La Galerna
·3 de noviembre de 2025
El eterno retorno del Real Madrid

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El Real Madrid ha vuelto. En una época en la que no se veían todos los partidos y había que esperar a Estudio Estadio para ver los resúmenes, en mi casa se repetía cada domingo una frase. Si la tele estaba apagada o si estaba en el otro canal (sí, amigos, yo crecí con dos canales de televisión), mi hermano mayor o mi padre miraban parsimoniosamente el reloj (tampoco había móviles) y acudían al sofá de los Simpsons, frente a la tele, donde se reunía la familia para ver “los goles del Madrid”.
Normalmente sabíamos el resultado, pero daba igual. Había que sentarse a ver “los goles del Madrid”, porque el Madrid siempre metía goles. Más de uno. Aunque hubiéramos empatado o perdido sin marcar, la frase que nos convocaba cada domingo permanecía invariable. El unocerismo era cosa histórica del Atlético, de los equipos entrenados por Maguregui o Bilardo (que sumaban como victorias los empates a cero) o muy posteriormente, de la liga ganada al alimón por Xabi Hernández en el banquillo, el CTA de Medina Cantalejo en los mandos y Óscar Lago (o sea, Roures y Benet) en el cuarto oscuro.

Llevábamos tiempo sin meter cuatro goles, que era cosa frecuente en mi infancia. Ya echábamos de menos un festín como el del domingo contra el Valencia o antes frente al Villarreal. Triunfos brillantes por la intensidad del equipo; el último, administrativo, por la aplastante superioridad de la primera parte. Se vio venir desde los primeros minutos.
El equipo está empezando a funcionar. La calidad siempre estuvo ahí. Faltaba la emoción, el fuego que Xabi nos había prometido. En el Metropolitano faltó algo importante. No supimos igualar las ganas de ganar del rival. Una anomalía, que, sin embargo, para nuestra desgracia, volverá a suceder. La indolencia o la pereza siempre fue una debilidad madridista, la desconexión ocasional y misteriosa que siempre tuvimos. Tal vez la apatía contagiosa de uno o dos futbolistas, un bache físico en la sala de máquinas, o desde 1992, la sensación de que luchamos contra un enemigo inmaterial y poderoso...

Los fichajes ya se pueden contar como aciertos, sin debate, a excepción de Trent, lateral melancólico al que aún no hemos visto. Carreras se está soltando en defensa y en ataque se atreve a meter goles cristianescos. Físicamente es un espartano. Fino con el balón en los pies. Tiene inteligencia táctica, no estorba nunca (recordemos la frecuente confusión del bueno de Mendy -un defensa del siglo XX- cuando cruza el mediocampo) y no para de trabajar. Huijsen es un central imposible: Un tipo de casi dos metros que no destaca por arriba pero que tiene una salida de balón de mediocentro, superando la presión con precisos pases verticales, siempre al pie bueno del compañero.
El año pasado se nos fue la liga en febrero, después de los tres atracos sucesivos firmados por el CTA en Cornellá, en el derbi del Bernabéu y en El Sadar, perpetrados con total desparpajo. Pudimos ganar la liga perfectamente a pesar de las catástrofes frente al Barcelona, en las que ya sufrimos el brote apático, una de cuyas posibles causas hasta tiene nombres en psicología:
-Desgaste por indignación crónica o Fatiga Moral. Cuando una persona o un grupo se expone repetidamente a injusticias, el cerebro reduce la respuesta emocional para protegerse de un estrés que no puede manejar. Científicamente es similar al burnout emocional (Baumeister & Vohls, 2007): La indignación consume recursos congnitivos; cuando se agotan, aparece la apatía.
-Desensibilización emocional. Cuando se da una exposición repetida al mismo estímulo negativo el cerebro baja el umbral de sensibilidad para no saturarse. El sistema límbico deja de activarse ante el mismo trigger (un árbitro o el VAR prevaricando a la vista de todo el mundo, por ejemplo). Estudios por Funk et al., 2004 muestran que ver repetidamente injusticias reduce la empatía y la activación moral.
El año pasado se nos fue la liga en febrero, después de los tres atracos sucesivos firmados por el CTA en Cornellá, en el derbi del Bernabéu y en El Sadar, perpetrados con total desparpajo. Pudimos ganar la liga perfectamente a pesar de las catástrofes frente al Barcelona
Las críticas al último Ancelotti fueron constantes, despiadadas, excesivas, injustas. Recordemos que su defensa titular fue Fran/Mendy, Asencio, Rudiger, Lucas, por la decisión del club de no fichar para sustituir a los lesionados Carvajal, Militao, Alaba. Estos días la prensa elogia la eficacia defensiva de los últimos onces de Xabi: Carreras, Militao, Huijsen, Valverde. ¿Hasta dónde habría llegado el Real Madrid de Ancelotti con esa defensa la temporada pasada? ¿Y con un Bellingham al 100% sin dolor en su hombro? ¿Alguien piensa que los resultados contra el Barcelona habrían sido idénticos? Pues amigos, fueron cuatro puntos lo que nos separó del título. Ganando uno de los enfrentamientos directos contra el club corrupto y sólo uno de los partidos de Cornellá, el derbi o El Sadar, habríamos sumado nuestra liga número 37.

