Francisco, el patito feo de hierro | OneFootball

¡Qué fácil es escribir sobre jugadores fantásticos y sobre polémicas! ¡Qué fácil es escribir sobre el Barcelona y Negreira! Pero qué difícil es escribir sobre jugadores que no venden camisetas, los que no hacen saltar los monóculos tribuneros del Bernabéu. Siempre me han atraído las causas perdidas, por eso me tuve que vestir de mujer en las fiestas de la Universidad de Químicas, por perder una apuesta sobre el clásico donde nos pintó la cara Ronaldinho. Por eso he perdido algún euro en las casas de apuestas debido a una tortuga que se empeñaba en no venir. Y esto parece una causa imposible a añadir en mi currículum. Hoy me toca defender y apoyar al chico ese que tiene un nombre muy normal, su nombre no entra dentro de canciones de los Beatles, no da para escribir cantares de gesta, quizás para una canción de Manolo Escobar. Francisco García, el chico que lo hizo todo bien para llegar al Bernabéu pero el Bernabéu no le quería; Francisco: el patito feo.

La historia del Real Madrid la escriben sus estrellas, okupas del Olimpo, lugar que se les queda ya pequeño después de las salidas en fila india de Marcelo, Benzema y Kroos. Pero la historia del club más laureado está repleta de patitos feos, chicos que no llenaron el ojo y chavales que fracasaron. También hay patitos que no llenaron ni llenan el ojo pero que han forjado su leyenda, como Casemiro y Ferland Mendy. Mi patito feo favorito es Lucas Vázquez. No he visto un jugador al que le hayan repartido más leches y que más grande se haya ido haciendo. Cada leche se traducía en una asistencia o un penalti antológico, gracias a esa mente resiliente superdotada que se gasta el gallego.

Mi objetividad puede estar algo debilitada ya que albergo simpatía por Fran desde que me brindó una entrevista hace dos años. Descubrí a un chico educado, inteligente y con los pies en el suelo. Ser de Bolaños de Calatrava no ayuda, no ser de Brasil tampoco. Puede ser que lo que menos le ayude es no ser muy hábil con el primer toque del balón o tener un posicionamiento mejorable en defensa. La realidad es que, tras una temporada pisando el verde de Concha Espina,  sólo se escucha pesimismo en torno a su figura. “Es muy malo”, “no vale”, “es una vergüenza que el Madrid tenga un lateral así”, es lo más bonito que he escuchado. Frases que escuché también con los Casemiros y Nachos.

El Bernabéu solo quiere jugadores titulares, titulares en el terreno y sentados en el banquillo. Como si alguna vez esa fórmula haya durado mucho. Los titulares tienen sueldos altos y ansias de jugar minutos. Tener a James, Morata, Isco y Kovacic suele durar un año que antecede a una crisis de plantilla. Solo habría que preguntar a Ancelotti o a Zidane qué tal llevan tener 18 titulares. Los grandes equipos, los duraderos, se sustentan en suplentes capaces de mantener el estado de forma durante todo el año, que se lesionen poco y que no tengan problemas de ego por jugar menos de 2000 minutos. Por eso tienen un precio incalculable los Lucas Vázquez y los Nachos. Mientras a un titular le perdonamos esas semanas para coger la forma, a los suplentes no se le tolera no estar al 100% cuando salen al terreno, pese a estar un mes sin jugar. Salarios bajos, baja toxicidad, rendimiento inmediato tras inactividad prolongada… ¿Os parece un papel fácil?

Francisco lleva sin lesionarse cerca de 4 años y sin tener una lesión importante desde el 2018 (hombro). Es una de las mayores bestias físicas de la Liga, dejando esculpido en cada músculo de su cuerpo una ética de trabajo cristianesca.  Ese físico le permite estar cerca del 100% durante toda la temporada. Su salario bajo y cupo canterano más su acomodo dentro de la plantilla me parecen una buena carta de presentación. Ahí no puede haber debate. El debate, o más que debate, la imposición del ambiente madridista, se crea en torno a sus cualidades futbolísticas.

El de Bolaños no es una delicia técnica ni, en ocasiones, táctica. Sus mayores errores afloraron en la temporada pasada durante el rombo famoso de Ancelotti, del que fue el mayor damnificado. El italiano le soltó en el ruedo, sin ayudas de Kroos ni Bellingham y con la misión de cubrir toda la banda. Encerrona. Nerviosismo, pérdidas de balón y caos táctico. Matrícula de “No vale para el Madrid” adquirida desde el principio. Pero lo interesante es que Fran resolvió esos errores poniendo dos asistencias en un mismo partido y varios pases claves en el resto. Hay que tener personalidad para rehacerse de los errores en el estadio más exigente del mundo.

El juego de Fran es de ruptura y conducción y con Vinicius y ahora Mbappé por delante no sale beneficiado. Como todos, necesita adaptación. Su centro desde banda es de los mejores que hay hoy en día en el equipo, con un acierto por encima de la media. Y en las facetas que hace un año fallaba creo que esta progresando adecuadamente, como pudimos ver en el partido frente al Espanyol. No defenderá como Mendy ni atacará como Marcelo, pero es un jugador que, con paciencia, puede romper en un lateral completo y bastante digno. Pero en la capital de España no suele haber paciencia. El epidémico síndrome Odriozola y Theo Hernández sobrevuela por Bolaños y la sombra de otro nombre —igual de neutro y campechano— le acecha: Miguel Gutiérrez, el patito guapo.

Todo apunta a que saldrá el año que viene con una posible llegada de Alphonso Davies. Me gustaría apostarme algo importante a que Fran García hará carrera larga en el equipo blanco, pero estoy harto de perder apuestas. Mi valentía se quebró en aquella fiesta vestido con peluca y falda o cuando aposté que Hazard iba a resucitar. También pudo ser cuando me aposté una cena a que Robinho sería mejor que Messi. También hubo victorias, no lo duden, unas cuantas. Y me alegraría mucho que Francisco fuera una de ellas.

Venga, ¿alguien apuesta conmigo?

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