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La Galerna

·7 de septiembre de 2024

0-5: Goleada en el regreso de Weir

Imagen del artículo:0-5: Goleada en el regreso de Weir

El Real Madrid femenino arrancó su quinta temporada de existencia goleando (0-5) al RCD Espanyol en la primera jornada de la Liga F. La escocesa Caroline Weir lideró a las blancas en su reaparición, marcando dos goles y dando otro a María Méndez. Athenea del Castillo y Maite Oroz redondearon el marcador en la segunda parte.

Dentro de veinte días se cumplirá un año desde el fatídico partido entre selecciones en el que Caroline Weir sufrió una rotura de ligamento cruzado anterior, lesión que condenó al Real Madrid femenino y a su afición a afrontar una temporada de transición cuando la misma acababa de comenzar. Si bien el equipo volvió a cumplir su objetivo principal (el subcampeonato liguero que da acceso a Champions), el curso perdió todo atisbo de ilusión. El asalto del siguiente escalón debería esperar.


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Doce meses después, y en apenas unos minutos sobre el césped, el retorno de la genial centrocampista escocesa permitió a este Real Madrid 5.0 iniciar el campeonato de liga con una sonrisa de oreja a oreja. Con un once significativamente repleto de futbolistas recién llegadas (seis de diez jugadoras de campo), el conjunto de Alberto Toril no necesitó escarbar demasiado para encontrar la vía de agua en la defensa rival. El fútbol fluyó en cuanto Weir, siempre bien acompañada en la medular por las debutantes Melanie Leupolz y Filippa Angeldahl, comenzó a sumar toques con el balón.

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Si en el ambiente sobrevolaba la pretemporada de perfil bajo por la que este año ha optado el club, el talento de los nuevos refuerzos acalló el debate al poco de superar los diez minutos de juego. Una muy participativa Eva Navarro forzó una falta en campo rival, la ’10’ centró buscando el área y María Méndez entró sin miedo y como un camión para adelantarse a la salida por alto de la guardameta y firmar de cabeza su primer gol con la camiseta del Madrid. El 0-1 agudizó la tendencia de un partido predestinado al dominio blanco ante lo que poco pudo hacer un recién ascendido Espanyol. La única baza que funcionó, balones largos en profundidad para Arola Aparicio, fue resuelta unas veces por la línea defensiva y otras por la hiperactividad bien entendida de Misa Rodríguez. Así las cosas, el duelo permitió a la canaria ir compenetrándose con la que puede convertirse en su nueva pareja de centrales (la propia Méndez junto a Maëlle Lakrar).

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Por delante, tanto Angeldahl como Leupolz demostraron sus trienios de veteranía en el fútbol europeo aportando las dosis justa de contundencia y fluidez en el movimiento del balón, dejando a Caroline Weir libertad total para imprimir veneno al ataque a partir de los 4/4 de campo rival. En una de las intentonas de Eva Navarro caracoleando en la frontal llegó el segundo gol, fruto del rechace al tiro de la extremo murciana. No por casualidad, sólo Weir leyó a dónde podría dirigirse ese balón sin dueño, y allí acudió para rematar a gol la red al primer toque. La esencia del fútbol, su misterio irresistible, se esconde en acciones así: ¿por qué son siempre jugadores como Caroline Weir o Jude Bellingham a quienes sale cara cada lance de partido?

La feliz reaparición de la todocampista británica alivió cualquier sensación de rigidez o presión típica de los primeros minutos oficiales, hasta el punto de hacer olvidar la travesía por el desierto que sus compañeras han atravesado. Athenea del Castillo y Eva Navarro encontraron, uno tras otro, balones servidos con los que intentar sus travesuras en cada costado. La goleada era inevitable y únicamente se retrasó por la pólvora mojada de Alba Redondo en su estreno como delantera centro blanca. Lo probó con tesón, pero siempre estuvo unos centímetros alejada del lugar exacto al que llegaba la asistencia de gol.

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En la segunda parte llegó el carrusel de cambios, pero a Weir le dio tiempo a sumar su segundo tanto antes de completar su bien medida hora de rodaje. Esta vez fue Athenea la que filtró con clarividencia el balón a la escocesa, quien controló y remató con facilidad para batir a Romane Salvador. Desde ese momento, el resto del encuentro se convirtió en un acoso continuo al área perica, pues las locales apenas pudieron respirar con el cuero en los pies. Ello explica la actividad de la lateral Oihane Hernández tan cerca de la línea de fondo del Espanyol, avenida por la que llegaron los dos últimos goles madridistas. El 0-4 en un balón raso servido por la ’11’ que empujó a la jaula Athenea, y el definitivo 0-5 de nuevo por parte de Oihane, aunque esta vez por arriba, que Maite Oroz domó con calidad antes de poner la guinda.

La goleada, el reparto de minutos, la portería a cero y los tres puntos sentarán estupendamente al vestuario del Real Madrid, pero nada podrá igualar la sensación mágica de ver de nuevo a Caroline Weir sobre el verde. Si el propio fútbol pudiese hablar, nuestro amado deporte sería el primero en estar radiante por su vuelta.

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