El Nueve y Medio
·2 de julio de 2020
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·2 de julio de 2020
སྐུ་གཟུགས་བཟང་པོ། ཁྱོད་ག་དེ་སྦེ་ཡོད། (Kuzu zangpo! Choe gadey bey yoe?) Este es el idioma dzongkha, uno de los tantos idiomas tibetanos hablados en el Himalaya. Espero que estés muy bien. La semana pasada estuvimos viendo la apasionante vida de Paul Watson, que entrenó equipos en Micronesia y Mongolia. Hemos comenzado una temporada en Asia; aquí duraremos un poco más de dos meses, así que te esperan muchas aventuras en el continente más grande. Empezamos con uno de mis países favoritos, Bután
La religión dominante y patrocinada por el estado en Bután es el budismo en su versión Vajrayana. Es muy similar al budismo practicado en todo el Tíbet. Siempre se ubica al Tíbet como una región donde templos budistas funcionan como perlas engranadas en la cordillera del Himalaya. La música resuena, con mantras guturales de monjes. Aquí te traigo una muestra: el Lama Jigme Tenzin (བསྟན་འཛིན་ཚེ་རིང་) dice un mantra, mientras que William Belote hace un remix. El resultado es esto: Blessings Like Rain.
Vamos al tema de la semana.
Bután. Su nombre nos ha llegado gracias al sánscrito Bhota-anta (भोट अंत), “el fin del Tíbet”. Los butaneses le llaman Druk Yul (འབྲུག་ཡུལ), o tierra del dragón del trueno. Esta religión, o más bien, secta del budismo, precisamente le dio el nombre. Fue fundada por Tsangpa Gyare (གཙང་པ་རྒྱ་རས), miembro del linaje Drupka. Cuando comenzaba a construir el templo de Ralung, había una tormenta eléctrica muy fuerte; lo tomó como presagio y le añadió el nombre Drug (trueno). Por eso es su emblema. Este dragón del trueno aparece en la bandera imponente con un color blanco. Lo acompañan los colores amarillo, que representa la autoridad del rey, y naranja, que representa al budismo.
Bután es uno de esos países que no sabes que existen, y cuando lo descubres, te fascina todo. Embebido en el Himalaya entre India y China, su extensión no llega ni a los 39.000 km² y su población apenas rebasa los 750 mil habitantes. Cuando llegas a su capital Timbú (ཐིམ་ཕུ), te saluda sonriente la gente ataviada en el gho (བགོ), el traje típico tradicional que debe usar por ley todo aquel que va a la escuela o trabaja en el gobierno. Tu vista es sacudida por cientos de monasterios budistas, banderas de plegaria, pinturas que representan al dragón o a los lamas, En ciertas villas fuera de Timbú, hay casas que tienen falos erectos; según la tradición en Bután, ahuyentan las malas vibras y los chismes.
El rey en Bután es llamado Druk Gyalpo (འབྲུག་རྒྱལ་པོ), o Rey Dragón. Hasta hace poco tenía autoridad ilimitada, pero eso apenas está cambiando con una elecciones parlamentarias en 2007, que para fines prácticos solamente han servido para ponerle nombre. Ahora el rey es Jigme Khesar Namgyel Wangchuk (འཇིགས་མེད་གེ་སར་རྣམ་རྒྱལ་དབང་ཕྱུག་). Cuando en 3017 los príncipes ingleses William y Kate llegaron a Bután, se sorprendieron de ver a la reina Jetsun Pema (རྗེ་བཙུན་པདྨ་). Medios como la BBC no dejaron de decirle a Jetsun la “Pippa Middleton del Himalaya”; era inevitable la comparación.
No todo es reluciente en Bután: detrás de ese budismo que predica paz interna y presencia, se esconde el dolor de la etnia lhotsampa (ल्होत्साम्पा/ལྷོ་མཚམས་པ་), de origen nepalí. No pudieron mostrar su nacionalidad butanesa y el gobierno los expulsó, y como no tenían tampoco posibilidad de mostrar antecedentes de una familia en Nepal, han quedado en campos de refugiados como apátridas. Luego de eso, está la pobreza rampante que golpea a buena parte de las familias butanesas; para maquillar la situación, el rey de Bután ideó mostrar el desarrollo de Bután con un nuevo indicador: la Felicidad Nacional Bruta. Lo malo es que bajo los criterios de la ONU, el Índice Mundial de Felicidad, Bután está en el lugar 95, entre Vietnam y Camerún.
