
La Galerna
·14 de abril de 2025
El madridismo de Mario Vargas Llosa

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El eximio novelista (y último ganador del Premio Nobel de Literatura en lengua española, en 2010) Mario Vargas Llosa, fallecido anoche en Lima a los 89 años, era también un apasionado del fútbol y, en particular, un ferviente seguidor del Real Madrid. Su amor por el club de Concha Espina se reflejó en varios escritos y entrevistas.
Durante el Mundial de España en 1982 ejerció como periodista deportivo, cubriendo diversos partidos, lo que muestra su gran interés por el balompié. En su ensayo Hacer el amor, publicado en El País, Vargas Llosa narró cómo, tras asistir a un partido del Real Madrid contra el Bayern de Múnich en el Santiago Bernabéu, quedó fascinado no solo por el juego, sino por la atmósfera del estadio y la pasión de la afición. Comparó la experiencia de ver al Real Madrid con un ritual colectivo, lleno de emoción y teatralidad, algo que resonaba con su exquisita sensibilidad como escritor.
Aunque no escribió extensamente sobre fútbol en su obra literaria, su madridismo era más que conocido entre sus círculos cercanos y en la prensa. En una ocasión, bromeó sobre cómo el fútbol, y en especial el Real Madrid, podía unir a personas de distintas ideologías, algo que él, como defensor del liberalismo y la libertad individual, valoraba profundamente.
El madridismo de Vargas Llosa, tanto en lo futbolístico como en lo cultural, se entrelaza con su identidad como escritor cosmopolita. Madrid representó para él un espacio de libertad creativa y política alejado de las tensiones de América Latina en ciertos momentos de su vida. Su apoyo al Real Madrid, por otro lado, era una forma de conectar con una pasión popular, algo que siempre le interesó como observador de la sociedad.
Comparó la experiencia de ver al Real Madrid con un ritual colectivo, lleno de emoción y teatralidad, algo que resonaba con su exquisita sensibilidad como escritor
Don Mario dirigió durante varios años la Cátedra Real Madrid de la Universidad Europea de Madrid. Dicha cátedra tenía como objetivo unificar proyectos formativos y de investigación para ofrecer una visión global del deporte, fomentando la generación de conocimiento y su difusión tanto a nivel nacional como internacional. De esta manera, esta figura emblemática de la cultura universal pudo aportar una perspectiva cultural y humanística al estudio del deporte, aunando su prestigio al del propio Real Madrid.
Vargas Llosa nunca dejó de ser un apasionado seguidor del Real Madrid, y muchos valores de nuestro amado club, como el honor, el esfuerzo, la resiliencia y la irreductibilidad, tienen paralelismos con los temas recurrentes en sus novelas.
Vamos a tratar de poner unos pocos ejemplos de ferviente madridismo en ciertas de sus novelas más conocidas.
En La ciudad y los perros, por ejemplo, varios de los valores universales del Real Madrid anteriormente descritos también pueden encontrarse reflejados en los personajes y las dinámicas de la novela. Los cadetes del colegio militar, sobre todo “El Poeta”, se enfrentan a un entorno hostil y opresivo (a menudo afrontando situaciones extremas de opresión), mostrando una capacidad de resistencia frente a muchas adversidades. Dichos personajes luchan por sobrevivir y destacar en un sistema rígido y jerárquico, lo que refleja su dedicación y perseverancia. Y también podemos ver que algunos de los cadetes desafían las normas y las injusticias del sistema, mostrando una determinación admirable para mantener su identidad y principios.
En Conversación en la Catedral, la novela favorita de este escribidor, contemplamos cómo varios de los personajes, en especial Santiago Zavala, deben hacer frente a un entorno de corrupción (¿les suena?) y de desilusión política, mostrando capacidad de resistir y teniendo capacidad para buscar respuestas en medio de tanta adversidad. La cultura permanente del esfuerzo se muestra en esta novela por la lucha interior de los personajes para encontrar un lugar, un sentido y un propósito para permanecer en la lucha. Se trata de una obra que significa todo un desafío contra el conformismo, contra el silencio cómplice de buena parte de la sociedad que les rodea (a lo mejor aquí un tal Tebas capta la indirecta). El honor preside esta magnífica novela, una permanente lucha por la propia integridad en un contexto completamente desilusionante donde reina el hedor de la corrupción.
En otra de sus obras maestras, más ligera y accesible para los lectores que las dos anteriores, con un tono humorístico y paródico, La tía Julia y el escribidor, el autor describe al protagonista, Varguitas, ante una serie de retos personales y profesionales mientras no deja de perseguir su sueño de ser escritor. Su relación con la tía Julia y su trabajo en la radio local muestran su capacidad para superar obstáculos y seguir adelante. Todo ello a pesar de las críticas sociales y familiares. Varguitas defiende contra viento y marea su relación con Julia y lucha por su amor, mostrando una determinación admirable. Perseverancia y compromiso durante toda la narración, madridismo a raudales.
Brevemente, podríamos destacar también la cultura del esfuerzo descrita en La guerra del fin del mundo, idealismo a raudales en todas sus páginas, o la irreductibilidad que emana en Pantaleón y las visitadoras, con esa lucha del protagonista, Pantaleón Pantoja, ante una terrorífica burocracia agobiante. Por último, detecto madridismo también en La fiesta del Chivo, con la fortaleza que transmite la protagonista, Urania Cabral, ante las injusticias del dictador Trujillo o en la misión casi suicida y sacrificada de los conspiradores que quieren derrocar al dictador.
En 2014, en tiempos de la consecución de la Décima, quien les narra tuvo la suerte de conocer en persona a don Mario. Fue tras un acto conmemorativo de los 50 años de la editorial Alfaguara, en los Teatros del Canal en Madrid. Tras asistir a una histórica y maravillosa charla con la presencia de Javier Marías, Arturo Pérez-Reverte y el propio Vargas Llosa, moderada por Pilar Reyes, la editora del célebre trío, mi amigo Marías tuvo a bien presentarme al Nobel peruano: “Este es madridista como nosotros, Mario”. Pude charlar no más de 40 segundos con don Mario e incluso aproveché para que me firmara un ejemplar de su Conversación en la Catedral. Y les puedo garantizar que en su sonrisa y en su afabilidad irradiaba madridismo a borbotones. Se nos fue Vargas Llosa, pero, afortunadamente, permanece para siempre en nuestras bibliotecas, y en lugar preferente.
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