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·14 de diciembre de 2025

Basta de jugar finales en Santiago del Estero

Imagen del artículo:Basta de jugar finales en Santiago del Estero

Pasó una nueva fiesta del fútbol argentino en el Madre de Ciudades. Sin dudas, el hincha una vez más le puso color al calor de una ciudad sofocante. Pero más allá de cualquier tipo de resultados, llegó la hora de decir basta de jugar finales en Santiago del Estero.

Del Obelisco en la Ciudad de Buenos Aires al estadio donde Estudiantes y Racing jugaron el sábado hay más de mil kilómetros. Claramente, no sólo fueron el Pincha y la Academia. También le tocó a Platense y Huracán. O mismo a Rosario Central y al Calamar en otra oportunidad. Y así sucesivamente.


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Por qué uno dice basta de jugar finales en Santiago del Estero

Porque si el club es de los socios, ninguno de ellos tuvo la oportunidad de decir que no. Incluso, ni siquiera sus representantes. Nadie creería que Juan Sebastián Verón y Diego Milito, o Sebastián Ordóñez y Abel Poza, o quien fuese, hubiese alzado la mano aceptando que su gente se traslade todo un día por 90 o 120 minutos de fútbol.

Seguramente es un negocio y nadie puede negarlo. Y no está mal que así lo sea, pero siempre y cuando ese negocio no ponga en riesgo a lo más sano que tiene este deporte que son sus hinchas. Los más fieles. Los que dejaron todo durante un fin de semana. Y no sólo a la familia, sino también siete dígitos en pesos argentinos para llegar al Madre de Ciudades.

Tampoco el tema es con Santiago del Estero, por más incómoda que sea llegar a una provincia donde aterrizan dos vuelos diarios y hay menos hoteles que en Mar del Plata. Los 1000 kilómetros también son de Buenos Aires a Mendoza, o a Misiones. O de Santa Fe a Salta cuando deciden jugar un partido de Copa Argentina en Salta.

El hincha va a estar siempre. El fanático irá donde le digan. Lo hace por el club, por los colores, no por el negocio. Pero 12 horas arriba de un auto es poner en riesgo la vida. En verdad, 12 de ida e igual cantidad de vuelta. Un día entero manejando o en un ómnibus tratando de llegar a un partido de fútbol.

Esto es Sudamérica, no es Europa

Imitar a Europa no siempre es lo ideal. Que las finales en Inglaterra se jueguen en Wembley es muy distinto a lo que pueda acontecer en Argentina. De Liverpool a Londres hay entre 38 y 58 servicios por día. Y el tren demora 2 horas en llegar. De Manchester a la capital hay 13 formaciones diarias.

Si es en modo avión, el City o el United cuentan con siete vuelos cada 24 horas para aterrizar en cualquiera de los aeropuertos que tenga Londres. Y de ahí, el metro (tren, subterráneo o como quieran llamarlo). Las alternativas son otras, son distintas, y el viaje se hace en el día.

Ese solo fue un ejemplo de Inglaterra, pero pasa lo mismo en Alemania, Italia, España o Francia. Está todo conectado. Y si la final de la Champions League algún día se jugase en Estonia, den por descontado que al socio lo ayudarán con vuelos chárter, pero nadie hará mil kilómetros manejando, 20 a caballo, 40 a pie y luego el regreso.

El sábado chocaron tres buses de Estudiantes de La Plata. Hubo otros que por desperfectos mecánicos no pudieron llegar al partido. Si el club es de los socios, es hora de que los socios tengan derecho a decir basta de jugar finales en Santiago del Estero.

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