Dejemos de lado los negros en el arroz. A pesar de todo, Bután tiene una preocupación por preservar el medio ambiente y es uno de los países más verdes del mundo; su riqueza es precisamente la energía producto de las centrales hidroeléctricas. Es un país que jamás ha sido conquistado y hasta hace pocos años estuvo cerrado al turismo extranjero. Ahora reporta la llegada de cerca de 150 mil turistas por año (cerca del 25% de la población de Bután). Los turistas que deseen visitar este país deben desembolsar 250 dólares por día como mínimo, que ya incluyen el guía y el hospedaje.
Bután ha sabido conservar sus tradiciones. Hasta 1999 llegó la televisión a color; ya ni hablamos del internet. En Bután el deporte nacional es la arquería, con competencias celebradas por lodos los dzongs, especie de villas. Esa renuencia a aceptar las influencias extranjeras le pasó factura al futbol; sin embargo, su historia no deja de tener ocasiones con cinco minutos de fama.
La historia en Bután suele ser un misterio; después de todo, en 1827 un incendio destruyó todos los anales históricos que estaban en su antigua capital Punakha (སྤུ་ན་ཁ་). El futbol tiene una situación similar. Bután nunca ha sido oficialmente colonizado; en la praxis, Bután estuvo buen tiempo supeditado a India, que a su vez era parte del Imperio Británico. Los ingleses dictaban sus relaciones comerciales y defensa.
Se dice que el futbol a Bután llegó con el establecimiento de escuelas en Haa (ཧཱ་) y Paro (སྤ་རོ) en los años 50. Eran toda una novedad, y por ello llegaron profesores de India y algunos extranjeros, ¿por qué no? Se dice que ellos lo trajeron. En esos años, el futbol se jugaba sobre canchas de roca y los balones estaban hecho de telas. Bután era un país aislado, pero no quería decir que sus habitantes no quisieran conocer el mundo, y por el mundo me refiero a India. Muchos de ellos trajeron el futbol. La razón es que Bután no queda lejos de Calcuta, la Meca del futbol en ese país (ya hablé de eso en mi primer Geobalón). De todas maneras, solamente incrementaba su popularidad, no se desarrollaba.
A diferencia de otros países, el futbol no se desarrolló en la capital Timbú, ni en ciudades como Paro. El epicentro fueron las ciudades que estaban en la frontera con India, en especial Phuentsholing (ཕུན་ཚོགས་གླིང) y Samtse (་བསམ་རྩེ). Sus equipos cruzaban la frontera para jugar en los jardines de te vecinos. Poco a poco ese incremento en la popularidad llegó al punto en el que los niños de escuelas en la capital preferían patear pelotas en los recreos. No sería sorprendente deducir que había indicios de que pronto habría un equipo que representara al país en competencias internacionales. Eso ocurrió en 1968, cuando un equipo llamado Bután fue a Calcuta a competir en la Copa de la Independencia de India.
Este hecho ocultaba una particularidad. Este equipo “butanés” estaba formado por jugadores extranjeros. Por ejemplo, por esos años, Bután era invitado a la ANFA Cup, una competencia en Nepal organizada por la federación de futbol local. Ese equipo tenía una composición 60% india, 40% butanesa. Esos cracks importados de India se les daba una plaza de trabajo en el gobierno local, pero en esencia solamente eran contratados para marcar goles. Su servicio no era para siempre; o se retiraban o regresaban a India, y eso causaría un vacío en el talento local que afecta hasta nuestros días.
También, a diferencia de otros países, en Bután el futbol pegó primero y preguntó después. ¿Qué quiero decir? Primero debutó la selección nacional, luego se fundó la federación de futbol y hasta el final llegó la liga local. El debut de la selección nacional llegó en 1982 en la mentada ANFA Cup y perdió 3-1 contra Nepal. Al año siguiente se formó la Asociación de Futbol de Bután, aunque a los pocos meses, su nombre cambió a Federación (འབྲུག་ཡུལ་རྐང་རིལཁོངས་གཏོགས). Tuvieron tres participaciones penosas en los Juegos del Sur de Asia, donde no pudieron marcar ni un solo gol. Mientras, en 1986 se fundó la liga local, con equipos de escuelas, colegios y dependencias gubernamentales.
La liga quedó en el papel, porque durante 10 años no hay registros de partidos disputados. Tuvo que llegar un monje llamado Khyentse Norbu (མཁྱེན་བརྩེ་ ནོར་བུ་) para que no muriera el futbol en Bután. No todo fue inactividad: la federación butanesa se afilió a la AFC en 1993. La liga llegó de nuevo en 1996 y con ella regresó Bután al mundo de selecciones, que fue de nuevo comparsa en los Juegos del Sur de Asia.
