La Colina de Nervión
·3 de febrero de 2025
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·3 de febrero de 2025
Llevamos varios partidos, desde Madrid casi, en los que el contrario apenas crea ocasiones; eso es bueno. A cambio, nosotros marcamos muy poco; eso no es bueno, claro, pero ese dato no es tan malo como si concediéramos muchas oportunidades de gol. ¿Por qué? ¿Simple pasión sevillista que todo lo que hace mi Sevilla Fútbol Club lo ve bien? No, explico el porqué de la diferencia.
Un adicto a algún equipo de fútbol es alguien que siempre tiene probabilidades; en eso nos diferenciamos de otras adicciones. Pero vamos a la prometida explicación, que me pierdo en una loseta. La falta de oportunidades de gol del rival nos muestra la solidez estructural del equipo; es una virtud sistémica. La precariedad en la eficacia ofensiva nos indica un desajuste específico, muy importante, por supuesto, pero mucho más fácil de corregir. Creo que con la entrada en escena de Adams, Ejuke, Romero, Vargas y Lukebakio, ese déficit del Sevilla Fútbol Club se va a enmendar.
Que el equipo tenga esa solidez estructural es mérito de García Pimienta y su staff. Un club en permanente turbulencia, si algo necesita, es estabilidad, y García Pimienta se la ha dado. La grisura del partido en Getafe es un ejemplo incluso más notorio que el brillo en las felices horas en Girona. Por eso no comparto las críticas irracionales, pero comprensibles, como todos los “errores de amor,” que diría Luis Cernuda, de parte del sevillismo al entrenador porque haga supuestamente tarde y mal los cambios. Pimienta busca consolidar la estructura del equipo al ver que va ajustando todas las piezas, pero sin poner en peligro el mecano.
Me considero un adicto al Sevilla Fútbol Club, pero también un adicto profesional, nunca mejor dicho, a la verdad. No puedo vivir sin la dosis diaria de esta droga llamada Sevilla Fútbol Club, pero tampoco puedo vivir sin que me asista alguna teoría de guardia sobre mi propia adicción. Por eso no soy del Real Betis; para tener fe, tengo que tener razones. Soy lo que diríamos un drogadicto bien fundamentado, un adicto recursivo. No pretendo la estúpida idea de tener siempre la razón, pero sí aspiro a la consoladora ficción de que la razón me tenga siempre a mí. Creo que en esta interpretación de los datos me asiste la razón.
Por eso me mojo y predigo, con base en lo que estoy viendo del proyecto de García Pimienta, que los jugadores del Sevilla Fútbol Club se soltarán ante el Barça. Mantengo que Pimienta está tratando de minimizar los errores individuales, viendo la bronca en el sevillismo, especialmente en el Pizjuán. De esta manera, está consiguiendo esa estabilidad estructural que vimos en Getafe y mantiene intacta la autoestima de una plantilla joven en construcción.
Lo vimos el día del Real Betis; en aquel partido, la duda era un lujo que no nos podíamos permitir, mucho menos la bronca, y eso el equipo lo nota. Aquella noche ante los palmerinos, los jugadores se desataron en furia y calidad conforme el partido avanzaba. Decir que vamos a ganar es una tontería más propia de la otra alma de la ciudad, pero lo que sí me puedo arriesgar —San Bernoulli me oiga— es a predecir que hay muchas probabilidades de que el equipo se vuelva a desbloquear el próximo domingo ante los niños sabios de la factoría de La Masía. Y eso será, sea cual sea el resultado, muy buena señal en medio de este valle de lágrimas.
“Omnipotencia suplicante” (Definición de la virgen María en el Derecho Canónico)