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·9 de julio de 2020
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·9 de julio de 2020
El Espanyol es el tercer club europeo en tres años que desciende tras cargar a cuestas con la Europa League durante la primera mitad de la temporada. El Akhisarspor turco sucumbió del mismo modo la temporada pasada y el Colonia, hace dos. Los pericos han sido los últimos en pasar del cielo al infierno en un año.
Ayer se confirmó el descenso a Segunda de un histórico como el Espanyol. El Barça, encantado, puso el sello a la dolorosa y anómala temporada de los pericos: bajarán por primera vez en 27 años y por quinta ocasión en toda su historia. Y lo harán como colistas, como nunca lo habían hecho hasta ahora. Será, sin duda, una temporada para olvidar que empezó a torcerse a raíz de la participación contraproducente en la Uefa Europa League.
Es evidente que éste no ha sido, ni mucho menos, el único motivo de la debacle blanquiazul –los clubes descienden por un montón de errores y circunstancias adversas–, ni tan solo el más importante. Pero sí que se debe tener presente al hacer el análisis del descenso perico, y más, siendo el tercer caso consecutivo en el continente en las tres últimas temporadas, junto al Akhisarspor y el Colonia. Para los tres, la Europa League fue el primer dolor de muelas. El primero de muchos problemas que les acabaron conduciendo al pozo de la tabla y, por tanto, a perder la categoría.
Porque la Europa League es una competición tremendamente exigente y muy lesiva, sobretodo, para los equipos modestos e inexpertos que osan entrometerse en ella. Es sinónimo de viajes interminables a países más asiáticos que europeos; de partidos cada jueves, con solo dos días de descanso para el siguiente de liga; y de largas fases previas que trastocan la planificación de la pretemporada y empiezan casi un mes antes que cualquier otra competición oficial, con los jugadores a contrapié, aun en chanclas y bañador. La Europa League es fulminante para los equipos que llegan en ella con el agua al cuello, para los que no tienen como rutina jugar tanto y descansar tan poco. Es un caramelo envenenado que, mientras los equipos lo disfrutan despreocupados, les va haciendo perder fuelle en la competición doméstica, la verdaderamente importante para ellos.
El Espanyol es un gran ejemplo de ello. Empezó a disputar partidos oficiales en la última semana de julio, mientras los demás equipos españoles todavía se estaban probando en sus primeros amistosos. Cargó con el sueño europeo durante media temporada –se clasificó, incluso, para dieciseisavos– y no le ha bastado para mantener el tipo en LaLiga. Las escasas dos victorias durante toda la primera vuelta liguera, entre partido y partido europeo, reflejan el mal arranque propiciado por el desgaste de la Europa League. Tanto partido les abrumó y no les dejó centrarse en sus objetivos domésticos.
El club perico pecó de imprevisión y no supo confeccionar una plantilla acorde con las exigencias de una temporada como esta. Necesitaba un impulso y no lo tuvo: el equipo que consiguió clasificarse en la última jornada, con una carambola que le aupó hacia la séptima posición, se quedaba justo. Encima, perdió a figuras importantes que no fueron reemplazadas con acierto, como Borja Iglesias –el gol del equipo– y Mario Hermoso –un pilar en defensa.
El Akhisarspor tampoco tenía el nivel para un reto de estas características y también sucumbió en el intento. El año pasado bajó a segunda división como último clasificado, tan solo unos meses después de jugar en Europa por primera vez en toda su historia. Desde que se clasificaron para la Europa League ya era evidente que la tarea iba a ser muy complicada: no obtuvieron el billete por su puesto en la tabla –quedaron undécimos– sino por ganar la Copa turca. Si no les alcanzó ni para quedar entre los primeros 10 en Turquía, poco se podía esperar de ellos en Europa, donde no pasó de la fase de grupos. Su participación en Europa solo le sirvió para conseguir el primer y único punto europeo de la historia del club y, también, para propiciar su caída en picado en liga.
El Colonia también sufrió la misma desgracia en la 2017-2018. A pesar de hacer una muy buena temporada previa, alcanzando el quinto lugar que les dio el pase a Europa, su participación en la Bundesliga siguiente fue un completo desastre. De nuevo, la Europa League incomodó a un equipo desprevenido y desencadenó un alud de problemas que acabaron empujando a otro histórico como el Colonia al descenso. El club alemán solo pudo sumar 6 puntos durante la primera vuelta del campeonato liguero: Europa los sepultó prematuramente.
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