Un 10 Puro
·26 de octubre de 2025
El impulso que necesitaba Xabi Alonso

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·26 de octubre de 2025

Era justo el triunfo que necesitaba Xabi Alonso, que por fin tiene un galón (aunque sea de tiza, porque solo es un partido liguero) que ponerse en la pechera. El triunfo del Real Madrid ante el Barcelona fue lo que necesitaba el tolosarra para que los cielos no comenzaran a desplomarse sobre su cabeza. Fue un partido con todo lo necesario: abrumadora superioridad madridista, gran planteamiento inicial, errores arbitrales en contra, sufrimiento y tángana final, como obligan los cánones.
Esa tángana final, tan detestada por las televisiones, no es más que el reflejo de lo que es el duelo eterno entre los dos grandes equipos del balompié español: piques, desplantes y cacareos del que gana sobre el que pierde. Porque eso es fútbol. Lamine Yamal llevaba semanas sacando pecho y, como es joven, no sabe que a la que te descuidas te lo hunden. Por si fuera poco con lo de los días previos, decidió presentarse en el examen del Santiago Bernabéu vestido de pandillero en sus redes sociales en las horas preias, poniendo el partido en un microondas. Y eso, Lamine, es gasolina para el rival. Así que Carvajal, Courtois y Vinicius echaron la cerilla cuando el telón caía.
No teman. Lamine la intentará devolver en cuanto tenga ocasión, que será el próximo partido entre los dos equipos. Y seguirá el eterno enfrentamiento que tanto nos gusta. ¿O no? Esa guerrita final le ha servido tambien a Xabi para cohesionar al vestuario. Estos últimos partidos, parecía que la plantilla había dejado de creer en todo lo que proponía el tolosarra: por ejemplo, la presión adelantada había dejado de existir.
Ante el Barcelona, los madridistas mordieron como lobos hambrientos. La solidaridad entre todos los jugadores destacó sobre cualquier otra disquisición futbolística. Los errores arbitrales (el gol anulado a Mbappé por el grosor de una media sin que repararan que el balón venía de un rival, por ejemplo), el penalti fallado por el francés, el huracán presionante de los primeros 45 minutos... Todo eso une. Y la tángana final es la cola de contacto necesaria para la unión.
Solo salió algo raro. La enorme bronca de Vinicius, que como se vio al final era quien más ganas le tenía a Lamine, cuando se marchó sustituido. Aspavientos, insultos, marcharse al vestuario en un gesto que parecía un sonoro portazo al entrenador... Pero volvió, y lo hizo para ser la espoleta antiLamine del final, no podía ser de otro modo. Esas cosas unen. Al Madrid, alrededor de la idea de Xabi Alonso, y al Barcelona, que ahora tendrá unas ganas terribles de ganarle a los blancos la próxima vez para que corra turno y les toque a ellos cachondearse. Es fútbol, y así es como nos gusta.









































