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·4 de diciembre de 2022
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·4 de diciembre de 2022
Argentina derrotó a Australia por 2-1 para colarse en los cuartos de final. El Dibu Martínez salvó una clarísima ocasión de Kuol en la última jugada del partido para negarle un empate a los ‘Socceroos’ con el que ni soñaban 20 minutos antes. Messi y Julián, con la ayuda de Ryan, pusieron el 2-0, pero un autogol de Enzo le dio alas a los oceánicos.
La Selección Argentina logró el pase a octavos de final en un partido que tuvo dos fases bien distintas. La primera duró hasta el minuto 77 y fue dominada de cabo a rabo por la ‘Albiceleste’, pero Australia se encontró con un autogol de Enzo que lo cambió todo. Al final, Kuol tuvo una clara ocasión que sacó el Dibu Martínez en el minuto 97.
Esa mano que sacó el portero puede ser considerada como la otra mano de Dios. O el brazo, para ser más exactos, aunque se use el término mano para cualquier parada con la extremidad superior. Hasta ahora, solo sabíamos de una, pero, claro, faltaba la segunda. Esta vez, se le apareció el altísimo a Argentina en su propia área. No se puede explicar de muchas otras formas cómo ese balonazo a quemarropa del atacante oceánico no mandó el partido a la prórroga para, quién sabe, acabar con el sueño mundialista de Leo Messi. No vale un título ni el protagonista fue el mejor jugador de todos los tiempos, pero los porteros también merecen portadas, titulares, focos y reconocimientos a la altura de otras estrellas.
Ni por asomo podíamos imaginar, ni tú ni yo, que el Dibu se apoderaría de esta crónica. Básicamente, porque apenas apareció en la tele para cuatro despejes en los que, además, lo pasó mal ante la presión de Duke. Y es que Argentina logró aburrir a Australia e incluso a los espectadores imparciales con un guion más efectivo que brillante. Los ‘Socceroos’ se encerraron bien más de media hora y desactivaron a una ‘Albiceleste’ que parecía terminar con todo con el tanto de Messi en el 35′.
Mac Allister encontró a Otamendi en el área con un pase fuerte y raso que no logró controlar el central. Apareció el ’10’ para cazar esa pelota suelta y, con la zurda, ejecutar su típico remate con el interior de la bota izquierda al palo largo. Ryan se tiró y no se quedó lejos de la bola, algo más centrada de lo habitual, pero el 1-0 subió al marcador. El panorama hacía incluso pensar que, con ese tanto, estaba el objetivo cumplido. Por suerte para casi todos, no fue así.
Australia se quedó sin plan. Al menos, sin el principal. Edificó su pase a octavos con dos 1-0 basados en el rigor defensivo, por muy poca tradición que haya de eso en el país oceánico, y sus llegadas justas pero más que aprovechadas. Por eso, no recibir más y hacerle uno a la ‘Albiceleste’ solo estaba al alcance de los más fantasiosos.
En la segunda mitad, esa idea fue aún más catalogada de absurdez con el 2-0. Como decíamos, Emiliano Martínez ya había pasado algún mal trago al apurar en demasía algún despeje que, por un segundo, no fueron dolores de cabeza muy serios. Pero Ryan no corrió la misma suerte. Esa fue la diferencia, al final, entre dos selecciones, a priori, tan alejadas en nivel. El portero de unos falló. El otro salvó.
Argentina se había dedicado a seguir con su plan de que no pasase nada. Pero en el 57′, no pudo resistirse a aprovechar el fallo del meta australiano. Australia tocaba en su área y el portero, para esquivar la presión de De Paul, se echó el balón demasiado largo y perdió la pelota ante un Julián Álvarez que, tras orientarse, marcó el 2-0.
El tanto incluso acabó con el plan algo ramplón de Scaloni. La ‘Albiceleste’ se liberó y Messi pudo sentenciar en alguna llegada peligrosa. La primera fue una jugada maradoniana de Leo. Salió de su campo con el balón en los pies, se metió hasta la frontal sin que los rivales lograsen quitarle la pelota y, unos metros antes de la frontal, un intento de despeje le llegó a un compañero, que se la devolvió. Le tiró un caño a Souttar y cuando iba a tirar, un defensor mandó la bola a córner. Avisó un minuto después con un disparo desviado que buscaba la escuadra antes de que todo cambiase.
La lógica se fue a dormir antes de tiempo para dar paso al arreón que nunca se olvidará en Australia. Era el minuto 77′, Goodwin soltó un trallazo desde lejos que, tras dar en Enzo Fernández, cambió totalmente la dirección del esférico y este se coló por el palo izquierdo del Dibu. Había partido. Cualquiera lo diría.
Entró Lautaro por Julián y tuvo dos claras ocasiones que no supo remachar tras sendos regalos de Messi. Antes, Behich tuvo envidia del eslalon de Messi y, tras irse de varios rivales, estuvo a punto de iluminar la madrugada australiana, pero Lisandro, justo a tiempo, apareció para quitarle un casi seguro 2-2.
Después, Lautaro cruzó en exceso un primer remate en el área tras una buena maniobra. Pero no tan buenas fueron sus tres definiciones, dos de ellas tras pases de gol de Messi. Mandó a las nubes el primero, se topó con Ryan en el segundo y, para acabar, el portero le sacó con los pies un tercer intento después de una serie de remates taponados y barullos en el área ya en el añadido.
Pero la máxima emoción estaba reservada para la última jugada. Kuol, con solo 18 años, tuvo en sus botas el empate en el 97′. Con un escorzo de espaldas, dejó fuera de juego y en el suelo al Cuti Romero, se revolvió y se encontró un balón no muy diferente a aquel que Iniesta reventó para coser la primera estrella para España. Pero esta vez, fue el portero, con un brazo salvador, el que acaparó portadas. Rechazó el trallazo, atrapó el rebote y firmó el pase de Argentina a los cuartos.