Te mencioné que el gobierno de Bután permitió la llegada de la televisión hasta 1999. Debo mencionar un dato muy bueno. Cuando fue el mundial de Francia 1998, la administración real le dio salvoconducto a los lugares que tenían una asociación deportiva para que pudieran recibir la señal con los partidos de esa competencia. Esto era una novedad en el pueblo butanés y no pocas personas iban a esos lugares para ver ese deporte maravilloso. Así, el primer programa de televisión para muchos butaneses fueron partidos de futbol.
En el año 2000, Bután tuvo como propósito de año nuevo afiliarse a la FIFA y competir a nivel continental. Ya se había aburrido de jugar contra Nepal, Pakistán, Maldivas, India o Sri Lanka; tenían ganas de conocer al resto de Aisa. Entonces, ese año participaron en las eliminatorias de la Copa Asiática Líbano 2000. Les tocó un grupo con Kuwait, Yemen, Turkmenistán y su “vecino” Nepal. Como era de esperarse, perdieron todos los partidos, pero nunca creyeron que perderían con marcadores de espanto. Se llevaron 20 goles de Kuwait un 14 de febrero. A Guam el dudoso honor de sufrir la mayor goliza de la historia le duró apenas tres semanas (ahora la historia es diferente, más información aquí).
Este debut trágico no mermó la popularidad del futbol en Bután. La primera película butanesa fue La Copa (ཕོར་པ། Phörpa). Filamada ese mismo año, trataba de dos monjes budistas novicios que buscaban desesperadamente hacerse de una televisión del monasterio para ver el mundial de Francia 1998 por satélite. Se dice que está basado en una historia real.
Los amantes del otro futbol consideran este documental como de culto. Todo esto fue idea de dos publicistas neerlandeses Johan Kramer y Matthijs de Jongh. Estaban decepcionados porque Países Bajos quedó fuera de Corea-Japón 2002 y por lo tanto, no tendrían a quién apoyar cuando fuera el primer mundial en el continente asiático. Se preguntaron cuál era la peor selección del mundo y consultaron el ránking FIFA. Montserrat, una de las tantas islas del Caribe, era la última con 9 puntos, pero el penúltimo lugar apenas le sacaba cuatro puntos: Bután.
De pronto llegó la idea. ¿Y si hacemos otra final, pero entre los peores equipos del mundo? El partido no fue tan fácil de pactar: ambos países creyeron que era una broma, tenían poco conocimiento del otro y no se cansaban de pelear. Luego, a diferencia de otros partidos de selecciones, era un encuentro organizado por particulares, y no por las federaciones de futbol. Fueron seis meses de estira y afloja, hasta que se llegó a un acuerdo: el partido entre Bután y Montserrat sería en el majestuoso estadio Changlimitang, hasta ese entonces dedicado solamente para las competencias de arquería. La fecha sería el 30 de junio, unas horas antes de la final del mundial de Corea-Japón.
Bután se tomó en serio las cosas. Tres semanas antes del duelo, llegó un neerlandés llamado Arie Schans y puso a trabajar a los jugadores butaneses cuatro horas por día. Aunque la federación butanesa decía que lo importante era jugar futbol (budistas, al fin y al cabo), los jugadores de ambos equipos iban por la victoria.
El partido empezó con un ataque feroz de los caribeños, pero a los cinco minutos Wangay Dorji (དབང་རྒྱས།རྡོ་རྗེ་) anotó de cabeza. Bután dejó pasar muchas oportunidades para incrementar la victoria; Montserrat se replegó bien en su cancha. Para el segundo tiempo, la altura de Timbú (2.320 metros sobre el nivel del mar) hizo estragos en los jugadores de Montserrat y terminaron encajando tres goles más (dos dianas de Dorji más otra de Dinesh Chhetri), para un 4-0 final. Bután acababa de ganar su primer partido oficial de FIFA y por primera vez en su historia, había mantenido su portería en cero. Los 15 mil butaneses por fin veían a su selección terminar con el puño arriba. Esa victoria representó 19 puntos para el ránking FIFA y rebasaron a Turcas y Caicos, Samoa Americana y Guam, para llegar al lugar 199.
