La Galerna
·16 de noviembre de 2025
4-0: Otro resultado doloroso contra el Barça

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El FC Barcelona derrotó (4-0) al Real Madrid femenino en el partido de la jornada 11 de Liga F disputado en Montjuic. A pesar de mantenerse cierta igualdad en el despliegue visto sobre el césped durante buena parte del choque, los goles tempraneros de Ewa Pajor (2) y los tardíos de Sydney Schertenleib y Aitana Bonmatí volvieron a dejar en el marcador un resultado doloroso para las blancas.
En el fútbol, como en cualquier deporte profesional, el marcador manda. Y el resultado del enésimo encuentro entre el FC Barcelona y el Real Madrid femenino volvió a ser inapelable. Cuatro a cero. En una crónica clásica nos limitaríamos a describir con monotonía lo sucedido sobre el césped entre pase y pase, pero en La Galerna nos podemos permitir ir más allá. En el fondo quizás sea lo único verdaderamente interesante para un lector, ya que al fin y al cabo una nueva victoria del equipo más potente del mundo no es noticia. El jugo, en todo caso, radica lejos de los tres puntos en juego de una Liga F con ganador predefinido ya en verano.
La sustancia está en ciertos detalles: el relato culé se esfuerza en insistir en que los duelos ante el Madrid son uno más, pues para algo la superioridad de su equipo femenino las sitúa por encima del bien y del mal. Sin embargo, estos partidos se juegan en Montjuic y no en su ciudad deportiva, en los días previos se activa la maquinaria azulgrana de comunicación para conceder entrevistas como si de una semifinal de Champions se tratara… y las propias futbolistas que acumulan varios campeonatos europeos admiten la importancia de conseguir la revancha tras la derrota en el mismo escenario de la temporada pasada en la que el Real venció por tres a uno. Por mucho que se disimule, enfrente está el Real.

Y este Real, todavía inferior para desesperación del aficionado madridista, es ya la principal pieza de caza para las jugadoras del Barça. Basta con leer las declaraciones previas o, más aún, escudriñar los gestos sobre el césped, para comprobar la motivación del rival: las azulgrana salieron a arrasar, claro, pero ya con el partido controlado tras el doblete inicial de Ewa Pajor pudo verse la importancia de la victoria para el equipo que ha convertido en irrelevante las victorias en liga. Se aprecia en las dos tarjetas amarillas mostradas a Alexia Putellas y a Claudia Pina por afanarse en frenar con agarrones contraataques rápidos, en el corrillo guardiolesco con el que ralentizar el lanzamiento de penalti concedido a Caroline Weir para alterar su tranquilidad, o en la entrada al campo de una renqueante Aitana Bonmatí que cualquier entrenador reservaría de cara a la próxima jornada de Champions.
A pesar de mantenerse cierta igualdad en el despliegue visto sobre el césped durante buena parte del choque, los goles tempraneros de Ewa Pajor y los tardíos de Sydney Schertenleib y Aitana Bonmatí volvieron a dejar en el marcador un resultado doloroso para las blancas
Por descontado, podrá afirmarse que la mayor muestra de respeto del Barça hacia el Madrid es precisamente esa: salir a arrasar a un rival no tan intrascendente como su afición se esfuerza en creer. La pelota está en el tejado del club de la capital y es él el llamado a alcanzar el listón de excelencia marcado por las catalanas. Hasta entonces, al Real el motor le da para forzar al Barcelona a jugar al límite. Así se vio durante la primera media hora, disputada a tumba abierta. Disparó al palo Alexia Putellas y a continuación Caroline Weir anotó en fuera de juego en la otra portería. Un instante después, fue Naomie del lado blanco quien chutó palo y Ewa Pajor la que vio anulado su gol también por posición antirreglamentaria.
En el juego sobre el alambre, eso sí, la contundencia marca la diferencia, y si meses atrás fue el Madrid quien se llevó la victoria, en esta ocasión el olfato goleador de Pajor distanció al Barça de forma definitiva. Primero en el 15, adelantándose a Maëlle Lakrar en el primer palo para conectar un centro de Claudia Pina, y luego en el 30, para hacer lo propio ganándole esta vez a María Méndez en un remate con el torso. La delantera polaca, quizás la mejor del mundo, no engaña a nadie. El verano pasado salió del Wolfsburgo y sabíamos que se hincharía a goles allá donde fuese: el Madrid podría haber cumplido el sueño de una adolescente que escribía «Hala Madrid» en redes sociales, para de paso dar el salto que le falta a la plantilla, pero en cambio fue un Barcelona ya armado hasta los dientes quien aceptó pagar su ficha de estrella. Los números no engañan. Y las consecuencias de esos números son palpables.

Las de Pau Quesada tuvieron en su mano recortar distancias, pues Linda Caicedo tuvo en sus botas un mano a mano claro que paró Cata Coll y Caroline Weir vio como Irene Paredes despejaba su vaselina cuando ya había superado a la portera culé. Lo rescatable del lado madridista, además de la sensación de aceptar sin miedo el tú a tú ante un equipo avasallador, estuvo en la conexión desenfadada entre Caicedo y Lotte Keukelaar. A la joven holandesa le dio igual el escenario y el rival: en cada acción con balón intentó avanzar, encarar o filtrar balones con veneno. El éxito del ataque madridista, eso sí, no fue más allá de convertir a la portera Cata en la mejor jugadora del partido por parte del Barça, y con su atajada al penalti de Carolina Weir en el 80 quedó claro para quién sería la victoria.
El Madrid, en parte con perfecta lógica racionalista, empezó a pensar en el viaje a Londres donde espera el campeón de la Champions. Mientras tanto, el equipo más fuerte del mundo siguió empujando en busca de los titulares grandilocuentes, hecho que consiguió gracias a los goles en el descuento de Sydney Schertenleib y Aitana Bonmatí. ¿Qué importa más? ¿La solidez del proceso constructivo o la imagen que se proyecta? Madrid y Barça entiende hoy el mundo desde concepciones antagónicas… y en el fútbol femenino también puede apreciarse con claridad.
Getty Images
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