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·20 de septiembre de 2024

Atlético de Madrid – RB Leipzig (2-1) Oh là là

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La Champions es otra historia. Otro ritmo, otra música. De un tiempo a esta parte salir a Europa a jugar es como acelerar el pulso, saber que los que vienen allende las fronteras han olvidado el miedo, el respeto, traen otra pulsión, vienen a ganar, no les importa su nombre ni el ajeno. El Atleti estrenaba ayer otra edición de la máxima competición y lo hizo con victoria, pero una sufrida, costosa, que dejó muy claro que aquí no se gana con la camiseta ni con el escudo, que si guardas algo te castigan y que los deslices no se perdonan.

Cuatro minutos de partido y el Atleti ya estaba perdiendo. Intentó salir a mandar, a atacar al Leipzig para resolver el partido y una pelota perdida por Rodrigo de Paul en la frontal del área rival propició una contra que acabó con un fallido paradón de Oblak, porque Sesko recogió el rechace para empujarlo dentro. Cuatro minutos tan solo para saber que el Leipzig no venía solo a protegerse, que a campo abierto podían ser letales, y también ahí todo el mundo dudó de que fuera el día para cambiar el dibujo al cuatro cuatro dos. Porque Simeone salió con cuatro atrás, Reinildo y Llorente junto a Le Normand y Giménez, el medio para Koke y De Paul, Griezmann y Riquelme y Julián junto a Correa en la punta de ataque. Correa hizo un partidazo, flotó por todo el frente de ataque, cayó a banda, se asoció, giró, creó espacios, asistió, remató. Un gran partido de Correa, de cuyas botas nacía todo el peligro con el que el Atleti trató de reacomodar el partido y buscar el empate. Fue tanta su influencia que opacó a Julián hasta el extremo de hacerlo casi invisible. Insistía el Atleti por la derecha, aprovechando el descomunal despliegue físico de Marcos Llorente y por ahí vino el gol del empate: centro del madrileño y remate con la derecha a bocajarro y a botepronto de Griezmann que puso justicia en el marcador y dio el sosiego necesario para afrontar la remontada. Que hizo click en el jugador francés.


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MADRID, SPAIN – SEPTEMBER 19: Jose Gimenez of Atletico de Madrid scores his team’s second goal during the UEFA Champions League 2024/25 League Phase MD1 match between Atletico de Madrid and RB Leipzig at Estadio Civitas Metropolitano on September 19, 2024 in Madrid, Spain. (Photo by Florencia Tan Jun/Getty Images)

La victoria vino por los cambios. Entraron Sorloth, Gallagher y Lino de una tacada en el sesenta, y después uno que fue también fundamental, Nahuel por Correa para adelantar a Llorente. El Atleti intimidó al Leipzig, lo metió en su área, y percutió una y otra vez sin encontrar el camino claro al gol. La fortuna, y sobre todo un gran Gulacsi, iban rescatando a los alemanes. Pero el aire fresco del Atleti con los cambios fue determinante para que el ritmo no bajara, para que el partido llegara a la zona donde había que llevarlo, a encontrar el remate de Sorloth, la internada de Lino, la genialidad de Griezmann. Y llegó lo último, el francés, un jugador con smoking, que había hecho el primer gol con su pierna mala para activarse en el partido y que en la segunda mitad fue pieza clave, esencia, canalizador de todo el fútbol ofensivo, terminó poniendo, también con la derecha, un centro al segundo palo con una facilidad de artista, como el que mira de perfil, da el brochazo final, le faltó decir oh la là al realizar aquel golpeo sutil que envió al lugar donde sólo él imaginó la llegada de Giménez, que emergió detrás de su marca para cabecear a gol en el último suspiro del partido. Una locura de felicidad propiciada por un tipo que besaba el escudo con labios de amor sincero, con el que el fútbol, por una vez, fue justo, y le dio la oportunidad de repartir esa inmensa felicidad que produce el gol de la victoria cuando el partido ya se acaba.

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