Faltaba lo mejor. Arie Schans todavía se quedó unos meses en Bután para mejorar las condiciones en las que se practicaba el futbol. De ahí se movió a Japón para trabajar como asistente en el Oita Trinita; por cierto, su siguiente selección fue Namibia y los llevó a la Copa Africana de Naciones después de un ayuno de 10 años. Las semillas plantadas por Schans terminarían por florecer. Por cierto, más adelante te contaré la versión de Montserrat, que también tiene relevancia.
Gracias al partido contra Montserrat, la liga empezó a crecer y ahora fue necesaria una tercera división. Por primera vez había un campeonato con sistemas de ascenso y descenso en el país. A nivel de selección, Bután siguió jugando un año sí y un año también. Eso sí, los resultados ya no eran tan negativos. Para las eliminatorias de la Copa Asiática China 2004, Bután ganó su grupo preliminar gracias a una victoria 6-0 sobre Guam y un empate sin goles contra Mongolia. Su victoria ante Guam es su mejor resultado a la fecha.
Otro buen bandazo fue el Campeonato de la SAFF Maldivas-Sri Lanka 2008. En este torneo participaban todas las selecciones del sur de Asia. Quedó sorteada en el grupo B con Sri Lanka, Bangladesh y Afganistán. Su primer partido terminó en empate a un gol contra los bengalíes. El siguiente fue duro; perdieron 2-0 contra los anfitriones Sri Lanka. El último partido ante Afganistán fue donde Bután explotó. Fue un vendaval del Himalaya que terminó ganando 3-1. Por primera vez en su historia, Bután pasaba de ronda. En la semifinal, les tocó India, la gran favorita. Supieron aguantar el 1-1, pero perdieron con un gol en el último minuto de la prórroga. La selección butanesa de pronto era motivo de orgullo.
Hubo una victoria más, aunque en esta ocasión no fue gracias a la selección. Vayamos al Mar Mediterráneo. Corrió la noticia de que el chipriota Panagiotis Pontikos (Παναγιώτης Ποντικός) metió 16 goles en un partido donde su equipo el Olympos Xylofagou (Όλυμπος Ξυλοφάγου) despedazó al SEK Agios Athanasios (ΣΕΚ Άγιος Αθανάσιος) en la segunda división de Chipre. Era mayo de 2007. Pontikos había empatado el récord de más goles de un jugador en un partido de futbol. Compartía esa marca con el francés Stephane Stanis del Estrasburgo en los años 40. Pocos días le duró el gusto. En la liga de Bután el equipo a vencer Transport United goleó 20-0 al Real Instituto de Ciencias de la Salud, y 17 goles fueron obra de la leyenda butanesa Passang Tshering (པ་སངས་ཚེ་རིང་). Hasta la fecha sigue ese récord.
Las eliminatorias de Rusia 2018 fue el primer proceso mundialista para Bután. Como era uno de los países más débiles de Asia, tendría que largar desde la primera ronda preliminar, que juntaba a las 12 selecciones peor rankeadas. En el sorteo les tocó Sri Lanka. Nadie daba ni un peso por Bután. Desde su llegada sorpresiva a la semifinal en el Campeonato del Sur de Asia, Bután coleccionaba derrotas tras derrotas hasta en su región. La federación de Bután hacía un gran esfuerzo para que la liga incluyera a equipos fuera de Timbú y así fuera una verdadera liga nacional, pero ese trabajo no se veía reflejado en los Dragon Boys.
La razón era que la federación le daba poco dinero a los jugadores; incluso los jugadores de selección padecían de esta situación. La federación de Bután quería cambiar la historia para ese debut en eliminatorias y meses antes de ese partido anunció que otorgaría un salario mensual de 10 mil ngultrum (དངུལ་ཀྲམ) (casi 150 dólares) para todos los seleccionados que no gozaban de una beca. De todos modos, parecía una medida desesperada, a tan sólo tres meses de este partido. El entrenador de Sri Lanka, el serbio Nikola Kavazović (Никола Кавазовић), se frotaba las manos; sabía que los cingaleses eran mejor equipo y sin duda alguna progresarían.
12 de marzo de 2015. El escenario era el estadio Sugathadasa (සුගතදාස ක්රිඩාංගණය), en Colombo. Este estadio les traía buenos recuerdos a los butaneses; aquí les había ido bien en ese glorioso campeonato de la SAFF, pero era hora de crear mejores resultados. El DT butanés Pema Dorji (པད་མ་རྡོ་རྗེ་) planteó un partido brillante en lo táctico. Llegaba el minuto 80 y sorprendentemente Bután estaba sacando un empate sin goles. Todo estallaría en el minuto 84, cuando en una descolgada, Tshering Dorji (ཚེ་རིང་རྡོ་རྗེ་) anotó. Todo el mundo celebró. Sri Lanka no lo podía creer. Había sucedido lo inesperado. Bután había ganado su primer partido de eliminatorias 1-0. Su triunfo tuvo repercusiones mundiales. Las primeras planas de periódicos deportivos mundiales gritaban “Ganó el peor equipo del mundo”. Joseph Blatter se unió a la celebración, diciendo que era un momento histórico.
