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·25 November 2025

Mission: Impossible 9. Temblad, malditos

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Hace unos días conocíamos la noticia de que Tom Cruise ha recibido un Óscar honorario, premiando toda su carrera. En analogía con el balompié, sería algo así como un trofeo generacional, otorgado por votación planetaria o por consenso de las instituciones no corruptas del fútbol, es decir, casi todas menos las españolas, que deberían tener en sus vitrinas las familias de Alfredo di Stéfano, Gento, Juanito, y la sala noble de las casas de Raúl y por supuesto de Cristiano Ronaldo.

Ethan Hunt es el personaje de ficción que más ha caracterizado a Tom Cruise en los últimos veinte años. Por otro lado, extraordinario actor de blockbusters en los 80: Risky Business, Top Gun, Nacido el 4 de julio (que Dios perdone a La Academia). En los 90: Algunos Hombres Buenos, la primera Mission: Impossible. Minority Report o El último Samurai fueron grandes películas de los 2000. Pero sobre todo las misiones imposibles a partir de 2010 y las distópicas e interesantes Oblivion o Al filo del Mañana.


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Encarnando a Ethan Hunt, Cruise se ha caracterizado por salvar al mundo de catástrofes, de villanos, del mal; Ethan Hunt es, como Cristiano Ronaldo, imparable. Dan lo mismo las dificultades, el nivel de los enemigos, la exigencia de la misión. Siempre sale adelante, pero, a diferencia de otros héroes hiperprovistos de testosterona, como James Bond, Hunt no le mira las curvas a sus compañeras de reparto (o no notamos que lo haga, porque el americano es un caballero).

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Sin embargo, ocho apariciones de Cruise como Ethan Hunt no le han servido para cosechar un Óscar competitivo. La academia tiene normas tan claras como las del Balón de Oro y, probablemente, igual de éticas: ahora este, porque es negro; ahora esta, porque es sordomuda; y ahora el pequeño hormonado, porque su club paga en especie y en metálico. Si no interpretas a un yonqui, un tullido, engordas o adelgazas cincuenta kilos para un papel o interpretas a un enfermo mental como el Joker sin que se note que lo eres de verdad, no hay nada que hacer. Cruise es un superhéroe sin capa, como Cristiano. Un hombre normal capaz de logros extraordinarios. Uno en la ficción, otro sobre el césped.

Ronaldo también tiene su carrera de blockbusters. Empezando veinte años después que Cruise, lógicamente. Entre 2000 y 2009, Ronaldo goleó para tres clubes, deslumbrando al mundo. Quién no recuerda sus goles de 40 yardas con el United. La década de los récords, sin embargo, fue la que vistió de blanco. 450 goles con el Real Madrid. 17 en una sola Champions de las que todavía no jugaban equipos de barrio en la primera ronda. Estamos hablando de un bicho que ha metido 2 repókers, 11 pókers y 66 hat tricks hasta el momento y que, desde 2020, sigue promediando más de 40 goles por temporada. Ronaldo mantiene de algún modo la motivación para llegar con su selección al próximo mundial. Él no lo ha dicho, pero yo creo que aguantará en activo hasta el día en que meta su gol número 1000. Ese día dirá adiós sobre el césped, se parará el partido y se parará el planeta.

Cruise es un superhéroe sin capa, como Cristiano. Un hombre normal capaz de logros extraordinarios. Uno en la ficción, otro sobre el césped

Fin de semana agridulce. Juego nihilista en Elche de un equipo indolente, otra vez apático. Me pilló lejos de casa. La verdad, me perdí todos los goles igual que perdí el interés por el partido hacia el descanso. Seis partidos de la NFL simultáneos de fondo en las teles de un sport bar fueron mucho más interesantes de ver, sin ser yo un seguidor de eso que medio planeta llama también fútbol. La conversación de mi acompañante fue mucho más interesante que cualquier espectáculo periférico. No me apetece hacer sangre, pero empiezo a ver en Rodrygo un futbolista irrecuperable y también veo que ni con cuatro ni con cinco defensas somos capaces de armar el juego. El centro del campo, que debería ser una máquina de fútbol, es un descontrol abarcando kilómetros, con todos los futbolistas corriendo imprevisiblemente en cualquier dirección. Tenemos una dependencia inesperada de Tchouaméni, que es quien viene evitando el desorden, recuperando y manteniendo junto el equipo. Está empezando a ponérsele cara de Casemiro.

Sin embargo, el día tuvo su parte dulce. Por fin vimos a Florentino enumerar con claridad y concisión todos los males del fútbol español y europeo en la asamblea del club. Le vimos reproducir lo que humildemente señalamos cada día en La Galerna: el salario de Tebas, el control de los medios de comunicación, el oscurantismo con los dineros, las maniobras de Tebas para apropiarse del patrimonio del club que da de comer al resto, las patadas de ahogado de las élites del fútbol europeo, peleando a vida o muerte por el último canapé.

