Nacional Es Pasión
·20 August 2025
LA HERIDA DE LA ELIMINACIÓN

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·20 August 2025
La columna de Juan Felipe Velásquez Echavarría.
FOTOS: María Camila Ortega T. (Reportera Gráfica NEP).
Atlético Nacional quedó eliminado de la Copa Libertadores en una de esas noches que dejan cicatriz. No fue una simple derrota deportiva, fue un episodio de drama, de angustia y de contradicciones internas. En los penaltis, tras un 1-1 agónico en el Morumbí, Sao Paulo se quedó con la clasificación y el Verde se despidió con el corazón destrozado.
El segundo tiempo trajo la reacción. Nacional sabía que era todo o nada. En el minuto 69, llegó la chispa de esperanza: penalti a favor y la decisión de que Morelos cobrara. El Búfalo no falló. Empató la serie y encendió la ilusión con un gol que fue desahogo y desgarro al mismo tiempo. La tribuna verdolaga en Brasil rugió con el grito que parecía la llave de la resurrección.
Pero en medio de la euforia llegó la desgracia. Edwin Cardona, con su historia, con su jerarquía, con el respaldo incondicional de una hinchada que días antes lo aplaudió de pie en Medellín, se dejó llevar por un duelo personal innecesario. Tras el gol, buscó provocación, buscó venganza, y terminó expulsado por un gesto infantil que lo dejó marcado. Nacional quedó con diez jugadores en el peor momento posible, justo cuando necesitaba cabeza fría, serenidad y madurez.
Pero esa misma hinchada, que te tendió la mano, no merecía que pusieras tu ego por encima del equipo. ¿Con qué cara vas a mirar ahora a la tribuna que te abrazó cuando más lo necesitabas? No es justo ni aceptable que hayas buscado una revancha personal, porque jamás será más importante el apellido en la espalda que el escudo en el pecho.
¿Era necesario gritarle el gol en la cara a un rival frente al árbitro? No. ¿Era necesario exponer al equipo a jugar con diez en una batalla tan decisiva? No. Lo único que lograste fue satisfacer tu orgullo, pagando con el sacrificio colectivo.
Nadie aquí te condena por errar penaltis ni por un bajón deportivo. Eso lo hubiéramos aguantado, porque eres un hijo de la casa y sabemos lo que has dado. Pero lo que no se puede aceptar es que un veterano de mil batallas, con quince años de carrera, se deje cegar por un duelo personal sin sentido. Tu gesto no fue liderazgo, fue egoísmo.
Es hora de que crezcas, es hora de que madures. Esta hinchada te quiere, pero no puede ser ciega ante una actitud que dañó al grupo en su hora más difícil.
Lo que pasó en el Morumbí debe servir para recordarle a todos, empezando por los ídolos, que aquí nadie está por encima del escudo. Que la camiseta verdolaga pesa más que cualquier nombre propio. Que la verdadera grandeza no se mide en provocaciones, sino en sacrificio y respeto. Afortunadamente, el fútbol siempre ofrece segundas oportunidades y, a la vuelta de la esquina, llega nada menos que el clásico frente al América de Cali. Será el momento para que Edwin empiece a redimirse, porque esta hinchada sueña con la estrella en diciembre. Y será también la ocasión para que el equipo sacuda la tristeza, respire aire fresco y se levante anímicamente tras la dura eliminación. Confiamos y seguiremos confiando. Apoyamos y seguiremos apoyando.
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