
La Galerna
·9 de septiembre de 2025
El futuro del Madrid ya es presente

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·9 de septiembre de 2025
“Si por eternidad se entiende no una duración temporal infinita, sino la intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente”.
Wittgenstein.
Tras uno de los ciclos más gloriosos del balompié, aquella etapa memorable se cierra, y el Madrid que vendrá ya es el que está. Tras la gesta de tres Champions consecutivas y cinco en diez años, el club ha consumado una transición radical: las leyendas se retiran y ceden el paso a talentos emergentes y a un técnico debutante que ya imprime su sello a pesar de tener apenas un puñado de partidos en su haber.
Para los románticos, no hace tanto el estandarte ofensivo era Cristiano Ronaldo, secundado por Benzema. El medio campo se regía por la trinidad Modric-Kroos-Casemiro, y aquel escenario presenció los primeros vuelos del entonces “Pajarito” Valverde. La izquierda quedó en manos de un brasileño inagotable que pasó del meme a la excelencia, y Benzema, liberado de la sombra de Cristiano, alcanzó el Balón de Oro. Fue una maravilla que, vista con distancia, solo crece en grandeza.
Entre medias, Zinedine Zidane, leyenda como jugador y como técnico, se despidió de Chamartín dejando tres Copas de Europa consecutivas, algo jamás visto. Dio paso a una segunda etapa victoriosa de Carlo Ancelotti, el caballero que supo devolver la calma al caudal y se marchó como el entrenador más laureado de la historia blanca. Tras ellos, el banquillo lo ocupa hoy Xabi Alonso, campeón del mundo, referente en cada club donde jugó y tótem indiscutible del madridismo. De su etapa en Alemania, coronada con el Bayer Leverkusen, llega con un crédito que pocos entrenadores debutantes poseen. Se le adivina madera de arquitecto, la tiza dispuesta para levantar nuevos cimientos.
En el césped fueron llegando talentos de perfil atlético y técnico, porque el fútbol apuntaba a un estilo más físico, de mayor todocampismo. Así desembarcaron Tchouaméni y Camavinga, y poco a poco se transformaron todas las líneas: de Marcelo a Mendy; de Ramos, Pepe y Varane a Militao, acompañado por dos centrales curtidos como Rüdiger y Alaba, y más recientemente por un defensor de nueva escuela, Dean Huijsen, central moderno con alma de centrocampista. Huijsen acaba de aterrizar, pero transmite la sensación de haber pertenecido ya a la década gloriosa, cuando apenas era un niño que soñaba con esas gestas. Y cómo olvidar a Jude Bellingham, que en su primer curso justificó de sobra la apuesta del club y afronta ahora su tercer año como líder natural.
El futuro del Madrid ya está aquí, y lo verdaderamente asombroso es que la gloria jamás se marchó. Porque, retomando a Wittgenstein, “vive eternamente quien vive en el presente”. Y en el Madrid el futuro ya es presente
Luka Modric, gigante eterno de los Balcanes y del madridismo, se despidió al acabar la pasada temporada. De aquella camada de héroes —los del pundonor y las tres Champions consecutivas— solo sobrevive un canterano de Leganés, encanecido ya, que puso la primera piedra de la Ciudad Real Madrid junto a don Alfredo Di Stéfano: Dani Carvajal. Ese niño de la cantera es hoy primer capitán con 33 años, y ha regresado de una lesión que hubiera puesto fin a la carrera de casi cualquiera. Es el último de una estirpe: el último de “los Jerarcas”. Y qué fortuna la nuestra: nos queda don Daniel Carvajal.
Entre Carvajal y el segundo capitán —aquel que pasó de “Pajarito” a “Halcón”— media una brecha de más de seis años. Esa diferencia marca el final de una era: la década gloriosa va quedando en la memoria, aunque el honor y el orgullo por vestir de blanco permanecen intactos.
Hoy el equipo se sostiene sobre varias superestrellas, con Mbappé a la cabeza. El de Bondy, largamente anhelado por Florentino Pérez, afronta ya su segunda temporada, heredero del 10 de Modric y en plenitud física, evocando su versión de 2018, cuando se proclamó campeón del mundo en Rusia. A su lado, Vinícius Júnior, paradigma de que el esfuerzo siempre da fruto; Bellingham, Rodrygo y hasta la irrupción de un consagrado como Trent Alexander-Arnold completan una nómina que garantiza presente y futuro. Y como broche de promesa, el argentino Franco Mastantuono, zurdo al que se le adivina una calidad espléndida, y un regresado Carreras, dispuesto a devolver vuelo y brillo a la banda izquierda de la defensa.
Echando la vista atrás, solo cabe la gratitud. Florentino Pérez ha sabido prolongar el ciclo y lograr que el equipo apenas percibiera cómo, uno tras otro, sus mitos se despedían. Ha resistido la embestida de los petrodólares, el vértigo del nuevo fútbol e incluso la sombra de la corrupción sistémica.
En definitiva, el futuro del Madrid ya está aquí, y lo verdaderamente asombroso es que la gloria jamás se marchó. Porque, retomando a Wittgenstein, “vive eternamente quien vive en el presente”. Y en el Madrid el futuro ya es presente.
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