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Florentino nos recordó, alabado sea el Señor, que ese club del que usted me habla pagó durante décadas a un dirigente arbitral, justo un día después de que el títere recién llegado al CTA recomendara olvidar la corrupción, sin mencionar siquiera al corruptor, pero teniendo un recuerdo compungido para los árbitros, pobrecitos, los más perjudicados, según él, por el negreirato. No me pueden dar más pena. Angelitos míos.

No lo sabíamos, pero la necesitamos: me propongo escribir a la agencia de representación de Cruise para ofrecerles el guion de la novena entrega de Mission: Impossible. En la trama, Hunt acabará con la podredumbre del fútbol español arrojando luz sobre todos sus entresijos. Quién sabe, es cine, tal vez Luther pueda resucitar para ayudar a Futbolgate y al juez instructor para que consiga atar todos los cabos del caso. Luther sabe cómo detectar y desactivar zombis en X, será muy necesario. Benji podría interceptar cualquier intento partidista de evitar la sentencia y Grace podría mimetizarse entre políticos para que no puedan meter las manos en el caso. Afortunadamente, los que desearían poner sus manos sobre Grace están a punto de compartir pastilla de jabón en duchas comunitarias.

me propongo escribir a la agencia de representación de Cruise para ofrecerles el guion de la novena entrega de Mission: Impossible. En la trama, Hunt acabará con la podredumbre del fútbol español arrojando luz sobre todos sus entresijos

Y es que en estas películas siempre se acaban descubriendo tramas ocultas. Tal vez Tebas tenga un gato blanco con increíbles ojos verdes al que acaricia, mientras se concentra para escribir su siguiente tuit, con una mano en la que refulge una sortija con un topacio de cien gramos. Tal vez descubramos que el chico de los recados de Louzán fue en realidad el actor secundario que salía del baúl en Pulp Fiction, o que Ceferín domina el cuerpo a cuerpo con cuchillo como Gabriel (Esai Morales), aunque yo le veo más parecido al banquero de terroristas Le Chiffre, el malvado de Casino Royale que lloraba sangre cuando se ponía nervioso. Una vez derrotado por James Bond, se operó el ojo y buscó refugio en la UEFA para seguir jugando su póquer particular.

Tengo fe inquebrantable en Ethan Hunt, como la tengo en Cristiano Ronaldo, de quien nunca dudé para lanzar un penalti o para decidir la mejor opción en un contragolpe. Detrás del personaje, un coloso del cine. Tom Cruise. A sus 62 años, sigue interpretando sin dobles de acción la mayoría de sus escenas de riesgo. Su longevidad para mantenerse en el máximo nivel de exigencia en su profesión solo es extrapolable a extraterrestres como Modric o el propio Cristiano en esto del fútbol.

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La gente no entiende bien lo que supone ser élite en una profesión que requiere una exigencia física cuando van cayendo los años. La disciplina en el trabajo y en el descanso, en lo que comes, en lo que bebes y en lo que no. Cruise trabaja cada día para ser capaz de mantenerse donde está. Desde que tenía la edad de Cruise ahora, mi madre solía decir cuando veía actuaciones musicales acompañadas de cuerpos de baile: “si tuvieran los huesos como yo, no se moverían tan ligeros”. Mantengo la literalidad de la frase porque el lector entenderá que mi madre era una señora del sur de España cuyos huesos le dieron muy mala vida. Y sí, ambos se mueven ligeros. Uno clavando chilenas por la escuadra con cuarenta castañas y el otro colgándose del tren de aterrizaje de una avioneta a una edad en la que los prejubilados de la banca ya han olvidado la última vez que doblaron el lomo.

Dos estrellas, cada una en lo suyo, con la luz pagada en las mansiones que disfrutarán los herederos, sólo pueden obtener la motivación del amor a su profesión, de la que no tienen ningunas ganas de despedirse, independientemente del dinero. No les queda vida suficiente para gastarlo todo ni comprándose el Air Force One y pintarlo de rosa sólo por darse el capricho, pero ahí siguen facturando, patrocinados por las marcas más grandes, porque son únicos. Inmortales, en realidad.

Y sí. Los dioses le dieron a Cruise una sonrisa y un carisma que todos querríamos. A Cristiano, un físico de estatua romana cincelada con trabajo, además de un talento completamente desproporcionado frente al promedio de futbolista profesional y una cabeza florentinesca, con esa determinación enfermiza con la que fue capaz de moverse ingrávido durante años sobre el césped, mientras vestía la camiseta más pesada del deporte mundial, a la altura de la del 23 de los Bulls o la del 10 de la selección argentina del siglo XX.

Y sí, hemos hecho una chufla de partido en Elche, no hay duda. Hay trabajo por hacer, sobre todo en el vestuario y en los despachos. Xabi va a pasar una semana bastante fastidiado, pero ahí está Florentino, recogiendo una vez más la bandera de la justicia del suelo y clavando el mástil bien profundo para lo que viene. Temblad, malditos.

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