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La Galerna

·10 de diciembre de 2025

2-0: El Madrid fue lucha y fue belleza

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El Real Madrid femenino venció (2-0) al Wolfsburgo en el penúltimo y sufridísimo partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones gracias a los goles de María Méndez y Linda Caicedo. Las madridistas, que acabaron con nueve sobre el campo, supieron manejar el partido para acercarse a la clasificación directa a los cuartos de final de la competición continental.

Nadie en su sano juicio, ni afición ni jugadoras profesionales, necesita sufrir para ganar un partido de fútbol. Cualquier cardiólogo lo desaconsejaría. Pocas madres lo entenderían. Y sin embargo, hay cierto tipo de sufrimiento no solo necesario, sino indispensable para el crecimiento de un equipo aspirante a ganar títulos importantes. Son horas de rodaje que agudizan los instintos básicos, desbloquean nuevos estados mentales y refuerzan las ganas de seguir recorriendo un camino común. A este Real Madrid femenino le falta calidad, le falta experiencia y le falta incluso afición, pero tras su duelo ante el Wolfsburgo en el Alfredo di Stéfano ganó 100 minutos de experiencia europea de alto nivel. Un pequeño tesoro.


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De inicio, el equipo alemán tiró de parche de doble campeón de Europa y quiso imponer –consiguiéndolo por momentos– un ritmo alto para hacer temblar al Madrid. Fueron quince minutos de tensión para las locales, con una ocasión por portería, de los que el Real escapó de la manera más insospechada: anotando de cabeza a balón parado ante un rival llamado a penalizar esa teórica debilidad propia. Eva Navarro, de nuevo excepcional en laboras de lateral y botando córners, centró desde el banderín al palo corto buscando a una María Méndez que remató como pudo de espaldas. El balón mordido salió en busca del segundo palo y superó a una Stina Johannes desconcertada bajo palos.

El 1-0 dio paso a media hora en la que las jugadoras de Pau Quesada supieron jugar con viento a favor hasta dar la vuelta al estatus inicial de cada bando, demostrando que este Madrid en ascenso es uno de los clubes llamados a adelantar al otrora todopoderoso Wolfsburgo femenino. En ese lapso pudieron anotar el 2-0 Linda Caicedo, Alba Redondo e incluso Eva Navarro de gol olímpico, mientras que Misa Rodríguez, con seguridad renacida, defendió con solvencia la portería local. Todo marchaba bien hasta que Maëlle Lakrar vio dos amarillas consecutivas al borde del descanso, hecho que abocó a sus compañeras a la agonía hasta el pitido final.

El descalabro elevó la dificultad de la prueba de estrés, pero la respuesta de cada equipo fue radicalmente distinta. Mientras el conjunto alemán apretó el acelerador sin ningún tipo de inteligencia ni control mental, las madridistas crecieron en derroche físico, astucia y temple hasta convertir en virtud el hándicap de jugar con diez. Atrás, Rocío Gálvez y María Méndez cortaron tanto por bajo como por alto cualquier intentona apresurada del Wolfsburgo; en el lateral, Yasmim Ribeiro se atrincheró y acabó disfrutando del juego de perros poniéndosele cara de Daniel Carvajal; y arriba, Naomie Feller, Linda Caicedo y Caroline Weir contemporizaron y supieron exprimir cada balón en posesión.

Transcurridos veinte minutos sin que las visitantes encontraran la solución al plan de partido llegó la estocada blanca. Weir amansó un balón medio despejado desde el área, escondiéndolo entre rivales y dando tiempo a que Linda Caicedo iniciase el despegue, para filtrarle un pase de oro en profundidad. La colombiana, ya inmersa en su sprint desbocado, se plantó frente a la portera, regateó ante su salida y disparó cruzado para que la central se pasara de frenada en la cobertura de la portería. En resumen, una obra de arte magnificada por las delicadas circunstancias del momento de partido.

Aunque quedaba un mundo por jugarse bajo la lluvia, la contundencia del Madrid noqueó a un Wolfsburgo incapaz de crear peligro o de siquiera plantear dudas en el esfuerzo defensivo madridista. Quedaría tiempo, eso sí, para que entre Caicedo y Weir rozaran el 3-0, pero también para que la árbitra expulsara por una rigurosa roja directa a Iris Ashley, que intentó cazar un balón dividido ante la salida de la guardameta ya en el descuento. En otra circunstancia, el Real Madrid no habría sobrevivido a cinco minutos de prolongación con nueve futbolistas ante un rival europeo de nivel. Por entonces, no obstante, los compases de juego blanco con el cronómetro bordeando el minuto 100 fueron un deleite de fútbol puro: brega, sagacidad y compromiso colectivo. Este Madrid femenino, que fue lucha y fue belleza, ya sabe cuál es el camino.

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