Fondo Segunda
·30 de diciembre de 2025
El Leganés suma a una leyenda a su plantilla

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·30 de diciembre de 2025

El Día de los Santos Inocentes suele invitar a la carcajada, pero en Butarque la sorpresa tuvo aroma a fútbol real. El CD Leganés difundía una instantánea del entrenamiento del primer equipo en la que se distinguía una silueta conocida, un rostro grabado en la memoria colectiva del fútbol español: Lucas Pérez. No era una inocentada. El delantero gallego se encuentra entrenando a prueba con el conjunto pepinero, sin fecha marcada en rojo, bajo la atenta mirada del cuerpo técnico.
La escena, más que una anécdota, abría una puerta. La de la ilusión. La de un posible fichaje que conecta pasado, presente y ambición.
El contexto es clave. El Leganés afronta el mercado invernal con la determinación de quien sabe que la temporada no admite pausas. La dirección deportiva ya habría cerrado la llegada de Álex Forés, delantero del Villarreal, y el movimiento de Lucas Pérez encajaría como una segunda apuesta con sentido estratégico.
Forés representa energía, proyección y hambre. Lucas, en cambio, simboliza experiencia, jerarquía y conocimiento del oficio. Dos perfiles distintos para una misma necesidad: gol, liderazgo y soluciones en el último tercio.
Hablar de Lucas Pérez es hablar de un delantero con colmillo. Un jugador que ha dejado huella en Primera División, que ha probado contextos exigentes dentro y fuera de España y que siempre ha destacado por su inteligencia para moverse entre líneas, su golpeo y su capacidad para interpretar los partidos.
A sus años, Lucas no llegaría para prometer futuro, sino para ofrecer presente. Entrena a prueba, se mide a sí mismo y al entorno, y permite al Leganés evaluar algo que no aparece en las estadísticas: cómo se integra, cómo compite, cómo contagia.
En una categoría como LaLiga Hypermotion, donde los partidos se deciden por detalles y las temporadas se hacen eternas, ese tipo de perfiles pueden marcar diferencias silenciosas.
La posible incorporación de Lucas Pérez no es solo una cuestión de goles. Es una cuestión de contexto. El Leganés ganaría una referencia ofensiva capaz de fijar centrales, de descargar juego y de asumir responsabilidades en momentos calientes. Ganaría, además, un futbolista acostumbrado a convivir con la presión y a liderar desde el campo.

Para el vestuario, su presencia sería un espejo. Para la grada, un guiño. Y para el cuerpo técnico, una herramienta versátil que puede adaptarse a distintos planes de partido.
Eso sí, el club actúa con cautela. El periodo de prueba no es casual. Se valora el estado físico, la adaptación al ritmo competitivo y la coherencia con el proyecto.
La llegada ya cerrada de Álex Forés marca el tono del mercado pepinero. Juventud y margen de crecimiento. Si Lucas Pérez termina sumándose, el Leganés completaría un ataque con capas: profundidad, experiencia y alternativas reales.
No sería una apuesta a ciegas, sino una decisión meditada. Porque el mercado de invierno no perdona errores y cada ficha debe justificar su espacio.
Butarque ha visto pasar muchas historias, pero pocas con el componente emocional de esta. Lucas Pérez entrenando con el Leganés no es solo una imagen potente; es una declaración de intenciones. El club explora todas las vías para reforzarse, incluso aquellas que apelan al recuerdo y al prestigio.
Si el fichaje se concreta, el Leganés no solo sumará un jugador. Sumará narrativa. Y en el fútbol, cuando el balón quema y la temporada aprieta, tener a alguien que ya ha vivido mil batallas puede ser la diferencia entre resistir… o dar un paso al frente.
Porque a veces, los refuerzos más valiosos no llegan con ruido, sino con la calma del que sabe exactamente dónde está.









































