Apuntes de Rabona
·12 de noviembre de 2021
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·12 de noviembre de 2021
Miramos al frente y Edin Džeko se desmarca de la línea frontal de la defensa, su mirada fría codifica el dolor de un pueblo que viene de atrás, su toque es soberbio pese a que sus aptitudes técnicas son rústicas.
El hielo también quema en lo profundo de la cancha donde un gol entra por una portería y amanece en un nuevo mundo. Y es que Džeko aparece como el máximo goleador de la selección de Bosnia y Herzegovina que dos años antes del Mundial del 94, todavía figuraba como parte del combinado yugoslavo.
Europa Oriental aún se duele tras la separación de Yugoslavia, la cual después del referéndum ocurrido el 1 de marzo del 92 aguardaba cautiva un futuro incierto, nadie podría haber predicho lo que sucedería. Un exterminio étnico que cerraría el siglo XX, sin embargo, el futbol , ese panorama colectivo y solidario, comenzó a despuntar.
Ya para 1998 la selección de Bosnia y Herzegovina le imprimía un espíritu de confianza a su gente. Hoy más que nunca la unidad se plantea como una necesidad fundamental en el país, frente al problema que despertó el referéndum serbiobosnio, en conjunto con las heridas abiertas que la comunidad musulmana del país ostenta. De ahí la importancia del caso del arquero Asmir Begovic, que se vuelve un ejemplo de solidaridad frente a la adversidad.
En la antesala de Brasil 2014, Begovic comentaba lo que había tenido que pasar por causa de la guerra, mudanzas y exilio. Pero eso no lo detuvo…
Con el Mundial carioca, Asmir esperaba brindarle alegría a su gente. Lamentablemente se lograron solamente 3 puntos, con 1 partido ganado y 2 partidos perdidos, siendo eliminado de la contienda al quedar en cuarto lugar del Grupo F.
No hay duda que el amor perpetuo por la playera de Bosnia y Herzegovina, no se codifica en simplezas ni mucho menos en prejuicios. Es una constante que circula alrededor de los jugadores. Así mientras un arquero que vivió en Alemania y Canadá se reinventa con el jersey de su propio país. Edin Džeko vuelve de las ruinas y del legado de una región que no se rinde.
Aún resuena la anécdota de sus compañeros muertos durante un bombardeo, en un partido al que él no asistió porque su madre no lo dejó, un niño que se sobrepone al papel en Brasil mirando al futuro. Y es que 60 goles de Edin con su selección no se pueden medir de manera cabal. Sin embargo, quedan muchas preguntas en el aire, ya que nuevamente, Bosnia y Herzegovina quedaron fuera de la cita mundialista de este año.
Por: Andrés Piña / @AndresLP2