Rubén Martínez y el centenario de Colo-Colo: una figura a reivindicar (por @NachoJOsorio1) | OneFootball

Por Ignacio Osorio

Durante la primera parte del año, uno de los temas más discutidos por hinchas, medios y redes sociales será, sin duda, el centenario de Colo-Colo, a celebrarse el próximo 19 de abril.

En las festividades, es casi seguro que se repasará la larga y exitosa trayectoria del Cacique en el fútbol chileno. Se destacarán momentos clave, como el rol de David Arellano en la fundación del club y en la profesionalización del fútbol chileno a mediados de los años 20 y principios de los 30, el equipo campeón invicto liderado por Franz Platko, la irrupción de Carlos Caszely, el inolvidable Colo-Colo de 1973, los vibrantes años 90, la crisis financiera que llevó al club a la quiebra, el equipo de Matías Fernández, la estrella 30 y, por qué no, aquella campaña difícil entre 2020 y 2021 en la que se rozó el descenso.

Uno de los hitos más destacados será, sin duda, la conquista de la Copa Libertadores de América en 1991. Los nombres icónicos de esa epopeya volverán a ser recordados: Mirko Jozic, el cerebro y corazón de aquel equipo; Barticciotto, Mendoza, Leonel Herrera, Jaime Pizarro, Lizardo Garrido y Daniel Morón, muchos de ellos aún ligados al club.

Sin embargo, en esta previa ha emergido un nombre que a menudo queda opacado entre la gloria y los años de competencia constante en los 90: Rubén Martínez.

Cuando se habla de la historia de Colo-Colo y de su gesta en la Libertadores, los relatos suelen centrarse en figuras recurrentes. Pero Rubén Martínez, pese a sus notables logros, ha sido injustamente relegado al olvido. Martínez no solo fue campeón de América con Colo-Colo, donde marcó 67 goles en 133 partidos,

sino que además fue tricampeón goleador del fútbol chileno entre 1989 y 1991.

También brilló en equipos como Cobresal y Santos Laguna, siendo un símbolo para el cuadro minero hasta el día de hoy. Su figura, no obstante, ha palidecido, quizá porque formó parte de una generación de jugadores talentosos con pocas oportunidades internacionales. Incluso nombres como Ivo Basay quedaron opacados por la irrupción de Salas y Zamorano.

En una época donde emigrar al extranjero no era sencillo, Martínez logró destacarse. Aunque en la selección chilena apenas disputó 12 partidos y anotó dos goles, su apogeo coincidió con una etapa complicada para el fútbol nacional debido al “Maracanazo” y la consecuente exclusión internacional. Esto limitó drásticamente su proyección, pese a haber logrado varios títulos locales, tres internacionales y destacado en cada equipo que defendió.

Hoy, Rubén Martínez sería el 9 indiscutido de la selección y un goleador competitivo en ligas de Brasil o Argentina. Su aporte al fútbol chileno, especialmente como artífice de la mayor gesta deportiva de un club en nuestro país, merece mayor reconocimiento.

Es fundamental reivindicar figuras como la suya, pues la historia del fútbol chileno se construye también con los nombres que, aunque relegados, han sido cruciales para las hazañas y los triunfos. Rubén Martínez es, sin duda, un ídolo en las sombras que merece brillar con toda justicia.