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·16 de septiembre de 2025

El Granada, que soñaba con el ascenso ahora se topa con el infierno del descenso

Imagen del artículo:El Granada, que soñaba con el ascenso ahora se topa con el infierno del descenso

El Granada vive uno de los momentos más oscuros de su trayectoria. Con apenas un punto en el casillero y ocupando el último puesto en la clasificación. El conjunto rojiblanco afronta un inicio de temporada que quedará marcado como el peor arranque de la historia en 93 años.

Un arranque histórico para olvidar

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Nunca antes el equipo había firmado números tan negativos, derrotas consecutivas, una fragilidad defensiva alarmante y la gran decepción bajo palos. Ni siquiera en las campañas más caóticas de la historia reciente como en 2017 la entidad nazarí había alcanzado semejante nivel deportivo.


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Las estadísticas hablan por sí solas, apenas un punto sumado, varios encuentros encajando goleadas y una sensación de impotencia que se refleja en cada jornada. El último partido en casa dejó malísimas expectativas, los de Paco López todavía no conocían la victoria, y dio la sensación que si el conjunto pepinero hubiera apretado un poco más podría haber hecho mucha más sangre.

De nuevo lo mas preocupante es el ataque rojiblanco. A veces cuando todo falla el gol te regala tres puntos, pero ningún jugador parece estar tocado por la barita. En las últimas cinco jornadas, el equipo ha realizado menos de siete tiros a puerta, exceptuando en Málaga, donde sí alcanzó esa cifra, números impropios de un equipo de fútbol profesional.

Del discurso ambicioso a la preocupación

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Pacheta en el banquillo / Getting Images

Lo más llamativo es el contraste con lo vivido hace apenas unos meses. Entonces el Granada peleaba por un puesto en el play off de ascenso a primera División, con un discurso ambicioso desde el propio banquillo. El técnico hablaba de alcanzar grandes objetivos, pero a día de hoy ya ha cambiado su discurso. La realidad es totalmente opuesta, Pacheta se encuentra realmente preocupado, busca fórmulas y alternativas para revertir la dinámica, pero hasta ahora no encuentra la manera.

El futuro sin embargo todavía está en juego. Pero la crudeza de los datos hace dudar incluso de reforzar la plantilla en el mercado invierno. Con estos números, el Granada se aleja de la permanencia y no puede ni compararse con equipos más modestos, como la Cultural Leonesa o Andorra que recién ascendidos han demostrado mayor competitividad.

Lo que resulta aún más irónico, es como la palabra del pasado contrasta con la realidad actual. La presidenta Sophia Yang llegó a decir vamos a hacer lo imposible, posible y el director general Alfredo García Amado esto es fútbol, tras firmar los peores registros de la historia de primera. Lo que antes parecía un reto, ahora es un fracaso constante, que hasta entonces se justificaba como cosas del fútbol según los dirigentes, pero hoy en día es una gestión tétrica, pésima y alejada de cualquier profesionalidad.

El riesgo de la masa social

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En el peor de los casos, el club podría descender y esto no se aleja mucho de la realidad. La crisis deportiva e institucional sigue en aumento. Este domingo la afición granadinista se ha vuelto a manifestar de nuevo alzando cartulinas amarillas en contra de los directivos. Si algo sabe la afición del Granada es luchar, y hasta que los números digan lo contrario confiaran en la permanencia. Mientras el equipo intentará transformar los resultados, que aun poniendo corazón y voluntad las cosas no terminan de salir. El descenso sería supondría un riesgo en la masa social.

Muchos aficionados ocasionales podrían darse de baja y los ingresos del club serían menores, desde la venta de entradas, abonos y derechos televisivos, entre muchos otros. A esto se suma un impacto en la comunidad y en la proyección de la ciudad. Un club en caída prolongada no llama interés desde el exterior, y desde dentro crearía una nueva decepción al granadinismo que ya no aguanta más la situación. El tiempo y los números dirán si el Granada merecerá descender de categoría. Desde luego la afición granadinista no lo merece.

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