La vuelta estaba programada para el 17 de marzo en el amado Changlimithang, que estrenaba pasto sintético. Si ya de por sí había expectativa por este partido, con la victoria esa expectación se intensificó al cuádruple. El gobierno decretó día de asueto en las escuelas y en las oficinas de gobierno: era un momento histórico para el futbol butanés y nadie debía quedar fuera. Se abrieron las puertas del estadio cuatro horas antes del saque inicial. Bután solamente tenía un jugador profesional: Chencho Gyeltsen (བཙན་སྐྱོགས་རྒྱལ་མཚན་), que estaba en el Surin City (สุรินทร์ ซิตี้) (cuarta división de Tailiandia), equipo de reservas del gigante tailandés Buriram United (บุรีรัมย์ ยูไนเต็ด); así se convertía en el primer jugador profesional butanés en el extranjero.
Chencho Gyeltsen adelantó a Bután a los seis minutos. Las cosas se pusieron de color de horminga cuando Subash Madushan empató para Sri Lanka antes del descanso. Si Sri Lanka metía gol, calificaría por goles de visitante. El segundo tiempo fue tenso porque ambos equipos tuvieron un gol anulado. La tensión seguía en el aire, hasta que Chencho Gyeltsen anotó sobre la hora. Bután había ganado 2-1 el partido, 3-1 en el global, eliminaba a Sri Lanka y calificaba a la siguiente ronda de las eliminatorias. Y ese logro no vino solo. según el nuevo formato de las eliminatorias en Asia, los partidos servirían también para las eliminatorias a la Copa Asiática Emiratos Árabes Unidos 2019, y al calificar a la siguiente ronda, tenían garantizado un lugar en el play-off para la ronda de consolación, en caso de que las cosas salieran mal.
Quedaron sorteados en el grupo C, con China, Hong Kong, Qatar y Maldivas. Por cierto, en ese grupo las tensiones entre chinos y hongkoneses estuvo a la orden del día (haz clic aquí para más información). Para esta etapa, Bután confió en el entrenador japonés Norio Tsukitate (築舘 範男), con experiencia en el Nagoya Grampus y en las selecciones de Guam y Laos. De inmediato, su sistema de juego muy rígido entró en conflicto con la directiva por igual. Los resultados lo reflejaron: perdieron 7-0 en Hong Kong, luego sufrieron su primera derrota en el Changlimithang (6-0 contra China), y para empeorar las cosas, cayeron fulminados 15-0 en Qatar. Los flashbacks del 2000 comenzaban a cundir.
El siguiente partido era en casa contra Maldivas. Para el mediotiempo, los isleños ya ganaban 4-0. En el vestidor las cosas se pusieron calientes. Tsukitate se peleó con Hishey Tshering por la selección del once inicial. El nipón decía que Hishey se estaba entrometiendo con sus decisiones, mientras que Hishey alegaba que estaba poniendo a jugadores en posiciones que no eran las suyas. La cuestión es que Hishey también era el vicepresidente de la Federación de Futbol y en el mediotiempo corrió a patadas a Tsukitate. Su asistente Pema Dorji se quedó como interino. Bután sacó fuerzas y alcanzó a perder 4-3. Todos los goles de Bután fueron en los últimos cinco minutos del partido.
Parecía que las cosas mejoraban. Perdieron apenas por la mínima en casa ante Hong Kong en los últimos minutos. La federación quiso motivarlos con un bono de 25.000 ngultrum (375 dólares) por esa gran exhibición. En vano. Su siguiente partido fue un 12-0 en China, luego un 3-0 en casa contra Qatar. Faltaba el partido en Maldivas y eran tres meses de espera. Mientras, Bután tuvo tiempo para un ridículo más en el Campeonato de la SAFF y dos golizas contra el gigante tailandés Buriram United por partidos para caridad. Por cierto, estos partidos fueron organizados por Chencho Gyeltsen, que seguía jugando en Tailandia. La eliminatoria mundialista concluyó con una derrota 4-2 en Maldivas.