Es verdad que Carlo no confió en Güler ni arriesgó con canteranos más que en situaciones de urgencia. Pero también es verdad que nos dejó ver el potencial de demolición de Endrick, al que todavía no hemos visto con Xabi, y fue capaz de convencer a Rodrygo de jugar en la derecha.
El Real Madrid siempre vuelve. El Madrid es continuo y sucesivo. Ya estaba aquí cuando nacimos cada uno de nosotros y aquí seguirá para los madridistas que todavía no nacieron. A veces desaparece, se regenera, se desprende de viejos hábitos o hiberna durante uno o dos inviernos. Pero cuando regresa suele tener hambre. El Real Madrid de Xabi tiene hambre.
No hablaré de Courtois, que parece estar de vuelta después de algunas apariciones por debajo de su nivel. De la defensa ya hemos escrito. Mención especial para Militao, recuperando su prime asombrosamente tras un año largo en blanco, y para Valverde: futbolista descomunal, que mejora a los especialistas en cualquier posición.
El Real Madrid siempre vuelve. El Madrid es continuo y sucesivo. Ya estaba aquí cuando nacimos cada uno de nosotros y aquí seguirá para los madridistas que todavía no nacieron
Nuestro centro del campo de tres no puede ser diferente de Tchouameni en el eje, Bellingham dominando con balón y asfixiando al rival sin él y Güler en la orfebrería, manteniendo la posesión, atrayendo rivales con su flauta mágica y poniendo balones de gol a Mbappé o buscándolos dentro del área.

En las grandes batallas por la zona media que nos esperan esta temporada el cuarto centrocampista podría ser Camavinga o Valverde. Ambos dominantes, sí, pero yo quiero a Valverde para siempre en la derecha, como lateral o con un lateral por detrás. ¡Qué jugador! Con un volante como Valverde no necesitamos extremo diestro ni casi lateral. La banda quedaría hormigonada, inaccesible para los rivales. Además, el cañón de Fede se acerca más al área desde la banda. Innegociable, le guste o no.
De los de arriba tampoco hay mucho que decir: los quilates siguen donde estaban. Vini está recuperándose de su annus horribilis mientras da la bienvenida a la edad adulta y a la comprensión de que el mundo es un lugar donde la gente de bien tiene que enfrentarse cotidianamente a villanos como Ceferin o Tebas. Le veo más maduro, pero sigue siendo indomable, como debe ser. Se ha ganado el derecho. No quiero que cambie. Yo quiero a Vini tal y como es. Un buen hijo que pide perdón cuando se equivoca, todo corazón, y una pesadilla para los rivales de dentro y de fuera del campo.
De Kylian sólo se puede decir que no teniendo un antagonista en LaLiga con quien medirse, habrá que confiar en que mantenga la ambición de romper todos los registros goleadores de sus predecesores. Y también se le nota el hambre. Está en su plenitud y quiere títulos con esta camiseta y con este escudo. Quiere formar parte de la historia, y la historia le ha estado esperando.
El Madrid está de vuelta, amigos. Siempre vuelve. Ewige Wiederkunft. El eterno retorno. Nietzsche: Todo lo vivido va a volver a suceder. Queremos que suceda. No nos conformamos con menos.
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