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·11 December 2025

La hazaña de Diony Guerra

Article image:La hazaña de Diony Guerra
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Cuando empecé en el mundo de la radio, hablo de 1995 o 1996, la emisora que me abrió las puertas en Mérida fue Éxitos 15.60 AM. Como decía el Jingle, “ubicado en el Penthouse del edificio La Huaca de la Avenida Urdaneta”.

Cuando pisé por primera vez aquel Penthouse, me parecía un sueño. Equipos, micrófonos, estudios de grabación, todo alfombrado y un aire acondicionado que olía a elegancia. La cabina era de lo más lujosa y confirmé los comentarios de la calle. Los locutores tienen buena voz, pero pésima cara.


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Llegué por coincidencia, aunque no me era ajena mi pasión por los medios. De hecho, las primeras puertas que toqué fueron a partir de la fundación de un periódico escolar en el Liceo Rómulo Gallegos, escribía en la sección deportiva.

El coordinador del liceo me llevó a hablar con Daniel de Jesús Trejo, el narrador de la Televisora Andina de Mérida y de aquella emisora. No lo escuchaba mucho, pero con el tiempo aprendí a valorar su talento. Así comenzó mi camino en la radio, siempre con mediano perfil por un sinfín de razones, entre ellos, siempre fui el más joven y “guapo” del grupo.

En aquella época no existía el internet masivo como hoy. La información internacional llegaba por las conocidas Agencias de Noticias o Cable, a través de una máquina que las imprimía a medida que iban aconteciendo. Nuestra radio era la única que tenía el servicio en la ciudad.

Aunque EFE de España era la mas usada, no la mejor, Éxitos 15.60 estaba afiliada a UPI (United Press International) de USA. Por allí podía recibir cualquier información mientras que el señor Glodulfo, periodista de la radio y poco amante al deporte, no apagara la máquina.

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Futbolistas Venezolanos en el exterior

En esa época, había algunos futbolistas venezolanos jugando en el exterior, muy pocos en realidad y quizá por eso generaban noticias. Los principales eran Rafael Dudamel en Colombia y Diony Guerra en Deportes Concepción de Chile siendo uno de los primeros delanteros venezolanos que emigró a un equipo extranjero de primera división.

Cuando empecé a leer noticias en el programa más longevo de la ciudad, Punto Deportivo, de Emiro Rivas (+), que se transmitía de 7:00 a 8:00, tuve la dicha de transmitir el titular del momento. Rafael Dudamel fue protagonista del paso de Santa Fe a la final de la Copa Conmebol. Rebautizada con agua bendita por Copa Sudamericana años después.

Debido a que don Glodulfo apagó la máquina, no pude leer los detalles de ese partido. Años después me enteré que el primer penal lo tapó Rafael Dudamel a Edmundo, apodado “el animal” de Vasco de Gama y exjugador de la selección brasileña. En ese equipo jugaba también Juninho Pernambucano, para mí el mejor cobrador de tiros libres del mundo.

Mientras Dudamel celebraba el primer penal tapado, se fue la luz por 15 minutos. Debieron continuar en otro arco, casi que a la luz de las velas. Cuando detuvo el último penal, el séptimo de la serie, se erigió como la figura. UPI tituló algo así como “De la mano de un venezolano, Santa Fe calificó a la final”. Fue en el año 1996.

También leí cuando Diony Guerra le hizo un gol de cabeza a la “U” de Chile, en derrota de su equipo 4 a 2. Así culminaba la temporada y el cable internacional resumía que el veloz delantero venezolano había sumado 6 goles en el torneo que concluía. Mi compañero de radio Ricardo Medina me interrumpió y dijo: “¿Sirven o no los venezolanos para el fútbol?”. Todo se leía con pausa y orgullo.

Dudamel siguió su carrera en Colombia y 3 años después también fue finalista de Copa Libertadores en 1999. Justo cuando Estudiantes de Mérida tuvo un pie en semifinales, mientras que Diony, apodado el “El loco” había regresado a Venezuela para continuar su recorrido en diferentes equipos del país.

Ese mote del “loco” le calzaba perfectamente, como guayo usado, porque cuando tomaba la pelota, se necesitaban dos gacelas para detenerlo. También tenía una personalidad un tanto extrovertida, estridente, que salía de los cánones comunes. Frentero en la cancha y fuera de ella, que se prestaba para que muchos intentaran sacarlos de sus casillas, cosa típica del fútbol.

Una buena tarde del Diony, jugando para Deportivo Italchacao, esas tardes de fútbol en Mérida, el loco se va desafiante a celebrar un gol en el costado de la cancha, la línea lateral, la recta del Soto Rosa es decir en la candela, donde estaba la barra de Los Saltamontes.

Enfurecidos por el gol, la mala tarde, la barra empezó a gritarle “Diony periquero”, “Diony periquero”. El loco, disfrutando de su locura, se empezó a pasar la mano por la nariz, haciendo el gesto inhalar “polvo blanco” dos veces, justo la cantidad de goles que le habían endosado a Estudiantes de Mérida aquella tarde.

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