Bután terminó con cero puntos en 8 partidos y una diferencia de goles de -47, pero todavía tenía tenía la oportunidad del play-off para la eliminatoria para la Copa Asiática. Les tocó en el sorteo a Bangladesh, que ya los había agarrado de sparring. Empataron a cero tantos en Daca, quebrando una racha de 12 derrotas al hilo, y contra todos los pronósticos ganaron en el Changlimithang 3-1. De alguna manera, Bután se las arreglaba para seguir vivo.
Ese resultado positivo le valió la segunda oportunidad en un grupo con Omán, Palestina… y Maldivas. Volvió a perder todos los partidos, y se llevó golizas de Omán (14-0), Palestina (10-0) y Maldivas (7-0). Al menos tuvieron en total tres victorias inesperadas, pero había mucho que trabajar.
2018 fue un pésimo año. Perdió el amistoso contra Malasia (7-0) y volvió a perder todos los partidos del Campeonato de la SAFF en Bangladesh. Para las eliminatorias a Qatar 2022 y China 2023 les tocaba otra vez estar desde la fase preliminar. En esta ocasión en el sorteo les tocó Guam. La ida era en el Changlimithang. Bután ganó por la mínima y había esperanzas de repetir la hazaña de hace cuatro años, toda vez que no recibió gol de visitante. Para su mala suerte, Guam no era el mismo del 2004 y Bután fue destrozado 5-0. Quedaban fuera de ambas competencias.
Todo parecería indicar que Bután está condenado a ser el burro que toca la flauta. Para cerrar el año, Bután logró llevarse medalla de plata en los Juegos del Sur de Asia Katmandú 2019. El futuro de su futbol luce enigmático, como enigmática es la vida y el encanto en el último reinado budista del mundo. Su camiseta de futbol causó mucho furor en las eliminatorias a Rusia; incluso yo compré ambas camisetas, la local y la visitante. Soy aficionado a Bután y espero lo mejor.
Por cierto, ¿por qué mencioné tanto el nombre Changlimithang? Es que tienes que ver esta joya arquitectónica. Remodelado para la coronación del Druk Gyalpo en 2007, se construyó en el sitio de una batalla decisiva que unificó a Bután. Realmente es uno de esos estadios que tienes que visitar cuando menos una vez en la vida. Deleita tu vista con la arquitectura tibetana.
Justo en esas eliminatorias donde Bután dio de qué hablar, hubo una selección en Asia que no pudo participar. Se trata de Indonesia. Este país fue el primer asiático en un mundial, pero su fiel afición no merece tal suerte: no solamente han sido suspendidos por la FIFA, también cayeron goleados 10-0. Esta historia te la traigo la siguiente semana.
Estaba pensando en La Otra Final, el partido entre Bután y Montserrat. Estos dos países quedaron hermanados por el futbol y parecería que no tendrían nada que ver: Bután está en plena cordillera del Himalaya, mientras que Montserrat es una isla bendecida por el apacible clima caribeño. La música de ambos países aparentemente no tiene relación. Eso pensaba, hasta que recordé esta joya de canción que escuché cuando tenía 12 años en un disco compacto para recaudar fondos para el Tíbet.
El responsable de esta gran melodía que marcó mi infancia es el grupo Sacred Sound System. Decidió juntar el reggae con un discurso del Dalai Lama y este es el resultado: Mantra Mix. ¡Más te vale que la disfrutes! Es una de mis canciones favoritas
El futbol llegó a Bután en los años 50 gracias a las labores de profesores indios. Durante los años 60 y 70, el equipo de Bután estaba formado por extranjeros. En 1982 debuta la selección contra Nepal, en 1983 se funda la Federación de Futbol y la liga nace en 1986. En 1993 se afilian a la AFC y en 2000, a la FIFA. Ese año sufren un 20-0 contra Kuwait. Esos resultados lo llevaron al penúltimo lugar del ránking FIFA. Por ello, jugaron La Otra Final contra Montserrat. Ahí tuvieron la primera victoria de su historia. También ganaron 6-0 contra Guam y llegaron a semifinales del Campeonato de la SAFF en 2008. Un año antes, el butanés Passang Tshering logró el récord de más goles en un solo partido (17). En las eliminatorias a Rusia, Bután sorprendió al ganar dos partidos contra Sri Lanka y ganaron otra serie contra Bangladesh.
Nos vemos la siguiente. ལོག་ཤུལ་ལས་འབྱལ་གེ། (Lok shu ley jel gey)
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