No hemos venido a ver que pasa, hemos venido a que pasen cosas | OneFootball

El futsal femenino vive hoy uno de esos encuentros que trascienden la competición. España y Brasil, dos potencias construidas desde la excelencia y la perseverancia, se citan en el PhilSports Arena (13:30, TDP/RTVE Play) para disputar un partido que muchos consideran, sin exagerar, el mejor que puede verse actualmente en el planeta. Antes, Argentina y Portugal (11:00, FIFA TV) habrán intentado tomar el otro billete hacia la final, pero el magnetismo de este España–Brasil eclipsa inevitablemente todo lo demás: es un duelo que marca épocas, que exige precisión quirúrgica y que premia sólo a quienes saben navegar la presión del máximo escenario.

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El camino hasta esta semifinal refuerza la sensación de equilibrio absoluto entre ambos equipos. España llega con pleno de victorias, 23 goles a favor y sólo cuatro encajados; Brasil, con números casi simétricos: 25 tantos convertidos y apenas tres recibidos. Dos máquinas afinadas, dos selecciones que han transformado el Mundial en un escenario para desplegar un futsal moderno, valiente y ofensivo. Incluso en lo individual la pugna está igualada: Irene Córdoba y Emilly Marcondes comparten el liderato provisional de la Bota de Oro con seis dianas cada una, otra prueba de lo que supone este choque entre colosos.

La víspera del partido dejó claro que Clàudia Pons no ha dejado nada al azar. Su comparecencia en sala de prensa fue un ejercicio de convicción: “Es una competición que llevamos preparando mucho tiempo. El objetivo era llegar a la final, como el de los 16 equipos, y hoy sólo queremos ganar. No hemos venido a ver qué pasa, hemos venido a que pasen cosas”, afirmó. Esa frase, casi una declaración de principios, resume el espíritu de una selección que ha hecho del rigor táctico y la intensidad su sello. Su quinteto de gala —Elena González bajo palos; Laura Córdoba, Irene Samper, María Sanz e Irene Córdoba en pista— ha sido el eje sobre el que Pons ha movido una rotación amplia, madura y perfectamente engranada. Un grupo que ha entendido que la excelencia no es un rasgo puntual, sino una conducta sostenida.

En el bando brasileño, el vestuario vivió una auténtica explosión de euforia tras eliminar a Japón. No era sólo la celebración de una victoria, sino la reafirmación de un proyecto que aspira a recuperar el cetro mundial con un estilo reconocible: dinamismo, presión asfixiante y talento inagotable. Nelson Saboia, su seleccionador, mostró respeto y admiración hacia España en la previa: “España es realmente buena individualmente, muy buena colectivamente, y marca muy bien. Es competente en todos los aspectos del futsal”. Cuando Brasil habla así de un rival, es porque lo considera a su altura.

Pero quizás el secreto de esta España esté en algo menos medible: la convicción adquirida después de años reclamando un Mundial que por fin llegó. Las jugadoras que abanderaron ese deseo no se van a conformar con haber hecho historia. Quieren más. Lo expresa con claridad Laura Córdoba, MVP en dos partidos: “Esto viene trabajado desde hace muchos años. En nuestra Liga tenemos partidos muy importantes. Hay que estar concentradas, salir con ganas y que todo vaya bien”. España ha transformado la ilusión en propósito, y el propósito en determinación.

Y así, entre estadísticas que intimidan, discursos que inspiran y una atmósfera que recuerda a las grandes noches del deporte, España y Brasil se preparan para escribir otro capítulo de una rivalidad legendaria. Sólo una podrá pelear por el título el domingo. La otra quedará marcada por la frustración de haber caído en un duelo que, para muchos, ya es —sin necesidad de jugarse— una final anticipada.

Hoy, el futsal femenino se detiene. El mundo mira a Manila. Porque partidos como este, simplemente, no se repiten.

Autor: Izan Delgado

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