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·7 de diciembre de 2025
Bernardo Romeo: “Cuando Ruggeri me dio la oportunidad, no paré más”

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Bernardo Romeo es un nombre que resuena con fuerza en la historia reciente de San Lorenzo de Almagro. Su relación con el club, un vínculo profundo y lleno de respeto mutuo, fue mucho más que una simple carrera futbolística: fue una historia de amor y pasión que marcó a la institución y a sus hinchas. A través de su carrera, Romeo vivió momentos de gloria, sacrificio y también de reflexión, convirtiéndose en un ícono tanto dentro como fuera de la cancha.
En 1998, Bernardo Romeo llegaba al Ciclón en busca de un nuevo rumbo en su carrera. A pesar de estar en la Selección y tener una proyección prometedora, el delantero no contaba con la continuidad deseada en Estudiantes de La Plata. “Necesitaba un cambio”, comentó Romeo, refiriéndose a su salida de Estudiantes. Aunque su incorporación al club fue algo inesperada, Romeo no pudo imaginar la trascendencia que su paso por San Lorenzo tendría para su vida y su carrera.
“Un día surgió la oportunidad de San Lorenzo, así de un momento a otro”, recordó el delantero. El equipo ya estaba bajo la dirección de Coco Basile y, al principio, Romeo tuvo que esperar su oportunidad. A pesar de pasar por la reserva, fue Óscar Ruggeri quien le dio la chance de mostrarse, y una vez que lo hizo, nunca más dejó de jugar ni de hacer goles. “Cuando Ruggeri me dio la oportunidad, no paré más”, aseguró con orgullo el exgoleador.
A lo largo de su carrera en San Lorenzo, Romeo se convirtió en una pieza fundamental del equipo y dejó una huella imborrable en la hinchada. Con 99 goles oficiales, es el máximo goleador en la historia del nuevo Gasómetro. La relación entre él y el club fue especial, marcada por el respeto y el afecto mutuo.
Su amor por el club fue tan grande que, cuando le surgió la posibilidad de ser vendido al Bayer Leverkusen de Alemania, Romeo optó por quedar libre. “No quería pasar por la situación contractual que me proponían, así que decidí no irme”, explicó, dejando claro que su lealtad hacia San Lorenzo siempre estuvo por encima de las ofertas externas.
“A San Lorenzo le debo todo, es un sueño”, confesó Romeo, quien siempre se mostró respetuoso con el club y con su gente, algo que trascendió más allá de lo futbolístico.
Uno de los aspectos que más sorprendió a Romeo cuando llegó a San Lorenzo fue la enorme pasión de la hinchada. “Lo que más me sorprendió fue la gente, los cantos, todo lo que es la hinchada”, dijo el delantero, quien rápidamente se integró a la historia del club y la mística que rodea a San Lorenzo.
Un aspecto relevante de su vínculo con el club fue su participación en las acciones vinculadas a “la vuelta a Boedo”, el regreso del club a su histórica sede en el barrio de Boedo. Al principio, Romeo no entendía completamente el trasfondo de este movimiento, pero pronto se vio involucrado y comprometido. “Me contaron que mi abuelo, a quien nunca conocí, era de San Lorenzo, y eso me tocó profundamente”, reveló. Con el tiempo, “la vuelta” se convirtió en una causa personal para él, reflejando su conexión con la historia y la identidad de San Lorenzo.
Uno de los momentos más brillantes de la carrera de Romeo fue la conquista de la primera Copa Internacional de San Lorenzo en 2001. Durante ese torneo, fue el goleador del equipo, anotando ocho o nueve goles, y se ganó el cariño eterno de los hinchas. Sin embargo, no pudo estar presente en la revancha de esa Copa, ya que fue transferido al Hamburgo en medio de la crisis política que vivía Argentina en aquellos días.
A pesar de la tristeza por no poder jugar la revancha, Romeo siempre destacó lo importante que fue para él haber sido parte de ese logro histórico para el club. “Era algo muy grande para San Lorenzo, y aunque me hubiera encantado estar en la final, haber sido goleador de esa copa fue un honor”, afirmó.
El final de la carrera de Romeo estuvo marcado por una enorme presión. Durante sus últimos años en San Lorenzo, el club se encontraba luchando por mantener la categoría, una situación que generó gran tensión tanto dentro como fuera de la cancha. “Fueron años bravos, caóticos”, recordó, aludiendo a las constantes amenazas de descenso.
La presión era tal que, en varias ocasiones, Romeo tuvo que recurrir a pastillas para poder descansar. “Mi mente no paraba de maquinar de una manera tremenda, necesitaba descansar y dormir”, confesó. A pesar de estas dificultades, el delantero se mantuvo firme y, con su aporte, San Lorenzo logró mantenerse en primera división, superando la temida promoción contra Instituto, equipo en el que jugaba Paulo Dybala.
En cuanto a su retiro, Romeo siempre se mostró dispuesto a colaborar con el equipo hasta el último momento. A pesar de saber que su tiempo en el club llegaba a su fin, esperaba poder jugar algunos minutos más, incluso soñando con el gol número 100. “Ricardo Ortigoza me decía que si había un penal, me lo iba a dar para que marcara ese gol. Pero yo nunca fui egoísta, la prioridad era que el club se salvara del descenso”, afirmó Romeo, demostrando siempre su compromiso con la causa del club por encima de cualquier otro interés personal.
Su hija, sin embargo, vivió el retiro de una manera más emocional. “Ella lloró porque no jugué esos últimos minutos”, contó Romeo, dejando en claro el vínculo profundo que tenía con su hija y con la hinchada de San Lorenzo.
Bernardo Romeo no solo fue un gran goleador de San Lorenzo; fue un símbolo de la lucha, del sacrificio y del amor incondicional por los colores de un club que lo vio nacer futbolísticamente. Sus goles, su pasión por el club y su profesionalismo seguirán siendo parte de la leyenda de San Lorenzo, convirtiéndolo en uno de los ídolos más grandes de la historia reciente de la institución.
Al final de su carrera, Romeo no solo dejó en el campo de juego un legado deportivo, sino también un testimonio de respeto y dedicación hacia un club que lo acogió como uno más de los suyos. San Lorenzo, para él, siempre fue “un sueño”. Y ese sueño, con sus altos y bajos, siempre será parte de su vida.
Fuente: Clank!









































