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La Galerna

·23 de junio de 2025

Con uno menos, con uno más (y con todo)

Imagen del artículo:Con uno menos, con uno más (y con todo)

Hay victorias que se celebran, y otras que se entienden. La del Real Madrid contra Pachuca, en Charlotte, pertenece a esa segunda categoría: la de los triunfos que explican un equipo. Porque lo de ayer no fue un simple 3-1. Fue una lección de madurez, compromiso y jerarquía, impartida con diez jugadores durante más de 80 minutos.

Sí: el Madrid jugó casi todo el partido en inferioridad numérica. Y no lo sufrió. Lo gobernó. Lo ganó. Lo impuso. En un Mundial de Clubes al que otros —no miro a nadie que se vista de azulgrana— ni siquiera han sido invitados, el Rey de Europa hizo de la adversidad una rutina y de la rutina, victoria.


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Lo de ayer no fue un simple 3-1. Fue una lección de madurez, compromiso y jerarquía, impartida con diez jugadores durante más de 80 minutos

Minuto 8. Raúl Asencio, central joven, potente, bien formado en lo físico y (como estamos viendo) mal acompañado por las circunstancias, ve la roja directa. Una acción desmedida, impropia, que no solo deja al equipo con uno menos, sino que lo deja sin central izquierdo, sin referencia táctica en la línea de cuatro.

Pero no es solo fútbol. Asencio arrastra un problema judicial serio: está siendo procesado y las acusaciones pide para él cuatro años de cárcel. Ya en el partido anterior, contra Al-Hilal, cometió un penalti absurdo. Y ahora, esto. ¿Cómo no va a estar afectado? ¿Quién puede pedir concentración a un chaval que tiene el banquillo en una banda y el juzgado en la otra?

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No se justifica la expulsión. Se comprende. Y comprender, en tiempos de análisis sin alma, es un acto de madridismo. A Asencio le pasa lo que a muchos que tropiezan en público: piensa más en el lunes en los tribunales que en el minuto 7 en Charlotte. Y eso, tarde o temprano, se nota. Lo malo es que esto es el Real Madrid jugándose un Mundial, es el mejor equipo del mundo jugándose su prestigio internacional y pretendiendo ser el primer campeón (como tantas veces) de una competición en un formato determinado. Entiendo que, tanto Raúl, como Xabi Alonso, como el propio club, deberían tomar consciencia de la situación y, dentro de la lógica comprensión del que pienso firmemente que es inocente de los delitos que se le imputan, hablar y tomar medidas, aunque también creo que el partido de sanción que le va a caer le vendrá de maravilla para ordenar sus ideas.

No se justifica la expulsión de Asencio. Se comprende. Y comprender, en tiempos de análisis sin alma, es un acto de madridismo

Con uno menos, el Madrid no se escondió ni reculó. Al contrario. Se multiplicó. Mostró esa versión de equipo coral, comprometido y solidario que tantos llevaban tiempo esperando. Y marcó tres goles con el sello de un equipo que ya no depende solo del talento individual, sino de algo más profundo: una idea. En el Minuto 35, Fran García, que está creciendo en cada partido, arranca por la izquierda, la sirve rasa y tensa, y Bellingham, que cumplió 100 partidos totales (amistosos incluidos) de blanco, la manda a guardar con un disparo cruzado. Todo en él es símbolo: su liderazgo, su carisma… y su hombro maltrecho, que necesita quirófano urgente de una vez. Es mejor estar sin el crack británico unos meses a que siga con esa deriva de rendimiento inverso que ya está siendo preocupante. Pero hasta que eso ocurra, sigue marcando. En el 43, contra vertiginosa. Gonzalo García, esa especie de infiltrado del Castilla con alma de delantero viejo, le mete un pase a Arda Güler, que define como si llevara diez años en Chamartín. Dispara y sentencia. Juventud y clase. La mezcla ganadora. Y en el 70, Brahim, cada vez más dueño de sí mismo, filtra un balón en profundidad. Fede Valverde aparece como un tren sin frenos, rompe la línea y define con frialdad. El tercero. El cierre. La rúbrica de un equipo que no perdona, ni siquiera con uno menos.

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Se empieza a notar, y mucho. Xabi Alonso no hace aspavientos. No monta espectáculos en la banda. Pero lee el juego como quien lleva toda la vida dentro. Los cambios no son estéticos, sino quirúrgicos. Las reacciones, instantáneas. El sistema, maleable. Contra Pachuca, reordenó el equipo con diez y mantuvo el control, la estructura y el hambre. Y eso no es suerte. Es método.

Mientras esto ocurría en Charlotte, en la ciudad de los Panthers, del Bank of America y de los milagros discretos, el equipo cliente de Negreira veía el partido desde el sofá. Literalmente. Porque no se clasificó para el Mundial de Clubes. No fue error del VAR, ni complot de FIFA, ni alineación indebida. Simplemente, no llegaron. Y ahora lo siguen por televisión, quizá con algo de sorna, quizá con bastante resignación.

Se empieza a notar, y mucho. Xabi Alonso no hace aspavientos. No monta espectáculos en la banda. Pero lee el juego como quien lleva toda la vida dentro

No obstante, hay que recordar todos los días que ese club del que usted me habla pagó como mínimo 8,4 millones de euros al menos durante más de 17 años al vicepresidente de los árbitros para comprarse literalmente el sistema arbitral español Y AÚN NO HA PASADO NADA. Hay que recodar también que, hasta que no les quiten todos los títulos ilegítimamente obtenidos, sean expulsados del fútbol profesional y pidan perdón a todos los aficionados del mundo, no viviremos tranquilos las personas de bien, que no se olvide. Pero lo cierto es que el Real Madrid sigue compitiendo, sigue llegando estadios allá donde va, sigue creando la mayor expectación del fútbol mundial y sigue ganando. Con uno menos. Con uno más. Con lo que haga falta.

Lo que viene no es sencillo. Red Bull Salzburgo es de esos equipos que corren hasta cuando no tienen motivo. Jóvenes, verticales, peligrosos. Pero este Madrid (el de los diez, el del orden, el de Xabi) tiene con qué. Porque si con uno menos ya vuela, imagínense con once.

Me despido con la frase favorita de mi amigo Javi, que sigue con sus cosas. Ser del Real Madrid es lo mejor que una persona puede ser en esta vida… ¡Hala Madrid!

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