La Galerna
·8 de noviembre de 2025
1.248 millones de ingresos y dos estadios distintos

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·8 de noviembre de 2025

Buenos días, amigos. Hoy la cosa va de estadios, de dinero y de baloncesto. "Nada más lleno de ausencia que un estadio vacío”, proclamó Gómez de la Serna. En otra greguería, llamó al estadio “esqueleto de multitudes”. Ojalá D. Ramón hubiera estado entre nosotros para ser invitado ayer a la reinauguracion (¿o cómo habría que llamarlo?) del nuevo Spotify Camp Nou, que en terminología de nuestro amigo Paul Tenorio se llama más bien Pay To Win Camp Nou, en alusión a las tendencias negreiristas del club propietario del inmueble.
El caso es que el estado reabrió sus puertas después de más de dos años de obras caóticas, obreros en situación de semiesclavitud (casi nadie ha hablado de esto), casos de tuberculosis y otras lindezas. La prensa afín no cabe en sí de gozo, pese a que se trató de un mero ensayo y los negreiros, de momento, seguirán jugando en Montjuic, el Johan Cruyff o cualquier otro recinto que les venga bien, reúna o no reúna los requisitos indicados para acoger fútbol de Primera División.

Ya veis. “Espectacular”. “Vibrante entrenamiento”. Y lo mejor, las lágrimas de Laporta, quien confiesa haber dejado “escapar” algunas. No nos extraña. Jan es un hombre emotivo. También lloraban con harta frecuencia Joan Gaspart y sobre todo Josep Lluís Núñez. Varios presidentes blaugranas han tenido en común su propensión a llorar. Firmaríamos que ese hubiese sido la única coincidencia y no hubieran tenido en común también el pagar al colectivo arbitral desde 1990, según testimonios de sus propios directivos en diferentes épocas, Freixa y Perrín fundamentalmente.
El caso es que la prensa negreiresca coincide en ponderar hasta el arrobo la pseudorreinauguración. Mundo Deportivo tiene al menos el valor de hacerlo bajo un frontispicio que habla con honestidad de la dolorosa derrota culé frente a los nuestros ayer por la tarde, en los canastos. Qué partidazo, amigos. Qué bien estuvo el nuevo Madrid de Sergio Scariolo, y en particular un estelar Trey Lyles que ojalá la NBA nos permita disfrutar durante un tiempo. Ya casi nadie recuerda cuándo fue el último clásico que nos ganaron ellos.

Así que el Palau “se harta” y el Pay To Win Camp Nou (gracias, Paul) se reabre, o similar. Las crónicas menos afines al club más tramposo de la historia del deporte parecen en cambio discrepar de la supuesta grandeza de la jornada de reapertura de puertas, e incluso de la belleza y adecuación del resultado de las obras, por lo demás inconclusas.
Ved.
Asientos desvencijados, estética franquista (¡franquista!), cutrez generalizada, y, por lo demás, escasísimos cambios con respecto al estadio de hace 800 y pico días. ¿Y para esto tanto tiempo de espera?, se preguntaban los culés. Chicos, preguntad a los constructores turcos, que Laporta está llorando. Y no os comparéis con el nuevo Bernabéu, por una cuestión de simple salud mental. Ninguno de los dos estadios es mejor ni peor que el otro, niños, no hay que sufrir con eso. Simplemente son estadios distintos, nada más.

Marca abre hoy con una foto, precisamente, del nuevo Bernabéu. Cualquier parecido entre ambos recintos es mera coincidencia, pero de verdad que no queremos comparar, que no, que no. Estaría feo. Sería centralista, imperialista y desafortunado. Cada estadio es como es, y hay que respetar las diferencias. No sería inclusivo definir uno de los dos estadios como superior al otro, incluso aunque uno de ellos colabore de manera decisiva a la generación de ingresos récord.
Porque lo dice Marca también, como veis. 1.248 millones de ingresos presentará el Madrid en sus cuentas. La brutal cifra supone la superación de su propio récord, que es récord histórico en el fútbol europeo. Ningún otro club ha generado jamás tantos ingresos, y el nuevo Bernabéu, por mucho que duela, es clave en ese hito a pesar del considerable contratiempo de la anulación de conciertos. Otros eventos, sin embargo, están dejando un margen altísimo, acogidos entre las cuatro fachadas modernistas del ultraeficiente y futurista centro neurálgico madridista y madrileño.
Pero de verdad que no queremos comparar, no, no, no. Dios nos libre. Las comparaciones son odiosas. Nos enfurruñaremos muchísimo con quien ose afirmar que el Bernabéu es mejor estadio que el Camp Nou o que genera más ingresos. Palabras de esa índole supondrían una falta de respeto manifiesta al hecho diferencial catalán. Sí ellos quieren reabrir el estadio dos años después con todo igual que antes, salvo que más hortera y con los asientos jodidos, quiénes somos nosotros para inmiscuirnos en la autonomía de sus decisiones. Basta ya de sojuzgar al sometido pueblo catalán y su más preciado instrumento de propaganda.
Son sus costumbres (estadios cochambrosos, remuneraciones arbitrales, inscripciones truchas, compra de órganos, recontratación de constatados pederastas para sus filiales) y hay que respetarlas. Se nos han olvidado muchas cosas dentro del paréntesis, rogamos se nos disculpe, no damos abasto. El caso es que nos enojaremos una barbaridad, y apuntaremos severamente con el dedo, a quien se atreva a aventurar que el resultado de las obras del Bernabéu supera al resultado de las obras del Camp Nou. Son obras de naturaleza distinta, simplemente. Cada uno de nosotros debe aprender a quererse a sí mismo tal como es. Así, el culé debe amar al Barça (y su estadio) con todas sus peculiaridades dentro, porque son solo eso, peculiaridades que apenas deben mover a la ternura a sus fans, como ese gracioso arrugamiento de nariz cuando se produce la risa de la persona amada.
Viva la diferencia, amigos. Os dejamos con la portada de As y con Jacobo Ramón, a quien deseamos que le sigan igual de bien las cosas a orillas del lago Como.
Pasad un feliz sábado.

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