mes, técnicos, jugadores y los directivos Arjona y Pico tomaron un avión con destino final Bogotá. Allí, primero disputaron dos amistosos contra el Millonarios, al que devolvieron la visita de las Bodas de Oro del club blanco. De nuevo se vieron las caras con Alfredo Di Stéfano, que marcó en el primer encuentro. En ambos choques, el cuadro colombiano derrotó al Real Madrid.
Ipiña sale a Chamartín con Villalonga
Los amistosos sirvieron como preparación de la Pequeña Copa del Mundo de Caracas que dio comienzo el 12 de julio en la capital venezolana. En total fueron seis jornadas en las que el Real Madrid acabó proclamándose campeón del torneo por delante de Botafogo. Fue un excelente inicio como técnico de Ipiña, que ilusionó a la afición con su experiencia, su inteligente observación y el buen uso de la WM y el marcaje. Tras una escala en Cuba, con otros dos duelos amistosos, regresaron triunfantes a Madrid.
El Real Madrid con Ipiña en Caracas
Ipiña a hombros en Caracas
La pretemporada blanca comenzó un mes más tarde y el encuentro de presentación ante la afición fue contra el Real Avilés en Chamartín. Las principales caras nuevas fueron Lesmes II, procedente del Real Valladolid, y Cedrés, de la UD Las Palmas. Luego, en enero, llegaría el bético Espina. Al Real Madrid se le incluía en el cartel de favoritos de cara al título junto a Barcelona, Valencia y Atlético. Ipiña lo refrendó como publicó Marca: “Disponemos de un conjunto suficientemente fuerte para disputar el título a cualquiera. La Liga es la única competición que refleja exactamente la potencialidad de los equipos”. Mientras que en el diario Jornada, en un artículo firmado por Tristán, se decía que el fichaje de Lesmes II “se ha considerado como el más sensacional de la temporada” y del Madrid se “obliga a esperar un papel muy superior al que venía haciendo, ya que ha prescindido de Scarone, y en su lugar la nueva dirección técnica correrá cargo del excelente entrenador español Ipiña. Para botón de muestra su reciente excursión triunfal por tierras americanas”.
Ipiña con Zárraga a la vuelta de Caracas
Sin embargo, esta buena inercia de la gira se esfumó en las primeras jornadas de Liga y desconcertó a los aficionados y al club. Ipiña tenía las primeras críticas fuertes y se le acusaba de haber formado un equipo descompensado. La idea con el fichaje del técnico vasco era devolver esa personalidad de antaño del Real Madrid, que había sido desnaturalizada por los extranjeros Scarone y Keeping con sus consejos contradictorios de la auténtica esencia blanca. El vizcaíno era un hombre inteligente, estudioso, y en su librillo no estimaba que los jugadores son piezas de ajedrez fáciles de manejar a su capricho en los movimientos, pero que tampoco dejaba cabos sueltos y cada futbolista salía con conocimiento de lo que debe realizar.
En las primeras cuatro jornadas los blancos no saborearon la victoria al contabilizar dos empates y dos derrotas. No fue hasta el choque en casa contra el Real Valladolid el 12 de octubre cuando sumaron dos puntos. La media Muñoz-Zárraga era inamovible, pero Ipiña no terminaba de dar con la tecla en la defensa y el ataque. En la retaguardia probó con Gabriel Alonso, Oliva y Navarro y también con el francés Hon en el centro de la zaga y Lesmes II en la banda izquierda. Mientras que en el frente ofensivo gente como Cedrés y Sobrado no aprovecharon su oportunidad y los delanteros que se acabaron sumando más minutos fueron Olmedo, Olsen, Pahiño, Joseíto, Molowny y Arsuaga.
Plantilla Real Madrid 1952-53
Después de una derrota en Buenavista contra el Oviedo, los blancos encadenaron una gran racha de seis triunfos a finales de año. En ese intervalo hubo dos importantes victorias en apenas una semana. La primera en el Metropolitano, con un 1-2 ante el Atleti, y la semana siguiente en Chamartín, venciendo por idéntico marcador al Barça. El extremo Arsuaga se encontraba en un gran momento de forma y firmó tres de los cuatro tantos merengues. Los madridistas subieron varios puestos en la tabla y recortaron la distancia con el líder, el RCD Español, de ocho a cinco puntos.
