Fondo Segunda
·16 de diciembre de 2025
El Castellón y Pablo Hernández deslumbran en Segunda

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·16 de diciembre de 2025

Hay entrenadores que llegan y otros que irrumpen. Pablo Hernández pertenece a la segunda especie. Desde que se sentó en el banquillo del CD Castellón, el equipo albinegro no solo ha mejorado resultados, ha transformado su identidad. Trece jornadas después de su aterrizaje, el Castellón es el mejor equipo del campeonato en ese tramo, ocupa la cuarta posición en la clasificación general y se encuentra a solo un punto del ascenso directo a Primera División.
No es una racha pasajera. Es una declaración de intenciones.
Si el campeonato empezara el día que Pablo Hernández asumió el mando, el Castellón estaría en lo más alto. Lidera esa clasificación parcial que mide el impacto real de los entrenadores, el termómetro más honesto del cambio. No hay trampa: mismo calendario, mismos rivales, misma exigencia.
Ese dato no solo habla de puntos, habla de constancia. El Castellón ha dejado de ser un equipo irregular para convertirse en una máquina competitiva, fiable, capaz de dominar escenarios distintos y de imponer su plan con naturalidad.
La Hypermotion no perdona a los improvisados. Por eso este liderazgo parcial tiene un valor enorme.
Más allá de los números, hay algo que salta a la vista cada fin de semana: el Castellón juega mejor que nadie. Con balón, es un equipo valiente, ordenado y profundo. Sin él, solidario, intenso y comprometido. No vive del error ajeno, lo provoca.
Pablo Hernández ha construido un bloque que entiende el juego, que se asocia con criterio y que ataca como si supiera exactamente dónde va a caer el balón antes incluso de tocarlo. Hay automatismos, hay confianza y hay una idea clara que se repite jornada tras jornada.
En una categoría donde muchos sobreviven, el Castellón propone. Y eso marca la diferencia.
Cuando arrancó la temporada, el Castellón hablaba de consolidarse, de competir, de crecer. Hoy el discurso ha cambiado, aunque nadie lo diga en voz alta. Estar cuarto, a un solo punto del ascenso directo, no es una casualidad ni una osadía del calendario. Es el resultado de un trabajo bien hecho.

El vestuario cree. La grada empuja. Y el club empieza a entender que este puede ser el año en el que el proyecto salte de categoría. No hay euforia desmedida, pero sí una sensación colectiva de estar ante algo serio.
Y eso, en Segunda, es peligrosísimo para los rivales.
El mérito principal tiene nombre y apellido. Pablo Hernández ha sabido leer la plantilla, potenciar sus virtudes y minimizar sus defectos. Ha dado roles claros, ha construido jerarquías y ha conseguido que todos se sientan importantes.
Su Castellón no depende de una sola figura. Es coral, reconocible y ambicioso. Un equipo que no se esconde ni cuando el contexto aprieta ni cuando el marcador se vuelve incómodo.
Eso es liderazgo desde el banquillo.
Queda mucho campeonato, sí. La Hypermotion es larga, traicionera y caprichosa. Pero el Castellón ha hecho lo más difícil: convencer. Convencer a los suyos, convencer a los rivales y convencer a la categoría de que está preparado para pelear hasta el final.
Hoy, el Castellón es el equipo más en forma y, probablemente, el que mejor juega de toda LaLiga Hypermotion. Mañana, quién sabe. Pero lo que es seguro es que, con Pablo Hernández al mando, el sueño ya no parece una locura.









































