El balón parado se convierte en un tormento para el Atlético | OneFootball

Lo que debía ser un arma se volvió un lastre ante el Elche. Sin su mejor especialista, el equipo de Simeone perdió una de sus bazas más claras.

Si algo podía presumir el Atlético de Madrid esta temporada era de haber sumado especialistas a balón parado. Álex Baena, Thiago Almada y Giacomo Raspadori llegaron al Metropolitano para reforzar esa faceta del juego que tantas veces decide partidos. Sin embargo, ante el Elche la ausencia del de Roquetas se notó más de lo previsto. Los rojiblancos convirtieron los saques de esquina en un problema más que en un recurso.

El contraste resulta evidente. Con jugadores de gran envergadura como Le Normand, Hancko, Sorloth o Ruggeri, el Atlético debería amenazar en cada envío desde la esquina. Pero frente a los de Sarabia ocurrió todo lo contrario. El tanto del empate de Rafa Mir nació precisamente de un córner mal ejecutado. Una jugada que refleja el drama colchonero en esa faceta.

La acción llegó justo después de que Sorloth desperdiciara el 2-0 tras una brillante combinación entre Julián y Almada. El argentino botó el saque buscando al noruego en el segundo palo, pero el golpeo se fue demasiado largo. La transición posterior acabó con Germán Valera imponiéndose a Le Normand y sirviendo el gol visitante.

El balance es demoledor: diez córners a favor, ninguno con verdadero peligro. Ocho fueron colgados —cuatro de Almada, dos de Julián y dos de Raspadori—, mientras que en dos ocasiones se probó en corto, una con el propio Almada y otra con Ruggeri. Ninguna opción dio resultado. La grada asistió con frustración a un arma ofensiva que se transformó en enemigo.

Baena, el ausente decisivo

La baja de Baena dejó al Atlético sin su lanzador de referencia. Ante el Espanyol, en la primera jornada, fue él quien se encargó de los tres saques de esquina: dos directos y uno en corto. Pocas oportunidades, sí, pero suficientes para comprobar que había conexión con Hancko en el área. Frente al Elche, en cambio, el balón parado fue un lastre. La diferencia se hizo evidente: sin Baena, los córners del Atlético perdieron todo sentido.