Ipiña encontró la justificación en que el equipo “no estaba cansado, pero sí empachado de tanto fútbol. Se comenzó mal la temporada, pero ahora todos responden bien” y veía con esperanza la segunda vuelta afirmando que “si ganamos los partidos de casa, el Madrid puede ser campeón”. Efectivamente Chamartín era un fortín y allí cayeron Celta, Sevilla, Valencia, Atlético de Bilbao y Oviedo, pero la irregularidad a domicilio con derrotas en Donosti, Gijón y Valladolid impidieron que se alcanzase el liderato pese a ganar en Sarriá.
Ipiña en un entrenamiento
En una entrevista en el diario Arriba a Ramón Melcón, el técnico vasco lo achacaba al ambiente: “En Chamartín se hace lo mismo que fuera, todo lo que se puede. Lo que ocurre es que aquí hay más dificultades. Les cuesta mucho más trabajo sobreponerse al influjo del público. Precisamente, el interés que todos tienen de hacerlo bien, es el que produce esa intranquilidad y desconfianza que malogran muchas de sus posibilidades. Antes el público no exigía al Madrid tanto como ahora, a su vuelta de América. Hay quien cree que siempre puede hacerse un juego brillantísimo, y eso, cuando hay adversarios pegajosos, que no permiten el menor descuido y que, por jugar en Madrid, lo hacen con un afán enorme de superación, no es fácil”.
A principios del mes de febrero corrió el rumor de que Fernando Daucik podría llegar al conjunto blanco para sustituir en el cargo a Ipiña, a lo que el vasco comentó en la prensa que “no me molestan en absoluto los rumores de cambio y estoy seguro de que son totalmente infundados”. Eso justo sucedió antes del mejor momento del curso madridista, que tuvo lugar a principios de marzo, cuando ocuparon el segundo puesto a un solo punto del RCD Español tras encadenar buenos momentos de resultado y juego. El equipo después de la crisis se compenetró mucho mejor hasta formar un conjunto de verdadera calidad. Así, el Real Madrid terminó peleando la Liga y tras volver a ganar en Chamartín el derbi capitalino llegó a un choque crucial en Les Corts. Un tanto de Moreno dio la victoria a los azulgranas y el Real Madrid se dejó muchas opciones de volver a ganar un título liguero. En las últimas jornadas, apretó a culés y valencianistas con victorias ante Racing, Real Zaragoza y Real Sociedad, y en la jornada 30 debían ganar en Vigo y esperar un tropiezo del Barça contra el Atlético de Bilbao que nunca llegó. Además, se perdió contra el Celta y el cuadro madridista finalizó en tercer puesto de la tabla. Ipiña, en declaraciones a Marca, se lamentó de la oportunidad perdida: “Pocas veces tendremos un Campeonato tan a nuestro alcance”. Y amplió su respuesta dando la clave por la que no consiguieron el título: “El Madrid perdió la Liga en los partidos fáciles”.
La esperanza en el madridismo para salvar la campaña quedaba ahora en la Copa. Sin embargo, en el club se tenía tomada la decisión de que Ipiña no continuaría en el cargo, aunque restaba por elegir al sustituto de una terna en la que estaban el uruguayo Enrique Fernández, Antonio Barrios y Luis Urquiri. Después de una primera eliminatoria copera sencilla contra el Murcia, a los blancos les tocó sufrir en San Sebastián. El 4-0 de la ida dio tranquilidad, pero en Atocha los donostiarras presionaron y realizaron un gran encuentro, venciendo por 3-1. El techo blanco en la competición llegó en semifinales. En Chamartín, un empate a dos ya puso cuesta arriba la eliminatoria, y en la vuelta en San Mamés los leones se marcharon 2-0 al descanso. El Real Madrid solo pudo recortar distancias por mediación de Olmedo y dijo adiós. Terminaba así una temporada decepcionante después de ser un equipo que aspiraba a alzar algún título a comienzos del curso.
Ipiña con Bernabéu
Ipiña no consiguió convencer ni por gestión ni por juego, pese a algunos buenos momentos. El vasco no se marcharía de la entidad, sino que se le asignó el puesto de secretario técnico, sustituyendo a una leyenda del cargo como Pablo Hernández Coronado. En 1958 retornó a los banquillos en las filas del Sevilla, y ya en la década de los 60 pudo cumplir uno de sus sueños, que era entrenar al Atlético de Bilbao.
Fotografías: archivo de Alberto Cosín
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