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·4 de noviembre de 2025

El Atlético resiste y vence al Union Saint-Gilloise

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El Atlético de Madrid ganó, pero no impuso. Su victoria, trabajada y sufrida, fue el reflejo de un equipo que tuvo que encontrarse a sí mismo ante un rival tan valiente como inesperado. El Union Saint-Gilloise llegó al Metropolitano sin complejos, con un fútbol atrevido y una presión constante que incomodó desde el primer minuto.

Los primeros compases fueron un ejercicio de sorpresa. El conjunto belga salió a morder, presionando arriba y atacando con descaro. Niang y Kevin Rodríguez desbordaban con velocidad, mientras los rojiblancos no encontraban ritmo ni control. Solo Barrios ofrecía claridad, tratando de ordenar un inicio caótico.


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La lesión de Le Normand en el minuto 25 añadió preocupación. El defensa se marchó con molestias en la rodilla y Simeone tuvo que echar mano de Giménez. La incertidumbre médica y la tensión futbolística se mezclaban en la grada. Pero cuando el partido parecía más trabado, el Atlético encontró un respiro: Barrios conectó con Giuliano, éste ganó la banda y asistió a Julián Álvarez, que de volea marcó el primero. El Metropolitano exhaló alivio.

El 1-0 cambió el aire, pero no borró las dudas. El Union SG siguió compitiendo con personalidad, y el Atlético, pese a dominar más, no logró soltarse. El descanso llegó con una sensación de frágil ventaja.

La segunda mitad mostró otra cara. Simeone, enérgico en la banda, había encendido la chispa. Giuliano y Ruggeri atacaban, Barrios seguía manejando los tiempos y Griezmann se movía entre líneas. En el minuto 63, el técnico revolucionó el partido con un triple cambio: Gallagher, Almada y Sorloth ingresaron para renovar el ataque.

El movimiento surtió efecto. Sorloth peleó cada balón y Gallagher, con presencia y temple, acabó encontrando premio: en el 72’, una jugada fabricada entre ambos terminó en el 2-0. El noruego desbordó, recortó dentro del área y su remate, tras rebotar en un defensor, cayó en los pies del inglés, que fusiló arriba. El Metropolitano rugió por primera vez con convicción.

Sin embargo, el Union SG no bajó los brazos. Los belgas siguieron creyendo, y al 80’, Sykes, en un salto imponente, cabeceó a la red un centro de Boufal. 2-1. El estadio contuvo la respiración.

Los últimos minutos fueron un duelo de nervios. David y Niang tuvieron el empate, pero Oblak, gigante bajo los palos, mantuvo la calma con dos intervenciones decisivas. Julián pudo sentenciar al 89’, pero Scherpen sacó una mano milagrosa. En el añadido, el Union SG volcó el campo. Sykes se convirtió en delantero y Patris remató al límite, pero otra vez el portero esloveno respondió.

Y cuando el miedo asomaba, el Atlético contraatacó. Corría el minuto 96: Sorloth controló en banda, centró, Almada voleó y Scherpen volvió a aparecer. El rebote quedó servido para Marcos Llorente, que empujó el 3-1 definitivo. Gol, alivio y grito colectivo.

El pitido final fue una liberación más que una celebración. El Atlético ganó con mérito, pero también con advertencias. Sufrió más de lo previsto ante un rival que nunca se rindió y que, por momentos, jugó mejor. El Union SG se fue con la cabeza alta, dejando la sensación de haber honrado la competición y recordando que la valentía también es una forma de talento.

Para el Atlético, la victoria significó más que solo tres puntos, fue una reflexión. Porque ganar, tal vez, no consiste solo en dominar, sino también en resistir.

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