La Galerna
·28 de noviembre de 2024
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Dice hoy Jabois que el problema del Madrid se llama Kylian Mbappé. Valdano sentenció ayer, en cambio, que Mbappé es el menor de los problemas del equipo. El partido en Anfield puede interpretarse como la culminación de una tendencia negativa por parte del jugador francés. Su ineficacia para aprovechar el apreciable juego del resto del equipo (hablo del primer tiempo) le puso inevitable cara de lastre. Su segundo tiempo no fue mucho mejor. Ahora mismo, es más fácil inclinarse hacia el lado de Jabois que hacia el de Valdano.
En realidad, ahora mismo es muy fácil inclinarse hacia los diagnósticos de los tradicionalmente avinagrados (utilizo el término con sincero afecto), los convertidos al vinagrismo y los que simplemente atraviesan una fase agria y astringente, que son las dos primeras cualidades que la definición de la RAE otorga a ese condimento. Yo leo a mis admirados Jabois, Hughes o Mesetas y coincido en muchas cosas con ellos, matizaría otras muchas de sus ideas y me rebelaría frontalmente contra una en concreto, común a ellos y a casi todos los demás: la irreversibilidad de todo esto, de lo que Jabois considera el principal problema (Kylian) y de las otras cosas que Valdano ve mal, sean cuales sean. No hay ni un gramo de gravedad adicional que quiera añadirse a la ecuación que convierta a esta en irresoluble. Comparto casi todo el diagnóstico, pero no el pronóstico reservado, y digo bien reservado porque estos admirados amigos no se pronuncian demasiado sobre la posible existencia de soluciones. Sin embargo, pesa sobre sus análisis un fatum desolador.
“De todos nuestros sentimientos, el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. Cortázar no sabía de fútbol. Cuenta su primer editor en España, ese extraordinario intelectual que es Andrés Amorós, quien le trató mucho, que no tenía especial consideración por el deporte rey. Bueno, pues Cortázar dio en el clavo. Si la esperanza le pertenece a la vida, yo llevo toda la mañana soportando una vida benditamente pesada que no cesa de recordarme lo que el Madrid ha sido e inexorablemente es. También me refresca la memoria respecto a lo que ha sido y es Kylian Mbappé.
Si la esperanza le pertenece a la vida, yo llevo toda la mañana soportando una vida benditamente pesada que no cesa de recordarme lo que el Madrid ha sido e inexorablemente es. También me refresca la memoria respecto a lo que ha sido y es Kylian Mbappé
Nadie sabe qué le pasa al francés, al mismo tiempo que todo el mundo puede hacerse una composición de lugar. La cosa parece más psicológica que otra cosa, con las secuelas de un mobbing de manual por parte de su anterior empleador, de aviesos y numerosos tentáculos, y de un presunto escándalo del que nada se sabe, y al que podría no ser ajeno dicho antiguo empleador. Ahora mismo es un hombre de papel, un juguete del viento, como cantaba Radio Futura. No tiene confianza alguna en sí mismo, y no hace falta ser psicólogo para interpretar en términos de desolación su lenguaje corporal. A mí, a un tío que está así, lo que me sale es apoyarle, sobre todo cuando sus objetivos coinciden con los míos, y parece que hasta sus sueños (que no es lo mismo) lo hacen. Motejarle “Hazard 2.0” es legítimo, pero solo una cosa resuena más que la mala fe del símil: su completa falta de fundamento. No sé si la paciencia pertenece también a la vida pero, al ser hermana siamesa de la esperanza, tiene todas las papeletas.
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