MUNDO MILLOS
·29 de septiembre de 2025
Canto de gol: el maillot rosado

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·29 de septiembre de 2025
Con una mezcla de términos en francés, español e italiano -también se conoce como ‘La maglia rosa’- el maillot rosado es el objetivo que etapa a etapa buscan los corredores de las carreras ciclísticas más importantes del mundo.
Sólo existe uno, que a su vez solamente viste el deportista que al final de cada jornada mantenga el primer lugar de la clasificación general. Un premio que todos persiguen, pero que sólo a uno adorna. Un premio que Millos no merece, así vista una camiseta rosada.
Tan lejos está Millonarios del primer lugar del campeonato como yo de interesarme en comprender cómo el ciclista del maillot rosado lo tiene cuando hay otros que ganan más etapas que él. Y con la máxima de «al caído, caerle» aplicando para el Embajador, tampoco se entiende cómo Hernán Torres podría al menos llegar al octavo puesto del último clasificado, cuando a su vez comete errores propios.
El primero fue no hacer las matemáticas correctas. No es culpa de Torres que el club no hubiera inscrito a Villarreal como profesional y que no contemos con ese cupo para sancionados. Pero sí lo fue obviar los cálculos, elegir a Sergio ‘Regalo penales al rival’ Mosquera sobre Jorge Arias, y dejar en Bogotá al capitán y jugador más importante de la plantilla a hoy. Mosquera se habría quedado, limpiaba su sanción, y para el juego contra América Arias podría seguir convocado gracias a la presencia de Sarabia en Selección.
Era sencillo elegir a Jorge Arias sí o sí, porque el rival lo ameritaba. Así como era sencillo entender que Edwin Mosquera no sabe ni puede con la talla de la camiseta de Millonarios. Azul, blanca o rosada. Y que se le ven más ganas, un poco más de técnica y menos despistes a Cañozales. En el error de un nuevo maldito tiro de esquina en corto, una cosa es que ‘Churrias’ pierda la pelota de torpeza e impedimento, y otra muy distinta que le vea el número al verdolaga y trote de regreso con indolencia y actitud mezquina.
Hernán Torres también puede hacerle entender a Beckham que tres goles contra Fortaleza no lo vuelven la estrella del equipo. Mucho menos que por ello puede jugar solo cuando quiera, negándole a sus compañeros mejores oportunidades. O que Samuel necesita a alguien solidario que lo respalde. O que contra un acérrimo rival como Nacional la tradición está por encima del fútbol moderno y su mercadeo, y no permitir que las directivas le impongan que sus muchachos jueguen con otro color que no sea el azul y blanco.
Finalmente no fue así, y los jugadores vistieron el maillot rosado. Pero el único liderato que con éste representaron fue el de perdonar, el de no marcar, el de disparar por encima de la portería rival. El de desconcentrarse y regalar goles en contra. El de recibirlos y hacerle una lobotomía a las habilidades futbolísticas. El liderato de todo este 2025, al ser incapaces de remontar un resultado en contra y no tener hambre, vergüenza ni mentalidad. Una camiseta rosada nueva con todos los vicios viejos de jugadores y directivas.
El canto de gol para acompañar esta columna es ‘Saco Azul’, de la banda bonaerense Los Fabulosos Cadillacs:
Carlos Martínez Rojas@ultrabogotano
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