
La Galerna
·10 de julio de 2025
A muerte con Xabi Alonso

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·10 de julio de 2025
Lo primero: esto es muy duro. El golpe, al menos para mí, es mayúsculo. Esto no era un torneo de verano para calibrar “qué tal”. Lo dije mientras íbamos ganando (y convenciendo) y había quien parecía fijarse solo en la buena pinta a medio plazo, en lugar de ilusionarse con la posibilidad de alzar un título importante. Por coherencia, esa ilusión que yo tenía solo puede quedar ahora traducida en frustración.
Quería ganar el Mundial de Clubes, cumpliendo con la veta pionera del Madrid en los nuevos torneos, con reminiscencias del triunfo en la primera Copa de Europa. Era un título importante, no ha podido ser y eso a un madridista le tiene que doler, sobre todo si se pierde por un marcador tan lacerante ante un adversario filosóficamente antipático, a despecho de su indudable excelencia futbolística.
Dicho esto, me parece que se pueden sacar muchas más conclusiones de la marcha triunfal del equipo hasta esta malhadada semifinal que del truculento desarrollo de la semifinal en sí. De este partido, pocas conclusiones tácticas se pueden obtener, porque pocos partidos que yo haya visto han podido estar marcados de manera más clara por dos errores individuales precoces por parte de sendos defensas.
Sí, ya lo sé. Ya sé que antes de esos dos errores, que se tradujeron en los primeros dos goles, ya había tenido que intervenir Courtois, milagrosamente, en una doble ocasión. Pero tanto eso como los dos tantos sucedieron de una manera demasiado temprana como para concluir que el partido estaba mal planteado. Tal vez lo estaba. Tal vez no. Nunca lo sabremos. Un error de As atribuyó a Xabi, en la rueda de prensa posterior, el reconocimiento de un fallo en la alineación de tres delanteros. Cuando Xabi contestó “sin duda”, estaba respondiendo a otra pregunta. Quizá piensa que se confundió. Quizá lo hizo, de hecho. Pero todo sucedió tan endiabladamente rápido que no se pueden extraer conclusiones taxativas, más allá de dos cagadas, impropias de defensas de élite, que te marcaron para los restos. Contra el mejor equipo del mundo (el PSG lo es ahora mismo), esos errores te dejan sin opciones, y ello con el partido recién comenzado.
No es mi intención descalificar a Rüdiger ni a Asencio. Rüdiger es un líder del vestuario, un defensa soberbio, y no hay ninguna razón para que no lo siga siendo. En cuanto a Asencio, se convirtió en la gran revelación del equipo la temporada pasada. Es posible que esté afectado por su situación judicial -cualquiera lo estaría- y ello explique su catastrófico Mundial. En todo caso, merece todo el apoyo y la comprensión porque es un defensa y un hombre de una pieza. No pretendo por tanto condenar ni al alemán ni al canario, sino señalar las inequívocas causas del desastre. Sí, ya sé que a partir de sus fallos seguimos estando muy mal. Pero nunca sabremos qué habría pasado sin esas dos garrafales intervenciones.
Nunca sabremos qué habría pasado sin esos dos instantes fatídicos, pero sí sabemos lo bien que lo estaba haciendo el equipo hasta ese momento, en todas las rondas anteriores. El tolosarra ha transformado el estilo del equipo de manera radical y para bien. Ha ensamblado con tino las nuevas piezas y ha impuesto un nuevo paradigma, todo ello en tiempo récord. Por mi parte, a muerte con él, sobre todo porque va a necesitar todo el respaldo para lo que se viene en la 25/26, donde los desafíos son ingentes.
A la vuelta de la esquina, que es como decir a la vuelta de un verano raquítico, asoma un equipo cliente de Negreira hipermotivado y con mayor frescura por haber disfrutado de un descanso mucho mayor. Asoma un CTA falsamente renovado donde seguirán campando por sus respetos exponentes del negreirismo más descarado, con Fernández Borbalán al frente y Undiano Mallenco ascendido, quedando el despido de Cantalejo y Clos en mera anécdota cosmética. En Europa, el PSG amenaza con una hegemonía de años que solo el propio Madrid puede frenar, de igual manera que ya desbarató una potencial hegemonía del City. Petroclubes, Flick, negreirismo y vendas en las muñecas. Todo eso aguarda. Habrá que reforzarse y dar salida a algunos en la segunda ventana de fichajes de verano que se viene ahora. El madridista que, ante este panorama, quiera poner desde ya palitos en las ruedas de la bici del técnico es muy dueño de hacerlo. Yo creo que toca estar con un entrenador que, hasta ayer mismo, había ofrecido excelentes razones para apreciar su valor e ilusionarse.
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