Fondo Segunda
·18 de diciembre de 2025
Andorra: cuando mandar no basta en LaLiga Hypermotion

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·18 de diciembre de 2025

Hay equipos que gobiernan el balón como quien sostiene una brújula: creen que el norte está ahí, en la posesión, en el pase corto, en el control del tiempo. El FC Andorra es uno de ellos. O lo era. Porque los datos, fríos como el acero, han vuelto a abrir un debate tan antiguo como el propio juego: ¿de qué sirve mandar si no se llega?
El conjunto tricolor ha ganado la posesión en 16 de los 18 partidos disputados hasta la fecha en LaLiga Hypermotion. Dieciséis. Una cifra apabullante que lo sitúa como el gran dominador del balón en la categoría. Y, sin embargo, esa hegemonía no le ha empujado hacia la zona alta de la tabla. Más aún: dos de sus victorias han llegado precisamente en los dos partidos en los que no ganó la posesión. Fue ante Racing y Córdoba.
El FC Andorra ha construido su identidad alrededor del balón. Es una seña de autor, una manera de entender el fútbol que bebe de una escuela reconocible. Controlar, acumular pases, instalarse en campo rival. Pero LaLiga Hypermotion es una selva distinta. Aquí el balón no siempre protege; a veces delata.
Tener más posesión no implica tener más ocasiones. Ni siquiera dominar los partidos. En una categoría donde el ritmo es alto, los duelos son constantes y el área se defiende con uñas y dientes, el juego posicional puede convertirse en una trampa si no va acompañado de colmillo. El Andorra manda, pero no hiere con la frecuencia necesaria.
Hay cifras que explican más que mil discursos. El Andorra ha ganado la posesión en 16 de 18 encuentros. Y ha vencido, únicamente, en los dos en los que no lo hizo. Es fútbol ficción pensar que ceder el balón sea la solución universal, pero el contraste es demasiado evidente para ignorarlo.
Cuando el Andorra no tuvo la pelota como refugio, fue más vertical, más directo, más imprevisible. Menos pases, más intención. Menos control, más daño. La paradoja es evidente: el equipo rindió mejor cuando renunció, al menos en parte, a su dogma.
LaLiga Hypermotion no premia la estética si no va acompañada de eficacia. Aquí se asciende defendiendo el área, ganando segundas jugadas y convirtiendo momentos. El Andorra compite, pero a menudo parece jugar en un plano distinto al de sus rivales. Como si hablara un idioma que no siempre encuentra respuesta.

La posesión, sin profundidad, es una promesa incumplida. Y cuando el rival se siente cómodo defendiendo bajo, el reloj corre en contra del que tiene el balón. El Andorra lo ha comprobado una y otra vez.
La pregunta ya no es si la posesión sirve, sino cómo debe usarse. Porque renunciar a ella por completo sería traicionar la esencia del proyecto. Pero adaptarla, modularla, dotarla de más filo, parece imprescindible si el Andorra quiere dar un salto competitivo.
Quizá el camino no esté en tener menos balón, sino en hacerlo más útil. En acelerar cuando toca. En aceptar que, a veces, ceder es atacar mejor. En entender que el control sin profundidad es solo una forma elegante de perder el tiempo.
El FC Andorra ha puesto el debate sobre la mesa. Con datos, no con discursos. La posesión no garantiza nada si no se transforma en ventaja real. En Segunda, mandar no es suficiente. Hay que morder.
Y quizá ahí esté la lección: el balón es un medio, no un fin. El ascenso no se acaricia con pases, se conquista con goles. Y el Andorra, si quiere mirar hacia arriba, tendrá que decidir si prefiere seguir mandando… o empezar a ganar.









































